CRÓNICA
Su personalidad política

Los nueve 'atributos' de Pedro Sánchez, el 'presidente Narciso'

El autor del libro más premonitorio del espectáculo que culminó Sánchez con su "he decidido seguir" hace el retrato del jefe del Ejecutivoy cómo tener ese 'síndrome' está condicionando su actuar político. Analiza uno a uno los nueve criterios con los que la Asociación Americana de Psiquiatría identifica el trastorno...


Los nueve  'atributos' de Pedro Sánchez, el 'presidente Narciso'
PREMIUM
Actualizado

En España, al presidente Pedro Sánchez se le ha atribuido, en varias ocasiones y por distintas personas, una personalidad narcisista que estaría en el origen de algunas de sus actuaciones y comportamientos políticos. Como bien precisó Freud en su Introducción al narcisismo (1914) todos los humanos atravesamos por un periodo narcisista, en la infancia, y ello contribuye a la construcción de nuestra personalidad, pero el narcisismo puede convertirse en un problema cuando se convierte en un síndrome que afecta a nuestra personalidad adulta y determina nuestras conductas. Desde esta perspectiva es plausible observar que en la personalidad política de Sánchez convergen signos y rasgos que sugieren un síndrome narcisista, que influye y que condiciona su particular estilo de gobernanza.

Tras la II Guerra Mundial, los ensayos de Robert Jay Lifton sobre los médicos nazis y los regímenes comunistas, habían ampliado el marco de estudio de la psiquiatría. Pero será con Christopher Lasch y su ensayo La cultura del narcisismo (1979), cuando el narcisismo deja de ser tema exclusivo de la Psiquiatría para convertirse en objeto de estudio de la Sociología. La psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen con su libro Les Narcisse (2019) denuncia la explosión narcisista que afecta a las actuales élites políticas, con especial atención al perfil narcisista de Donald Trump. Los mencionados autores constituyen el marco referencial del presente ensayo.

Cuando Trump anunció en 2015 su candidatura a la Casa Blanca, médicos de prestigio formularon públicamente la ineptitud de Trump para acceder a la presidencia, habida cuenta del trastorno de personalidad narcisista que el candidato padecía. Esto lo recuerda con precisión Hirigoyen en Los Narcisos han tomado el poder... Trump se instaló en la Casa Blanca en enero de 2017 y la cuestión volvió a suscitarse tras su elección. James A. Herb inició un proceso contra él invocando el artículo 3 de la vigésima quinta enmienda, que fue rechazada por el Supremo. En febrero de ese año, un nutrido grupo de psiquiatras y psicólogos creó la plataforma Citizen Therapists Against Trumpism para alertar sobre los peligros que el perfil psicológico de Trump suscitaba.

Sostiene el autor que Sánchez tiene envidia a Felipe VI, por sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional

Dos eminentes psiquiatras publicaron, en marzo de 2017, un artículo en The New York Times en esa misma línea. Una marcha de mujeres que reunió a cuatro millones de personas se manifestaron el día siguiente a su investidura. Ninguna de estas iniciativas tuvo éxito y todos conocemos las incidencias durante la presidencia Trump. Estas actuaciones que parecen sacadas de un tráiler de Hollywood son impensables en otro lugar que no sea en los Estados Unidos de América.

Por supuesto, a nadie se le ocurre atribuir a Pedro Sánchez un perfil psicológico que le incapacitaría para gobernar. Y es que una cosa es el atrabiliario y obsceno narcisismo de Trump y otra muy distinta el formalmente atenuado narcisismo atribuible a Sánchez. A efectos políticos, sin embargo, el narcisismo de ambos tiene consecuencias inmediatas en la vida de los ciudadanos.

La American Psychiatric Association ha confeccionado un listado de nueve criterios que ayudan a identificar el trastorno de la personalidad narcisista. Dichos criterios, reunidos en el manual diagnostico (DSM-5), son los que enumeramos a continuación y trataremos de discernir su posible aplicación a la personalidad del presidente Sánchez. Estos son los nueve criterios para detectar el trastorno de la personalidad narcisista:

1. SENTIDO GRANDIOSO DE SU PROPIA IMPORTANCIA

Pedro Sánchez posee un sentido grandioso de sí mismo. Se siente capacitado para ocupar las más altas cotas de poder. En la lectura de su libro de memorias es observable el constante vaivén entre la percepción de su alta valía e importancia y el sentimiento de víctima al percibirse como no reconocido en lo que vale. La personalidad narcisista de Sánchez tolera mal a sus críticos y será éste un rasgo característico de su manera de encarar la acción política. Toda crítica, todo disenso, será asumido como un ataque personal y actuará en consecuencia. No concibe que su entorno no asuma la grandeza de su personalidad e ignore las altas capacidades de las que se cree investido.

