CRÓNICA
Un misterio que prevalece

20 años del vasco sin corazón: "Insinuar que al cuerpo de Miguel Ángel le faltaba ese órgano porque fue usado para tráfico de órganos es un disparate"

Lo afirma el forense de fama mundial Francisco Etxeberria. Dos décadas se cumplirán este año del hallazgo en Estocolmo del cadáver de Miguel Ángel Martínez, un vasco cuyo cuerpo fue remitido desde Suecia a Inglaterra sin corazón y parte de su hígado. Una tercera autopsia realizada al cuerpo del difunto corrobora que fue enviado a Londres sin corazón

Miguel Ángel Martínez Santamaría, el vasco que fue encontrado muerto en Suecia en 2005.
Miguel Ángel Martínez Santamaría, el vasco que fue encontrado muerto en Suecia en 2005.
PREMIUM
Actualizado

"Insinuar que al cuerpo de Miguel Ángel Martínez Santamaría le faltaba el corazón porque podría haber sido potencialmente utilizado para tráfico de órganos es un fenomenal disparate", asegura el antropólogo forense Francisco Etxeberria Gabilondo. "Nunca un órgano procedente de un cadáver sirve para nada de eso, lo cual debería resultar suficiente para tranquilizar a la familia, al menos en ese aspecto".

Lo cierto es que a la hermana del fallecido, Blanca Martínez Santamaría, le tranquilizan más bien poco las apreciaciones del profesor de Medicina Legal de la Universidad del País Vasco porque, a su juicio, intentan desmontar "de un modo irracional" los fundamentos de toda su cruzada para que se conozca la verdad respecto al misterio que rodea la muerte violenta de Miguel Ángel y a la ulterior desaparición de algunos de sus órganos.

Para saber más

Las discrepancias entre ambos tienen su origen en un informe elaborado hace cinco años por el antropólogo forense a petición del Ayuntamiento de Getxo. El dictamen de Etxeberria fue tan demoledor que comprometió cualquier futura ayuda pública de la administración a la familia. No sólo cuestionó las supuestas irregularidades de las autoridades suecas denunciadas por Blanca, sino que puso incluso en entredicho que el cadáver no hubiera sido correctamente identificado o que hubiera llegado a Londres sin su corazón.

A partir de ese dictamen, Blanca tuvo que olvidarse de la posibilidad de que las instituciones vascas le ayudaran a financiar la exhumación del cadáver de su hermano para practicarle otro examen post mortem. Sucedió, sin embargo, que la tercera autopsia fue realizada en 2021, claro que no a instancias del Gobierno vasco, sino a la del presupuesto de una productora madrileña de televisión (Cuarzo) que realizó una docuserie sobre el caso para Discovery.

El antropólogo forense Francisco Etxeberria Gabilondo.
El antropólogo forense Francisco Etxeberria Gabilondo.Javier EtxezarretaEFE

Ese tercer examen forense fue practicado por el vallisoletano Aitor Curiel López de Arcaute el 20 de julio de 2021 en unas dependencias alquiladas en Queens Road, el cementerio londinense de Walthamstow. López de Arcaute descartó como improbable que Miguel Ángel falleciera ahogado y una vez más, vino a confirmar que en el cadáver de Martínez Santamaría enviado a Inglaterra desde Suecia no había nada compatible con el corazón, tal y como había dicho el británico Witkins.

El misterio que rodea a su caso ha vuelto ahora a salir a la palestra a raíz del estreno mundial de la serie de HBO/Max en mayo de 2024. Aunque la autopsia de López de Arcaute ha dado la razón a Blanca, el vasco insiste en que la trama de la familia y de los periodistas es una fantasía. Según el antropólogo forense, la historia ha sido urdida a partir de informaciones fragmentarias y malentendidos.

"A Blanca hay que comprenderla, quererla y ayudarla, pero tampoco es de recibo que se explique todo lo ocurrido como una confabulación de todas las autoridades policiales, forenses, políticas, ministeriales y profesionales que han intervenido en el caso, entre las cuales yo me encuentro. De entrada, no me creo que la policía no hiciera nada", asegura Francisco Etxeberria.

Un cadáver en Estocolmo

Pero hagamos antes un paréntesis para explicar los antecedentes de esta historia divulgada por primera vez en 2015 por Crónica. Miguel Ángel Martínez abandonó en tren el País Vasco en abril de 2005 con más de 10.000 euros en su cuenta y el propósito de conocer Europa. Su familia ya no volvió a saber de él hasta el 29 de septiembre de ese mismo año, fecha en la que recibió una llamada de una comisaría de Bilbao mediante la que se le comunicaba que Miguel había aparecido flotando muerto en avanzado estado de putrefacción junto a la orilla de un fiordo de la capital de Suecia.

