De naturaleza combativa, tanto en su faceta de periodista como en política, Anna Grau se rebela contra el derrotismo que percibe en una parte de la dirección de Ciudadanos. Y defiende que el partido en Cataluña, donde tiene su origen y desde donde dio el salto a la política española en 2015, recupere autonomía y capacidad de decisión.
- Usted participó en la reunión en la que Cs decidió no acudir a las elecciones generales.
- Sí, me invitaron a estar telemáticamente. No hubo una votación para tomar esa decisión, sino una sucesión de intervenciones. Yo me posicioné claramente en contra de la opción de no presentarnos a la cita electoral.
- ¿Por qué?
- Aunque iban a ser unas elecciones muy difíciles para nosotros, porque nuestro espacio electoral se ha estrechado dramáticamente tras las municipales, creo que los valores de Cs no los defiende nadie hoy en España. De esa reunión, extraje dos conclusiones. La primera es que, si uno considera, como dijo el secretario general, que la marca nacional no está preparada para unas elecciones, lo que debe hacer es abrir un debate interno sobre la marca nacional. No oculto que tengo más fe en Cs de Cataluña, en Ciutadans, que en el proyecto español. No porque piense que Cs se debe parar en el Ebro y no aspirar a más, sino porque los ajustes que hay que hacer en la marca nacional son de mucho más calado que los que hay que hacer en la catalana.
- ¿La decisión de no concurrir a las generales no es una traición a sus votantes? Por pocos que sean.
- Veo mucho dolor en candidatos, en votantes, en simpatizantes, y sólo les puedo decir que por mi parte sigo defendiendo el proyecto y sigo buscando un plan de viabilidad. No creo que la marca de Cs no sea viable, pero hay que trabajar un nuevo plan. Sobre los dirigentes que nos han abandonado recientemente, quiero decir que si alguien deja de creer en la viabilidad de un proyecto es mejor irse a explorar otras opciones, porque si se queda puede ejercer involuntariamente de caballo de Troya: induciendo al desánimo, a tomar decisiones equivocadas...
- Usted habla de hacer un plan de viabilidad de Cs, pero, ¿no deberían hacer un diagnóstico más en profundidad del porqué de la debacle?
- Culpar a Albert Rivera de todo es una manera muy cómoda para algunos. Puedo compartir las críticas que se hacen a decisiones de Rivera e Inés Arrimadas -yo sí me hubiera quedado en Cataluña-, pero también creo que no se debe justificar un problema actual con algo que ocurrió hace cuatro años. Las conclusiones que saco de los malos resultados del 28-M es que la marca de Cs esta más dañada de lo que yo creía, ha perdido atractivo, carisma y credibilidad. De lo cual deduces que si tú quieres seguir peleando con esa marca tendrás que hacer algo con ella.
- ¿Por ejemplo?
- Si yo hubiera tenido más tiempo para preparar la candidatura a la Alcaldía hubiera abierto el partido a representantes del constitucionalismo civil. Si toma una decisión tan extremadamente dura como no ir a las elecciones generales, lo que no puede hacer la actual dirección de Cs es irse de vacaciones y dejar que pase el tiempo. Yo quiero que sea un debate constructivo y leal. Acabo de dar un paso al frente al ocupar la portavocía de Cs, que tenía hasta su marcha Nacho Martín Blanco, y eso es un claro mensaje de lealtad al partido, a los cuadros y simpatizantes. Pero esa lealtad no quiere decir que no vaya a expresar mis opiniones para mejorar. Entre otras cosas porque no veo que las ideas de Cs las garantice ahora mismo ninguna otra formación política en Cataluña, donde solo nosotros representamos a los catalanes que no comulgan ni con el independentismo ni con la minimización del independentismo.
- ¿El 'procés' sigue vivo?
- Nunca ha parado. Los abusos y la persecución social, económica y política de quien no es nacionalista siguen. Lo que empezó como una tendencia identitaria ha degenerado en una obra de ingeniería social que afecta a cualquiera y ha empobrecido a Cataluña, con un 18% de las familias que no pueden cubrir sus necesidades básicas, según un informe de la Cámara de Comercio de Barcelona. Cs tiene que reaccionar y ser consciente de que debe poner su proyecto en Cataluña por delante del resto. Reagruparse en Cataluña.
- ¿Y cómo lo haría?
- Debemos tener más autonomía, como en su día prometió la dirección de Cs. Hay que hacer las cosas con la mayor cordialidad posible, pero todas las opciones están abiertas. No sé lo que va ocurrir con el futuro de Cs, pero tiene que ocurrir algo. Que no ocurra nada no es una opción. Hay que regresar a los orígenes de Cs y escuchar a la militancia. La de Cataluña es muy sufrida, siempre he dicho que la cepa catalana de Cs es otra cosa, porque incluso en los momentos de mayor esplendor, cuando en el conjunto de España Cs iba de maravilla, tenía que soportar ataques y una fuerte presión. Insultos en la calle, amenazas.
- La voluntad de la dirección catalana es concurrir a las autonómicas, entiendo.
- Sí. Eso es irrenunciable. En Cataluña todos estamos convencidos de que Cs debe ir a las elecciones, pero en cambio hay una mayoría de la dirección nacional que piensa que no se puede ir a las elecciones generales. Eso demuestra como sí hay partido en Cataluña, mientras que en otros lugares de España no lo hay tanto.
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