2. FANTASÍAS DE ÉXITO ILIMITADO, PODER, ESPLENDOR Y BELLEZA

España fue uno de los países más afectados por el Covid-19. El número de los muertos confirmados es superior a los 160.000 fallecidos. Cifra que no ha sido certificada por los conductos del Gobierno, que siempre trató de minimizar su número. P. Sánchez, lejos de hacerse la autocrítica por el exceso de muertes y la ruina económica producida por la pandemia, se felicita de haber salvado 450.000 vidas y de la justeza de sus políticas de excepción, que fueron declaradas inconstitucionales por el TC.

3. CREER SER ESPECIAL Y ÚNICO. SÓLO PUEDEN COMPRENDERLO QUIE-NES SON DE SU NIVEL

Pedro Sánchez cree estar muy por encima del nivel de sus contrincantes. Quienes no saben apreciar sus muchas cualidades son unos pobres diablos, a los que la envidia y la superioridad ajena les impide ver su grandeza.

4. NECESIDAD EXCESIVA DE SER ADMIRADO

Llama la atención el culto a la personalidad de la que disfruta el presidente Sánchez, que recuerda a regímenes políticos de otras latitudes. Putin, Trump o Xi Jinping se ven rodeados por un profuso culto a la personalidad, que consideran tan justificado como merecido. Algunas actuaciones públicas de Sánchez nos recuerdan el culto a la personalidad del que los mencionados políticos disfrutan. No es muy normal ni habitual que un líder de una democracia europea reciba semejante culto.

5. CREE QUE TODO LE ES DEBIDO Y SUS DESEOS DEBEN CUMPLIRSE DE INMEDIATO

Es esta una de las características del narciso infantil. El niño lo desea todo porque le corresponde y lo quiere ya. Pero el problema se presenta cuando un narciso adulto pretende que sus deseos se conviertan en realidades inmediatas, en ese caso nos hallamos ante un narcisismo de índole patológica. A este rasgo psicológico obedece, tal vez, el recurrente uso de la figura del decreto ley a la hora gobernar. La urgencia no viene dictada por la realidad, sino por el deseo imperioso del líder. Pedro Sánchez, como buen narciso, pretende que todo le sea lícito y que sus deseos se conviertan en leyes, ya que no en vano cree encarnar en su persona la virtud pública e incluso la razón de Estado. El pueblo soy yo, piensa Sánchez en su ensoñación narcisista, pero no acaba ahí la cosa, también, el partido es él. La democracia es el gobierno de las leyes. Con el presidente Sánchez, sin embargo, la democracia se transforma en el reino de la arbitrariedad narcisista.

6. EXPLOTA AL OTRO EN LAS RELACIONES INTERPERSONALES. UTILIZA A LOS DEMÁS PARA SUS FINES

Para el Narciso, el otro no existe, o mejor dicho, tan sólo existe como posible instrumento a su servicio. Nuestro presidente tiene merecida fama de utilizar a cuantos le rodean y prescindir de su servicio tras ser utilizados. Tal vez, la mejor descripción de Pedro Sánchez en su faceta de utilizador, sin miramientos, de sus colaboradores se la debemos a Andoni Ortuzar, presidente del PNV, cuando en mayo de 2023 hizo la siguiente declaración: «Creo que todos los que hemos estado alrededor de Sánchez tenemos la sensación de que somos kleenex para él. Nos usa, nos tira, luego vuelve a coger otro kleenex (...) Creo que él nos ha utilizado a todos, sin excepción, incluido su propio partido».

7. FALTA DE EMPATÍA. NO SUELE RECONOCER NI COMPARTIR LOS SENTIMIENTOS Y NECESIDADES DE LOS DEMÁS

Nada más llegar a la Moncloa, Pedro Sánchez hizo un gran gesto de empatía cuando acogió al barco Aquarius en el puerto de Valencia, significándose como un ejemplo a seguir a nivel mundial. En su posterior ejercicio del poder, sin embargo, se ha de anotar la masacre de Melilla y la penosa acogida a los migrantes de Canarias, que representan la doble cara de su política migratoria.

8. ENVIDIA A LOS DEMÁS Y CREE QUE LOS DEMÁS LE ENVIDIAN

Del Manual de resistencia de Pedro Sánchez cabe entresacar la lista de todos a quienes envidia en un momento u otro de su devenir político. Menciona de manera especial a Barack Obama y Bill Clinton, en quienes admira su capacidad de adaptación y la coherencia de sus postulados. Es curioso y elocuente el hecho de que Sánchez admire a líderes del sistema presidencial americano, que no están sometidos a ninguna instancia superior. En este sentido, de sus comportamientos con la persona de Felipe VI cabe inferir una actitud de envidia al sentirse en posición inferior tanto en los protocolos como en la jerarquía constitucional.

