La misiï¿œn de Supermï¿œn

Dwight Howard. (Foto: EFE)

1 de junio.- En el cuarto de adolescente de su Atlanta natal no lucï¿œan pï¿œsters de Jordan ni deslumbrantes coches deportivos. Su misiï¿œn la interiorizï¿œ bien pronto. Una hoja escrita a mano con los 10 mandamientos y otra con el hiperconocido logotipo de la NBA, en la que Dwight Howard habï¿œa dibujado una cruz en el pecho de la silueta de Jerry West. Apoyarse en la religiï¿œn para alcanzar la cima con el balï¿œn y, una vez allï¿œ, santificar la NBA. "Dios no me ha dado estos hombros para nada", proclamaba.

Pues bien, la hoja de ruta del peculiar misionero, tambiï¿œn apodado Supermï¿œn por sus impresionantes cualidades fï¿œsicas (2,11 metros, 120 kilos de mï¿œsculo por los que le reprochaban en las canchas rivales: "ï¿œEsteroides!") y por su tendencia a camuflarse de superhï¿œroe a la mï¿œnima ocasiï¿œn, va cogiendo cuerpo. Su equipo, los Magic de Orlando, gracias al, de momento, mejor partido de su vida (40 puntos y 14 rebotes) materializï¿œ una de las sorpresas del curso al eliminar en seis partidos a los favoritos Cavaliers de LeBron James y se las verï¿œ por el anillo con los Lakers a partir del prï¿œximo jueves. «Era una falta de respeto pensar en una final entre Cavaliers y Lakers; ahora tendrï¿œn que vï¿œrselas conmigo», se reivindicï¿œ este Hï¿œrcules de ï¿œbano tras el ï¿œltimo envite disputado en el Amway Arena (103-90).

Sin embargo, todas las bellas y precoces intenciones de aquel gigante elegido en el nï¿œmero uno del draft de 2004, directamente desde el instituto, han quedado enmaraï¿œadas paulatinamente por su comportamiento dï¿œscolo tanto dentro como fuera de las canchas.

El primer paso obligado por el confesionario se produjo el pasado aￜo, cuando no le quedￜ mￜs remedio que reconocer un hijo ilegￜtimo, Braylon Joshua Robert Howard, fruto de un desliz con Royce Redd, una de las animadoras de la franquicia. "No voy a negarlo. Sￜ, tengo un hijo", se vio obligado a reconocer.

ï¿œltimamente, sobre el parquï¿œ, tambiï¿œn se le han apreciado lagunas mentales en cuanto a sus premisas cristianas. Sus huracanados codos han impactado en mï¿œs de un rival, enojado por ser el heredero de aquella tï¿œctica, el hack a Shaq, que se inaugurï¿œ con su precursor Shaquille O’Neal (precisamente protagonista de la ï¿œnica final de los Magic, en 1995) y consistente en frenarle a base de bruscos agarrones y golpes cuando se dispone a machacar el aro –su gran especialidad–, para mandarle a la lï¿œnea de tiros libres –su gran debilidad, aunque no tanto ï¿œltimamente–. Entre desaires y protestas, D12 acumula cinco faltas tï¿œcnicas en los presentes playoffs (le perdonaron una reciente en un percance con Varejao), y estï¿œ a sï¿œlo dos de ser suspendido con un partido, algo que serï¿œa determinante en las finales, puesto que Howard es la pieza clave del grupo de Stan Van Gundy.

Los Magic, que tambiￜn cuentan con jugadores de la talla de Hedo Turkoglu y Rashard Lewis, han elegido el papel de vￜctimas ante los angelinos, que tendrￜn el factor cancha a favor pero que perdieron en los dos precedentes ligueros. Mucho dependerￜ el campeￜn final de la destreza que tenga Pau Gasol, su pareja de baile, a la hora de anular al pupilo de Patrick Ewing, quien supervisa desde el mismￜsimo banquillo cada acciￜn de Man Child.

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