- Periodismo Francisco Umbral, genio y figura irrepetible
"El periodismo de hoy tiene muchos 'umbrales' pero no hay ningún Paco Umbral. Cuánto le echamos de menos". Eva Díaz Pérez, periodista y escritora, retrata en esta frase cargada de añoranza la huella que Umbral dejó en el oficio, una suerte de "impresionismo literario" que sigue siendo hoy tan reconocible (incluso en la forma de escribir de muchos de sus discípulos) como irrepetible.
La figura de Paco Umbral (1932-2007) genera fascinación entre quienes conocieron a la persona y al personaje, pero también entre los que, sin haberle tratado, han compartido a través de su literatura su particular sentido de la escritura y de la existencia. Este jueves, periodistas y escritores reflexionaron en Sevilla sobre el legado de un narrador imprescindible en el columnismo del siglo XX, cuya obra está construida a partir de un estilo de ser y estar en la literatura y en el periodismo que es a la vez manierista y mundano: Lirismo e ironía en diferentes dosis, según su propia descripción de una fórmula creativa donde es fácil identificar sus muchas influencias literarias: desde Quevedo a Gómez de la Serna o Proust.
El encuentro, celebrado en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, arrancó con una presentación del profesor y poeta Juan Frau y la proyección del documental Anatomía de un dandy (2020), de Charlie Arnaiz y Alberto Ortega -nominada a los Premios Goya-, donde se bucea en los capítulos más desconocidos de su biografía y se hace un retrato completo del hombre y del literato. "La vida de Umbral tenía todos los tintes dramáticos que una buena historia requiere", explicó Alberto Ortega cuando presentó en su día esta semblanza emocional del escritor.
Para Eva Díaz Pérez, la dimensión real del columnista está aún por reivindicar. "Sus textos están hoy absolutamente vigentes". A su juicio, Umbral es el gran cronista de la transición: "A Umbral, como a Chaves Nogales, hay que leerlos como historiadores de su tiempo. Umbral no se pierde en el bosque del presentismo. Su literatura es la historia a partir de la crónica de los instantes".
Para el escritor y profesor Guillermo Busutil, Umbral construyó un personaje de sí mismo desde la provocación y la frivolidad en sus apariciones televisivas, como una suerte de "doble borgiano" que le sirvió de escudo para presentarse en sociedad. Pero era, sobre todo, un escritor de un profundo lirismo, "que habita en el lenguaje y hace papiroflexia de los personajes".
El poeta y cronista cultural Braulio Ortiz destacó el "estilo poderoso" de Umbral y vindicó a través de su obra el periodismo que cree, sobre todo, en la fuerza de las palabras: "Todo lo que hoy nos parece rompedor, como la metaliteratura o la autoficción, estaba ya en Umbral".
Umbral fue también un gran creador de "negritas" y elevaba a protagonistas de sus crónicas (en una primera etapa en las páginas de El País y después en la contraportada de El Mundo) a todo tipo de personajes de la alta y la baja sociedad que habitaban los cafés literarios pero también los garitos llenos de humo de la movida madrileña de los años 80 o los jardines donde la jet set marbellí se celebraba cada noche de verano a sí misma.
La francesa Bénédicte de Buron-Brun, que lleva más de 50 años investigando la obra de Umbral, cree que el escritor adoptó ese perfil de seductor, de dandy, de bon vivant, como una pose para acceder a esos personajes que, a la postre, morían por aparecer en sus negritas: "No eras nadie en aquel mundo si no te citaba en sus columnas". Umbral era "un profundo conocedor del poder de la imagen" y cultivó esa faceta de provocador para "distinguirse de algún modo entre los escritores de su generación", con los que no ocultaba su rivalidad no siempre amable.
María España, fotógrafa y viuda de Francisco Umbral, contó cómo Joaquín Sabina se le quejó por carta al escritor, con mucho humor, de que aún no le había sacado en sus negritas. "Él, que tanto había hecho por el Madrid canalla", apuntó Busutil.
El personaje ocultó en una época a la persona y al escritor que había buscado siempre en la literatura una suerte de "exilio interior", primero por la ausencia del padre y, después, por el enorme impacto emocional de la muerte de su hijo Pincho, de una leucemia, a los cinco años. En Mortal y rosa, la obra en la que volcó todo el desgarro de aquella tragedia, se encuentra el Umbral tal vez más desconocido para el gran público pero el que, varias décadas después, sigue enganchando a muchos lectores, como confesaron varios de los rendidos umbralianos que asistieron al encuentro. "He conocido la única verdad posible: la vida y la muerte de mi hijo. Y, sin embargo, he optado o estoy optando por el engaño, el autoengaño, de modo que seré inauténtico para siempre. Soy un farsante. No creáis nada de lo que diga, nada de lo que escriba", se confesó el autor.
"No hay que abandonar nunca la lectura de Umbral, porque no sólo es un autor prolífico, con 114 libros y miles de artículos, sino que es también una puerta abierta a otros muchos buenos escritores rusos, alemanes o norteamericanos que yo no hubiera conocido si no es de la mano de Umbral", animó la profesora De Buron-Brun a los asistentes.
La mesa redonda "Literatura y periodismo en la obra de Francisco Umbral" se celebró este jueves en la Facultad de Filología, organizada por la Fundación Francisco Umbral y la Universidad de Sevilla con la colaboración de la Fundación Unicaja.