9. ACTITUDES Y COMPORTAMIENTOS ARROGANTES Y ALTANEROS

Es una lástima que el idioma inglés no contenga un vocablo que sí tiene el castellano, la palabra no es otra que «chulería», que encaja perfectamente en los criterios para detectar el trastorno de personalidad narcisista. El lenguaje corporal de Sánchez, su modo de desplazarse, la manera de conducirse en público y las formas de dirigirse a sus adversarios políticos indican una personalidad que se cree superior y considera una pérdida de tiempo debatir con sus oponentes. Estas formas, modos y maneras las exhibió Pedro Sánchez en el famoso primer debate en el que confrontó, en el Senado, con el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.

Luis Haranburu Altuna es autor de «Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso. De la democracia al socialpopulismo autócrata», publicado recientemente.
Luis Haranburu Altuna es autor de «Pedro Sánchez y el Síndrome de Narciso. De la democracia al socialpopulismo autócrata», publicado recientemente.Editorial Almuzara

ANEXO 1: LA EXCEPCIÓN COMO NORMA... Y UN TIC PROPIO DE FRANCO

El gran logro político de Pedro Sánchez es el haber creado un enemigo frente al cual se justifican la arbitrariedad y el decisionismo iliberal con tal de vencer al mal y a la sinrazón, representados por la derecha conservadora de España. Todo vale si de vencer al mal se trata. Curiosamente el mecanismo emocional y mental que anima al bloque capitaneado por Sánchez se asemeja al de la cruzada con la que Franco pretendió erradicar del escenario político español a la anti-España, encarnada por las hordas judeo-masónicas. Este escenario bipolar construido por Pedro Sánchez corresponde fielmente al diseño que Carl Schmitt dibujó con éxito y fue implementado por el nacionalsocialismo alemán.

En un escenario político en el que el legislativo está colonizado y dominado por el ejecutivo, el líder que preside el Gobierno de la nación tiene la capacidad de imponer sus decisiones sin contrapeso alguno, convirtiendo la gobernanza en una acto soberano y excepcional. La excepción se convierte en regla y el decisionismo sustituye a la democracia deliberativa, donde el estado de derecho funciona gracias a la autonomía de los poderes del Estado. Una vez que el legislativo queda a merced del ejecutivo la democracia se devalúa y el Estado de Derecho queda supeditado al albur y a la decisión del líder que preside el ejecutivo. Este es el escenario político español que Sánchez ha construido neutralizando los contrapesos, en los que la democracia se fundamenta. En el escenario actual tan sólo escapa al control de Sánchez el poder judicial, que resiste como puede, incluso saltándose la letra de la Constitución con el ánimo de preservar su espíritu. Carl Schmitt dejó dicho que soberano es quien decreta el estado de excepción y Sánchez representa el triunfo de la excepcionalidad, fuente de la arbitrariedad.

La conocida ambición de poder del presidente Sánchez ha convertido en virtuosas todas las anomalías morales, éticas y políticas que repugnan a la razón política. El social-populismo de Sánchez ha justificado la creación de un muro infranqueable que excluye a los ciudadanos que disienten de sus políticas. Sánchez trata de imponer el imperio de sus decisiones sobre el Estado de Derecho. El bien, el progreso y el poder son sus estandartes, pero se rige por el dictamen de Thomas Hobbes: «auctoritas non veritas facit legem». Ni la verdad, ni la ley justa, ni la equidad forman parte de los atributos del social-populismo liderado por Pedro Sánchez.

ANEXO 2: EN SEMEJANZA A PUTIN

En la segunda parte de sus memorias —Tierra Firme— el presidente Sánchez se refiere a Putin en los siguientes términos: «La forma de ser de Putin determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de un país autocrático». Si el nombre de Vladimir Putin lo sustituyéramos hoy por el de Pedro Sánchez, posiblemente obtendríamos una foto fija de lo que acontece en esta España presidida por el autor de la frase. Efectivamente, la forma de ser de nuestro presidente determina su forma de ver el mundo y ha tenido un papel decisivo como dirigente de este país (cada vez más) autocrático. Es decir, Sánchez es consciente de que la personalidad de un dirigente determina su cosmovisión y ejerce un papel decisivo en su manera de gobernar. Lo que no dice el presidente es que él, al igual que Putin, padece de un trastorno de personalidad narcisista que determina su forma de ver el mundo y condiciona sus políticas.

Acabamos de asistir al psicodrama representado por Sánchez con ocasión de sus cinco días de reflexión que han tenido en vilo a España.

Continuará.