Egipto: el dilema liberal
Los liberales estamos ante un terrible dilema en Egipto. Ya lo reflejaba Esperanza Aguirre en "ABC" en un art�culo en el que recordaba
que liberad y democracia no son lo mismo y que se puede acabar con la primera por la v�a de la segunda. �� �
Se refer�a, a primera vista, a la islamizaci�n que pretend�a Mohamed Mursi y que ha provocado su derrocamiento. Pero se puede interpretar, asimismo, que la instalaci�n de una dictadura militar tampoco es la soluci�n precisamente porque representa la negaci�n de esa libertad que su art�culo plantea como el objetivo indispensable de todo orden pol�tico y social.
Su dilema es el de todos liberales. �A qui�n damos la raz�n en Egipto? Defender a Mursi es defender, s�, el leg�timo resultado de las urnas (iron�a democr�tica: los militares vetaron, originalmente, a Khairat al-Shater, el n�mero dos de la Hermanos Musulmanes, raz�n por la cual surgi� Mursi como el candidato aceptable de dicha organizaci�n). Pero no hay duda de que estaba en marcha una "jiwanizaci�n", como se le conoce en Egipto, es decir de sustituci�n de la incipiente democracia por la "hermanizaci�n" totalitaria del pa�s.
Al mismo tiempo, lo ocurrido en respuesta a ese proceso es, dig�moslo con todas sus letras, un golpe militar. Como todos los golpes militares, ha contado con soporte civil. �Es un golpe para regresar pronto a la democracia o para restaurar lo que hab�a antes de la ca�da de Hosni Mubarak? Lo m�s probable es lo segundo. Como sucedi� en Argelia en 1992, cuando los cuarteles evitaron el triunfo electoral del Frente Isl�mico de Salvaci�n e instalaron no un r�gimen transitorio sino una dictadura implacable y tan eficaz que en ese pa�s la "primavera �rabe" casi no se ha sentido.
Los militares tomaron el poder en Egipto en 1952, cuando el "Movimiento de Oficiales Libres" derroc� al rey Faruk. Desde entonces hasta 2011 hubo una dictadura militar feroz que cambi� de jefe tres veces. Primero gobern� Naguib, quien fue desplazado por Nasser precisamente con el argumento de que alentaba a los Hermanos Musulmanes. Nasser dirigi� una dictadura de izquierda hasta que, al morir de un infarto en 1970, lo reemplaz� su Vicepresidente, Anwar Sadat. �ste hizo una dictadura de derecha hasta que lo mataron en 1981; su Vicepresidente, Hosni Mubarak, asumi� el poder y se qued� tres d�cadas al mando. Todos ellos justificaron el r�gimen militar de seis d�cadas con el argumento de que la alternativa era la dictadura isl�mica.
�Qu� garant�a hay, pues, de que el nuevo hombre fuerte, Abdel Fattah al-Sisi, d� paso a una democracia? Ninguna: su argumento para intervenir ha sido el mismo que usaron sus antecesores.
Vuelvo a la terrible pregunta: �a qui�n defendemos los liberales en Egipto? Si tuvi�semos garant�a de que los militares devolver�n el poder a los civiles y, aprendida la lecci�n, la transici�n discurrir� por una v�a alejada de la islamizaci�n fascista, podr�amos, tap�ndonos las narices y con gran malestar de conciencia, aceptar esta interrupci�n como el mal menor. Pero esa garant�a, como queda dicho, no existe. Y en cualquier caso, la democracia implica aceptar el triunfo de la mayor�a.
No acabo de escribir eso �ltimo y de inmediato la conciencia me responde: el triunfo de la mayor�a... y el respeto de la minor�a. Por eso la democracia sin Estado de Derecho no sirve de nada: es, como dec�a Borges, el abuso de la estad�stica. Este fue el pecado de Mursi: empinarse en su mayor�a para aplastar a la minor�a y obliterar el incipiente Estado de Derecho.
�Qu� har�a uno si fuese egipcio? Hubiera hecho una tenaz oposici�n a Mursi, desde luego, pero mantendr�a una clara distancia de al-Sisi y compa��a, a diferencia de lo que est�n haciendo algunos liberales egipcios que parecen querer encaramarse en cargos para los que no fueron elegidos. Los egipcios que quieren reconciliar la liberad y la democracia tienen el deber moral de batallar, desde la minor�a significativa que son, para impedir que los militares se queden otros sesenta a�os en el poder robando, matando, encarcelando y exiliando adversarios, y al mismo tiempo convenciendo a la sociedad de que la alternativa a ese estado de cosas no es el fascismo islamista.
�Soy ingenuo? �Es esto imposible? �Es inevitable elegir entre Mursi y Al-Sisi? Quiz�. Pero aceptar esto es renunciar a todo lo que uno cree. Mejor pegarse un tiro.