Gustavo Catalán Deus, en una imagen de archivo.

Gustavo Catalán Deus, en una imagen de archivo.

Medios OBITUARIO

Gustavo Catalán Deus, un periodista comprometido con las libertades y la ecología

Muchos de los retratos más icónicos de los líderes de la Transición son suyos, pero no sólo documentó la vida política. También inmortalizó los rostros anónimos de aquellos que impulsaron el proceso democratizador desde la calle.

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Después de más de diez años sin saber el uno del otro, ayer Gustavo me escribió este correo: “Nos tenemos que ver y charlar un rato de nosotros, nuestros momentos y los amigos comunes. Por supuesto, pago yo la comida, porque además voy a ganar el premio”. Gustavo se refería al premio Victoria Prego a la libertad de expresión, convocado hace unos días por la Asociación de la Prensa de Madrid, al que iba a presentarse. Con tal motivo, le había escrito una carta de recomendación explicando por qué era un buen candidato para ese galardón.

Vaya si lo era. Por ironías del destino, la carta que le envié ayer me sirve hoy de borrador de este inesperado obituario. Gustavo, tú ya has ganado el premio por una enorme cantidad de poderosas razones que desbordan el tamaño de una necrológica. Razones que podemos resumir, malamente, en que pocos como tú lucharon, desde la prensa, contra el franquismo; pocos como tú ayudaron, desde la prensa, a consolidar la democracia y pocos como tú han ayudado a instalar, desde la prensa, una conciencia verde en una España muy poco proclive al ecologismo.

Gustavo Catalán Deus (Madrid en 1951-2025) comenzó su carrera periodística en vida de Franco, como fotógrafo de las revistas progresistas Posible y Ciudadano. Del ambiente opresivo de la época da fe la evolución de Posible, nacida en 1974 al amparo del tímido aperturismo del llamado “espíritu del 12 de febrero”. En su breve existencia, bajo la dirección de Alfonso Segura Palomares, el semanario sufrió ocho secuestros y el director, cinco procesos.

A esa redacción se incorpora Gustavo, comprometido con los principios democráticos hasta el punto de convertirse en un sospechoso habitual del régimen. Tanto que el temido policía franquista Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño, llegará a registrar su casa. Para Posible cubre acontecimientos tan trascendentales como los últimos fusilamientos del franquismo en septiembre del 75.

"(…) Estuve ahí, oí las descargas de la fusilería y luego fui al cementerio, donde llegaron los tres féretros de los que goteaba sangre -recordaba Gustavo-. No pude hacer fotos, había mucha policía y militares, entre otros Billy el Niño, -que me conocía de las veces que fue a mi casa a a buscar a alguno de mis hermanos-, se acercó a mí amenazante y me ordenó: 'No se te ocurra sacar la cámara'".

No era fácil para un fotógrafo trabajar en aquella época. En la capilla ardiente de Franco, por la que pasaron decenas de miles de personas, sólo consiguió “robar” una foto, pero qué foto. Lo dice todo. En la imagen se ve a un hombre con el brazo estirado haciendo el saludo fascista y a una mujer que se persigna ante el catafalco del dictador. Fue testigo de históricas sesiones parlamentarias -la proclamación en las Cortes de Juan Carlos I-, de decisivas consultas electorales -el referéndum de la Reforma Política de 1976, las primeras elecciones democráticas el 15-J de 1977- o los sangrientos sucesos de Montejurra.

Miguel Angel Aguilar, que había sido redactor jefe de Posible, ficha a Gustavo Catalán tras ser nombrado director de Diario 16, uno de los nuevos periódicos nacidos con la democracia. El fotoperiodista ya se había ganado un prestigio entre los grandes fotógrafos de la época, prestigio que consolidará en el nuevo rotativo, primero con Aguilar y, a partir de 1980, con Pedro J. Ramírez. Aquí publica, entre otras muchas imágenes históricas, la icónica foto de Alfonso Suárez encendiendo un cigarrillo a Felipe González durante las negociaciones de los Pactos de la Moncloa, imagen que se convertiría en todo un símbolo del llamado “espíritu de la Transición”.

En el año 80 las carreras de Gustavo y la mía se cruzan en la redacción de Diario 16. En la mítica sede de la calle San Romualdo, tengo la oportunidad de seguir de cerca su forma de trabajar, siempre en primera línea, y con un decidido compromiso social. Suyas son la mayoría de las imágenes que recordamos del exterior de las Cortes la noche del 23-F, entre ellas la que documentaba la temprana edición extra de Diario 16, con el titular "Fracasa el golpe de Estado” en imponentes letras mayúsculas..

Muchos de los retratos más icónicos de los líderes de la época son suyos, pero no sólo documentó la vida política. También inmortalizó los rostros anónimos de aquellos que impulsaron el proceso democratizador desde la calle, como los campesinos -inolvidables las fotos de los aceituneros en huelga-, los obreros y los estudiantes que participaron en protestas que aceleraron la llegada de las libertades..

Algunas de esas imágenes le valieron galardones tan prestigiosos como el Premio a la Libertad de Expresión en 1978, que otorgaba la Unión de Periodistas (otra casualidad del destino: con el mismo lema que el premio al que ahora optaba); el Premio Popular del diario Pueblo, en 1979; o el Premio IPCO de periodismo gráfico en 1980 y 1982.

En Diario 16, como redactor jefe de los suplementos de fin de semana, tuve ocasión de publicar numerosos trabajos de Gustavo, que había dado un giro a su carrera al completar sus reportajes fotográficos con sus propios textos. No sólo era un reportero excepcional, sino además editor gráfico meticuloso, que seguía el proceso completo de la imagen desde que la ve en el visor hasta que se publica,

En 1989, ambos formamos parte del equipo fundador del diario El Mundo. Gustavo comienza como reportero del Magazine de gran tamaño que ofrecía el periódico los fines de semana, pero pronto se decanta, desde la sección de Sociedad, por la información medioambiental. Siempre comprometido, el ecologismo será su nueva causa. Se convierte en corresponsal ecológico del periódico y uno de los pioneros en España especializados en este tipo de información, hasta entonces ignorada. El compromiso verde de Gustavo venía de antiguo. Hay una foto suya de 1977 en la que se ve, en medio de un gran atasco, a dos jóvenes a bordo de sus bicicletas B-H, portando un cartel en el que se leía sencillamente “Aire”.

La importancia de su trabajo como “Corresponsal Ambiental" de El Mundo la certifican premios tan prestigiosos como el Nacional de Medio Ambiente que recibe en 2002, el de la Difusión de la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA, o el Artemio Precioso, otorgado por Greenpeace. Además, en 2004 publica su libro Desprestige, obra de referencia sobre el vertido del petrolero en la Costa da Morte.

En 2008, tengo la oportunidad de volver a trabajar otra vez con Catalán. Esta vez, además, con Victoria Prego, que daría nombre al ansiado premio de Gustavo. Se trataba de un proyecto muy especial, dada la implicación de ambos en la Transición.

Pedro J. Ramírez nos había encargado una colección de treinta libros bajo el título El camino de la libertad (1978-2008). La democracia año a año. Gustavo y Victoria constituyen piezas esenciales del equipo y trabajan codo con codo eligiendo las mejores imágenes del periodo, muchas de ellas del propio Gustavo. La obra es aún hoy una referencia ineludible para cualquiera que quiera conocer a fondo un periodo trascendental de nuestra historia, contada de primera mano por su gran cronista e ilustrada por un fotoperiodista que supo captar con sus imágenes, como pocos, el espíritu de nuestra democracia.

No debimos dejar pasar tanto tiempo sin vernos, querido Gustavo.