El cementerio londinense donde Miguel Ángel fue enterrado.
El cementerio londinense donde Miguel Ángel fue enterrado.

La policía sueca concluyó que se había quitado la vida y, 18 meses después, remitió una autopsia definitiva donde se sugería que Miguel Ángel podría haberse arrojado desde uno de los buques que efectuaban el trayecto entre Helsinki y Estocolmo semanas antes del hallazgo de su cadáver (22 de septiembre de 2005). De acuerdo a aquel examen post mortem firmado por la sueca Petra Rästen-Almqvist, el vasco murió por ahogamiento, presentaba signos de encharcamiento pulmonar y llevaba ya mucho tiempo en el agua cuando sus restos se encontraron.

Nadie lo hubiera puesto en duda de no haberse producido una circunstancia singular. Miguel Ángel manifestó su voluntad de ser enterrado junto a una antigua novia en la capital británica. Su cadáver fue trasladado el 4 de noviembre de 2005 al aeropuerto de Heathrow, en Londres, donde los británicos efectuaron 13 días más tarde una segunda autopsia que dejó estupefacta a la familia. Lo que Peter Witkins aseguraba tras su examen es que el cadáver enviado por los suecos carecía de corazón y de la mitad del hígado. Literalmente, el patólogo escribió: "El corazón no fue identificado".

Dos autopsias, dos versiones

Desde entonces, hay al menos dos versiones peleándose entre sí: la de los suecos que Etxeberria da por buena y la de la familia y los periodistas. La primera sostiene que todos los procedimientos policiales, administrativos y forenses se realizaron de acuerdo a la legalidad y la segunda ha atesorado una montaña de pruebas de las irregularidades, ardides, embustes, chapuzas y ninguneos de la parte escandinava. Los allegados de la víctima ni siquiera estaban convencidos de la verdadera identidad del muerto que yacía en Gunnersbury hasta que se le practicó una prueba de ADN, también a instancias de Discovery.

"Como dije ya en mi informe, el cuerpo de Miguel Ángel se identificó correctamente", afirma el forense vasco. "Concretamente, la identidad fue establecida en Suecia mediante el cotejo de la huella dactilar del segundo dedo de la mano derecha del cadáver recuperado del agua con la reseña oficial del DNI facilitada por la policía española".

El momento de la tercera autopsia practicada a Miguel Ángel y financiada por la productora Cuarzo.
El momento de la tercera autopsia practicada a Miguel Ángel y financiada por la productora Cuarzo.

De lo que no existe duda alguna es de que el cuerpo de Miguel Ángel fue enviado a La Morgue de Estocolmo como un "muerto sin identificar". Fue la enfermera de origen español Isabela Franco Cereceda la que halló una fotocopia de su DNI en el bolsillo durante una guardia nocturna en el depósito de cadáveres. Con todo, Etxeberria resta relevancia a ese episodio. "Claro que los policías lo registraron. Lo que pasa es que el papel plegado del DNI pudo pasar desapercibido", afirma. "¿Está bien hecho? ¿Pues no. Y esto irrita a la familia y desconcierta a cualquier observador".

Un posible error de traducción

El experto en Medicina Legal también se reafirma en que el supuesto misterio vinculado a la desaparición del corazón se debe, en realidad, a un error de traducción o de interpretación del "superficial estudio" realizado por el inglés en Londres. A juicio del profesor, el hecho de que la tercera autopsia hecha para Discovery por el forense vallisoletano diera la razón a Blanca no ha invalidado su posición.

"Yo no digo que Curiel esté mintiendo cuando dice que tampoco halló ese órgano durante su examen", sostiene Etxeberria. "Pero la cuestión aquí es que, durante una autopsia, tú tomas el corazón y lo troceas en láminas como si fuera chorizo para ver cómo está el músculo. Cuando lo retornas a la cavidad torácica, está muy poco reconocible porque el resultado final es una mixtura de tejidos indistinguibles. Una atenta lectura del informe inglés permite asegurar que lo que allí se dice es que el corazón no fue identificado entre el magma de vísceras, lo que resulta bien distinto de afirmar que no estuviera".

Una atenta lectura del informe inglés permite asegurar que lo que allí se dice es que el corazón no fue identificado entre el magma de vísceras, lo que resulta bien distinto de afirmar que no estuviera

Francisco Etxeberria sobre la segunda autopsia practicada a Miguel Ángel.

Es oportuno precisar aquí que esa misma expresión de "corazón no hallado" que Etxeberria cree que se ha malinterpretado ha sido usada por los británicos en muchas ocasiones de manera estándar para describir el estado de la docena de cuerpos sin órganos remitidos al Reino Unido desde países como España o Francia, donde a menudo los cuerpos se vacían legalmente para las autopsias sin el consentimiento de las familias. Hablar de "corazón no hallado" no excluye que no esté.

