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-Si no es el Gobierno de mi país el que está detrás de esta operación, ¿quién podría serlo?
El periodista Hichem Aboud, argelino de origen bereber, conversa con Crónica desde París cuando todavía el miedo le recorre el tuétano. Exiliado en la capital francesa desde hace décadas, este opositor al régimen militar de Argel sabe que está vivo de milagro.
El pasado jueves 17 de octubre, Aboud sufrió un secuestro que parece sacado de una película de espías. No era la primera vez que vivía un episodio parecido. Asegura que antes ya habían intentado envenenarle en Lieja (Bélgica), en noviembre de 2021, y secuestrarlo en Madrid, justo 13 meses más tarde, en diciembre de 2022.
Pero esta vez fue en Lebrija, un pequeño municipio de Sevilla bañado por los últimos kilómetros del cauce del río Guadalquivir, desde donde los narcotraficantes sacan sus lanchas a mar abierto para ir en busca de cocaína y hachís, y por donde luego cuelan sus mercancías hacia tierra firme a bordo de sus veloces embarcaciones. Hoy en día esta comarca se ha convertido en uno de los puntos más calientes del tráfico de drogas a nivel nacional gracias a su ubicación. La desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), está a 25 kilómetros de allí, río abajo.
Ese jueves, Hichem Aboud había viajado hasta Barcelona a «reunir algunos contactos», según se limita a contar por teléfono el propio periodista. Después, tenía previsto continuar su trayecto hasta Madrid para reunirse «con compañeros» de la redacción de Atalayar, una revista digital española con la que colabora desde hace más de dos años y cuyas informaciones son cercanas a Marruecos y muy críticas con quienes gobiernan en Argelia.
Pero al poco de llegar a la capital catalana en un vuelo procedente de Bruselas, varios coches cercaron a Aboud a la altura del número 24 de la calle Raset, cerca de la Avenida Diagonal. Rondaban las 23.30 horas de la noche. Eran cuatro captores. Iban encapuchados. Varios testigos le contaron luego a los Mossos d'Esquadra que vieron a la víctima cargando una maleta y preguntando por una dirección con la que no conseguía dar.
Durante el forcejeo, el periodista perdió su teléfono móvil. Entre gritos, sus secuestradores lo metieron de inmediato en uno de esos vehículos, que rápidamente se dieron a la fuga. No le pegaron, pero sí le zarandearon, explica Hichem Aboud. También le vendaron los ojos y le maniataron.
Él no sabía adónde lo llevaban ni qué iba a pasar con su vida, pero se temía lo peor, dados los precedentes. Al poco de arrancar el automóvil en el que iba Hichem Aboud, uno de los secuestradores, el que parecía actuar como jefe, dijo: «Dirección a Málaga». Ese primer destino estaba a 970 kilómetros de distancia.
Durante el trayecto hasta el sur de España, los captores del periodista argelino cambiaron varias veces de coche al secuestrado. También realizaron varias paradas. La más larga duró alrededor de tres horas, tiempo que Aboud sabe que estuvo retenido en un edificio cercano al puerto de Málaga. La costa de la ciudad era la primera opción para sacar en barco de la península al reportero.
'IN EXTREMIS'
Pero, por alguna razón que todavía se desconoce y que se está investigando, los secuestradores deciden cambiar de lugar. Es entonces cuando trasladan a Aboud por carretera durante 200 kilómetros más, hasta llegar a Lebrija, un municipio de 27.500 habitantes ubicado en el sur de la provincia de Sevilla. Por el este, el pueblo está rodeado de marismas, una vasta extensión llana de tierras que se extiende hasta la margen derecha del Guadalquivir.
Se trata de una zona deshabitada, agreste, con enormes explotaciones agrícolas. Allí sólo se levantan, muy distantes unas de otras, algunas naves de aperos de los agricultores locales y de otros de municipios vecinos. Esa lejanía de un núcleo urbano convierte al lugar en un punto estratégico para los narcotraficantes, que en el cauce del río encuentran numerosas playas en las que alijar su droga o poner sus lanchas en el mar. Aunque la Guardia Civil patrulla por allí, divisar y capturar a los narcos es una tarea sumamente compleja para los uniformados, salvo que la operación lleve una investigación previa detrás.
Los secuestradores de Hichem Aboud quisieron continuar con el rapto del periodista argelino a través de las aguas del río grande andaluz. Un día después del secuestro en Barcelona, cuando ya había caído la noche del viernes 18 de octubre, varios coches se acercaron a una zona de las marismas de Lebrija con acceso a pie hasta el mismo cauce del Guadalquivir. A su encuentro iba una embarcación con varios tripulantes a bordo.
En ese momento, por allí patrullaba un coche de la Guardia Civil del puesto de Lebrija. Los agentes sospecharon que se podía tratar de un alijo de droga o de la salida de alguna lancha cargada de traficantes o de combustible para las embarcaciones de los narcos que operan en mar abierto. Sin embargo, cuando se acercaron allí vieron a tres personas a pie de río y se percataron de que la lancha que se aproximaba daba media vuelta y se marchaba.
