Un l�der, una idea

Guardiola, manteado por sus jugadores en Mestalla. (AFP)

17 de mayo de 2009.- Un l�der y una idea. Dos elementos cruciales para el funcionamiento de cualquier proyecto colectivo, porque delimitan la autoridad y sirven un gui�n a la fe y la ambici�n. M�s dif�cil que encontrarlos es, en ocasiones, renovarlos, como hizo el Barcelona cuando las peque�as necrosis de funcionamiento inherentes al �xito amenazaban derribo.

Existen pocos casos en el f�tbol capaces de sobreponerse a los malos tiempos dentro de un mismo ciclo, porque para eso es necesaria una base s�lida, sea institucional, econ�mica o deportiva. El Bar�a era poseedor de la tercera, la que m�s directamente est� relacionada con el f�tbol, aunque se olvide f�cilmente en una actividad que ha roto las cotas del deporte. S�lo necesitaba ponerla en valor, y es lo que Guardiola ha hecho sin concesiones, como un integrista del juego de la casa, de la posesi�n y la velocidad del bal�n, de lo que Xavi llama la "conservaci�n infinita del bal�n".

La final de Copa, el primer t�tulo alzado, fue un ejemplo. Cuando sinti� el agobio del Athletic en el arranque, mand� a su portero jugar sobre sus centrales abiertos en las bandas, al l�mite de la presi�n, con riesgo pero con determinaci�n. La instrucci�n, en el momento m�s comprometido, tiene mucho de mensaje y dice todav�a m�s de c�mo es este entrenador que nunca traiciona la idea. Como jugador, pensaba como entrenador; como t�cnico, act�a como manager, al intervenir sobre numerosos aspectos que trascienden la actividad del entrenamiento y la direcci�n de los partidos. Lotina asegura que era de los pocos futbolistas que, al concluir un encuentro, se acercaba a preguntarle por qu� hab�a hecho una u otra cosa.

El primer equipo del Barcelona no se traslad� a entrenarse a la nueva ciudad deportiva, en Sant Joan Desp�, hasta que no tuvo listo el campo que deb�a ocupar porque Guardiola no quer�a desplazar al filial del suyo. La disciplina se ejerce desde dentro del vestuario hacia afuera, no al rev�s. Ya en Tercera, era inflexible con los horarios, fuera para el trabajo o para el descanso. Ni siquiera despu�s de ganar la Copa ha habido perd�n para los que llegaban tarde. Una gran parte de las comidas, incluso despu�s de los partidos, se realizan en el club. Cuando toda esa confianza est� ganada, no es necesario concentrarse, sino desconectar al m�ximo, liberar la mente de la presi�n, y por ello esa innovadora medida de viajar el d�a de los partidos o llegar a los estadios, como en el caso del Bernab�u, 45 minutos antes del pitido inicial del �rbitro.

El �nico que no se ha permitido respiros es el propio Guardiola, m�s delgado, consumido por el estr�s hasta preocupar a personas de su entorno, como Manel Estiarte, en un cargo h�brido entre la plantilla y la directiva. Es su forma de ser, perfeccionista, ordenado y calculador en cualquier actividad. Cuando particip� en la grabaci�n de una entrevista a Zapatero, por encargo de Jaume Roures, no paraba de repasar sus notas, hiperactivo, y era igual de exigente con el c�mara que le acompa�aba que ahora con sus jugadores. La cinta, debido a su nueva actividad, nunca vio la luz.

Guardiola, en definitiva, no ha hecho otra cosa que llevar a cabo algo en lo que cree: liderazgo. Estaba convencido de que pod�a dirgir al Barcelona o a la selecci�n, como M�chel, dec�a, pod�a hacerlo en el Madrid. Suele decir que cuando algo cambia, s�lo hay que mirar qui�n estaba y qui�n est�. La respuesta, en el caso del Barcelona, est� clara.