"Una atenta lectura" de la formulación de Witkins no deja tampoco lugar a ambigüedades cuando, de manera inequívoca, señala: "No fue posible identificar una causa de muerte debido a la ausencia del corazón". La propia forense sueca aclaró en su día que únicamente tomó un pedazo de 2 por 2 centímetros para realizar las pruebas pertinentes, y al concluir su trabajo, devolvió el tejido al cuerpo. Nadie rebanó ese corazón, si es que Petra no miente.

De acuerdo a la versión policial de los hechos, el vasco llevaba varias semanas flotando en el agua cuando su cadáver fue hallado. No obstante, ni los billetes suecos que la Policía encontró entre sus pertenencias, ni la mencionada copia del DNI hallada por una enfermera mostraban signo alguno de haber permanecido dentro del agua.

Al decir de Etxeberría, tampoco esto es significativo. "Alguien le dijo a Blanca que es imposible que un papel se conserve tanto tiempo en el agua y eso no es cierto. Precisamente el papel plegado queda protegido por el bolsillo y apenas se degrada si no hay manipulación del cuerpo, aunque se mueva por la corriente de agua muchas millas. Como tampoco creo que no se hicieran fotos del levantamiento del cadáver. Con toda seguridad, hay fotos pero a las familias no se las enseñan salvo que se presenten con un mandamiento judicial".

Lo inverosímil: el tráfico de órganos

En lo que sí coinciden Etxeberria y el forense vallisoletano es en la imposibilidad de que el corazón fuera usado para trasplantes. "De un cadáver no puede aprovecharse nada salvo que uno se muera en un recinto hospitalario que se ocupe de ello y prepare el proceso", asegura el guipuzcoano. Arcaute respaldaba ese mismo parecer con un dato objetivo: las únicas marcas quirúrgicas que presentaba el cuerpo eran las de la autopsia judicial.

Al igual que el británico, el vallisoletano tampoco halló signos de asfixia por sumersión como encharcamiento pulmonar o líquido en el estómago, lo que le llevó a concluir que era improbable que Miguel Ángel falleciera ahogado. Una vez más, el profesor vasco resta validez a las conclusiones que llevaron a plantear a Arcaute la posibilidad de que Miguel Ángel hubiera muerto ya antes de caer al agua.

"Uno de los síntomas para valorar la posibilidad de una asfixia mecánica por sumersión es que el agua inunde las vías respiratorias hasta la segunda ramificación del árbol bronquial", objeta Francisco Etxeberria. "Curiel y el segundo forense británico no encontraron agua porque la sueca ya había hecho previamente una disección de la tráquea. Si Petra no hubiera tocado los pulmones, hubieran podido apreciar esa inundación".

Blanca Martínez Santamaría, hermana de Miguel Ángel, en un fotograma de la serie sobre el suceso.
Blanca Martínez Santamaría, hermana de Miguel Ángel, en un fotograma de la serie sobre el suceso.HBO MAX

A juicio de Blanca, tanto el informe de Etxeberria como sus opiniones posteriores a la tercera autopsia son un compendio de juicios de valor y de opiniones acientíficas ajenas a los hechos que, sin embargo, resultó determinante para configurar la posición de la administración vasca porque nadie en el entorno de la política vasca se planteaba tan siquiera que un antropólogo tan reputado en Euskadi orillara el rigor científico y se dejara llevar por sus prejuicios y sus emociones.

"En efecto, él ha dicho que la identificación se estableció en 2005 mediante el cotejo del segundo dedo de la mano derecha, pero resulta que yo no tengo ningún documento que lo acredite", asegura la hermana. "Incluso la propia policía sueca reconoció en 2014 que la identificación no se hizo de forma correcta. Etxeberria también sabe que no se hicieron fotos del levantamiento del cadáver. Y no es que yo me lo inventara, sino que la propia policía de Estocolmo lo reconoció en un documento. Dice que el corazón no fue detectado debido a la licuefacción y resulta que el cadáver estaba perfectamente conservado al llegar a Londres porque yo le pagué a la funeraria para que lo embalsamaran".

"En cuanto al tráfico de órganos, yo no sé si el caso de mi hermano se halla o no relacionado con ello porque nadie hasta la fecha ha abierto una investigación. Digan lo que digan, yo sigo contemplando esa posibilidad", continúa Blanca.

"Además, cuando Etxeberria se pronunció en su informe, no se había realizado todavía la exhumación. Él se limitó a realizar suposiciones sin ninguna argumentación adicional. Se mojó utilizando tendenciosamente algunos documentos e ignorando otros. Todo se resume aquí en que el Gobierno de España debería haber abierto una investigación a Suecia y no lo hizo. Etxeberría debería estar callado. Claro que, si quiere hablar, tal vez debería aclarar quién le entregó a la ex parlamentaria del PNV, Eva Juez, su informe técnico pericial".