Los agentes actuaron de inmediato. Uno de esos tres hombres estaba maniatado, descamisado y con los ojos vendados. Junto a él estaban un senegalés y un marroquí. Los guardias civiles pensaron en un primer momento que se trataba de un posible ajuste de cuentas o un secuestro relacionado con alguno de los numerosos clanes que operan en este tramo del río Guadalquivir.
Luego, al escuchar el testimonio de Hichem Aboud, entendieron que se trataba de un caso con trasfondo político. El periodista, autor del libro La mafia de los generales, una radiografía de las corruptelas del régimen militar que gobierna el país desde hace décadas, les aseguró que el Gobierno de Argel lo tiene en su punto de mira y que le acusa de terrorismo por sus informaciones y sus posicionamientos ideológicos.
Aboud presentó una denuncia formal tras su liberación. Los dos secuestradores pasaron a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Lebrija, que en ese momento se encontraba en funciones de guardia.
El juez José Ignacio Rodríguez Pérez decidió enviar al ciudadano senegalés y al marroquí a prisión provisional, comunicada y sin fianza, según informan fuentes oficiales del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). Las diligencias se han declarado secretas. Se les investiga por la presunta comisión de los delitos de detención ilegal y lesiones. Fuentes consultadas por este suplemento explican que, de los dos detenidos, a priori sólo uno de ellos formaba parte de la operación de secuestro iniciada en Barcelona, a más de 1.000 kilómetros de ese punto perdido del Guadalquivir.
"la inteligencia del régimen argelino"
De vuelta ya en Francia, Hichem Aboud de nuevo relata lo sucedido: «No pasé ni un solo día en Barcelona. Tan pronto como llegué, me secuestraron. No me dijeron nada ni me dieron ninguna explicación. Fueron cuatro los que me secuestraron. Si no es el Gobierno argelino el que está detrás de esta operación, ¿puede decirme usted quién podría serlo? Si conoce a algún enemigo mío, además del Gobierno argelino, dígamelo», explica el periodista. «Argelia nunca me ha acusado de espiar en su contra. Pero sí me acusa de terrorismo».
Sobre Hichem Aboud pesan varias órdenes internacionales de detención dictadas contra él por el régimen argelino a raíz de varias condenas relacionadas con sus escritos y vídeos en redes sociales. En Atalayar, la revista española en la que colabora, algunas de sus últimas informaciones llevan por título Argelia: la represión se intensifica tras la parodia electoral del 7 de septiembre o Argelia: unas elecciones para el espectáculo.
- En caso de que la investigación determine que la mano de Argelia está detrás de su secuestro, ¿cree que querían matarlo en Argelia o lanzarle a aguas del Estrecho de Gibraltar para que desapareciera?- pregunta este reportero de Crónica.
- No tengo que especular sobre las intenciones de los secuestradores. Pero tengo claro que son sicarios a sueldo del régimen.
Rachid Raha preside la Asamblea Mundial Amazigh, una ONG con sede en Bruselas que defiende los intereses culturales de la población bereber. Tras conocerse la liberación de Hichem Aboud, Raha aseguró en Rabat (Marruecos) que los secuestradores obedecían a «los servicios de inteligencia del régimen militar argelino».
En 2021, Argelia decidió romper relaciones diplomáticas con Marruecos. El gobierno de Argel acusó al de Rabat de cometer «acciones hostiles» al prestar apoyo al Movimiento para la Autodeterminación de la Cabilia, la principal región bereber argelina. Se trata de una organización que Argel califica como terrorista y que se sumó en 2019 al Movimiento Popular del Rif, el cual forzó la salida del poder del expresidente argelino Abdelaziz Buteflika, quien ocupó el cargo durante dos décadas tras la guerra civil vivida en el país (1992-2002).
TERRITORIO NARCO
El final del secuestro de Hichem Aboud se dio en un punto de la geografía española que, en los últimos diez años, se ha acostumbrado a conocer casos de secuestros, torturas y asesinatos con demasiada frecuencia. El narcotráfico y sus redes de distribución atraen a grupos secundarios que se dedican a raptar a deudores, ajusticiar a soplones o hacer desaparecer a ladrones. Algunos de ellos proceden de Francia y tienen origen senegalés. También los hay de procedencia argelina. En septiembre de 2019, cuatro hombres de Senegal realizaron un viaje exprés desde la ciudad francesa de Marsella hasta Chipiona (Cádiz), a 45 kilómetros de Lebrija y a 10 de Sanlúcar de Barrameda, para esclarecer la pérdida de un cargamento de hachís. Mataron a un hombre, cuyo cuerpo tiraron a una cuneta, e hirieron de manera grave a dos más.
A finales de 2023, A.B., marroquí de 39 años, fue secuestrado en Sanlúcar y trasladado a una vivienda a las afueras de Algeciras (Cádiz ). No aparecían 600 kilos que una banda de narcos le había confiado. Lo torturaron durante varios días a base de latigazos en la espalda.
Un agente antinarcóticos que trabaja en la zona donde muere el Guadalquivir, señala: «Sea quien fuera el que orquestara el secuestro de ese periodista argelino, lo cierto es que la sombra del narco opera detrás. Si fue Argelia, confió en ellos para sacarlo de la península. Pero ese día tuvo la suerte de cara».