
Vi la corrida en solitario de Alejandro Talavante en M�laga. La picassiana en la que se interpret� la suerte goyesca de la garrocha. Una mezcla de siglos. Bien, pero lo pas� malamente cuanso se torc�an las cosas. Por un momento pens� que Talavante, un tipo de �nimo fr�gil y sensible, se desmoronar�a. Lo intu� en varios planos de su mirada. No fue as�. AT mantuvo la fe, aunque Carlos Crivell diga lo contrario. Y la fe le mantuvo de una pieza hasta el final. Carlos, querido, Alejandro no estuvo tan mal como lo has puesto, sin dejar de ser cierto que la lidia no es su fuerte y por tanto habr� que acordar que para andar con seis hay que contar con una visi�n m�s amplia. Pero cuando Talavante tuvo ante s� el �nico toro de nota de la tarde, el de Garcigrande de gran pit�n derecho, incluso por su punto mansito y esa manera de abrirse, o precisamente por eso, pint� series de una cadencia soberbia, una expresi�n magn�fica, superlativa de rodillas. Y en su defensa he de subrayar, una vez subrayada la carencia lidiadora, que al toro de Victoriano del R�o le trag� y lo tap� una barbaridad porque en su interior, adem�s de la mansedumbre, habitaba un cabr�n. Y dos: al de La Quinta lo entendi� perfecto en su altura y en su concepto, abortando esa tendencia a salir del muletazo despistado.
Su equipo acert� con las hechuras, la seriedad -a excepci�n del buen toro de Garcigrande que bajaba uno o dos puntos-, las hechuras, pero se equivoc� de cabo a rabo rese�ando toros de Lagunajanda y Torreherberos, ganader�as que est�n como est�n, y dej�ndose fuera a Cuvillo en una temporada sensacional. Mala suerte al margen, por pura l�gica el pupilo de La Quinta debi� anunciarse desde el minuto uno como cuarto, para partir la l�nea domecq de cinco toros consecutivos y para reservar al de Justo Hern�ndez y Daniel Ruiz -puto accidente- como vinos de garant�a.
Es cierto que, como todo mal, Alejandro Talavante se queda como est�. . Aunque los cupones de lo que llaman "encerronas" ya los haya cortado todos. Los genios son de mente desordenada y para seis toros se necesita algo m�s que variedad e improvisaci�n.