«Tiene en la punta del Oeste una fuente ó manadero de un licor, como açeyte, junto á la mar, en tanta manera abundante que corre aquel betun ó licor por ençima del agua de la mar». Tomamos prestada la descripción de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, primer cronista de las Indias, para arrancar este reportaje. En 1535 él escribió, en el castellano antiguo propio del siglo XVI, la obra Historia general y natural de las Indias. Allí detalló la geografía, flora, fauna y costumbres de los pueblos indígenas. El entrecomillado describe el petróleo de la isla de Cubagua, en la desaparecida ciudad de Nueva Cádiz, primera urbe de Venezuela.
«Algunos de los que lo han visto diçen ser llamado por los naturales "stercus demonis" [estiércol del demonio]; é otros le llaman "petrolio", é otros "asphalto"», continuaba el testimonio. Aquí lo más curioso: «Hallan que es utilíssimo en muchas cosas é para diversas enfermedades, é de España lo envian á pedir con mucha instançia por la experiençia que desto se tiene».
«Con esta información, el 3 de septiembre de 1536, la reina Juana pide un barril de petróleo a los oficiales del Cabildo de la ciudad de Nueva Cádiz para aliviar la gota que sufría Carlos I de España [también conocido como emperador Carlos V]», puntualiza Emilio Acosta, diplomado en Historia de España e Hispanoamérica.
Sin saberlo, Juana la Loca dio inicio a una larga relación petrolífera de amor-odio entre Venezuela y España que partió de un uso doméstico hasta llegar al uso industrial del presente. El petróleo venezolano, fuente de corrupciones, riquezas y problemas. Bien lo saben Raúl Morodo, ex embajador español en Venezuela durante el gobierno de Zapatero, y el presidente Donald Trump, que acaba de revocar el permiso de exportación a Repsol y otras petroleras.
Llamarlo el "estiércol del demonio" fue como una especie de premonición de lo que sería en el futuro el petróleo para Venezuela
El fallecido historiador venezolano Aníbal R. Martínez también hace referencia al primer envío petrolífero en su libro Cronología del petróleo venezolano. «Juana, reina de España, en una carta de Valladolid dirigida "a los oficiales que embien azeite pretrolio de Nueva Cádiz", ordena que "en todos los nabios que partieren desa dicha ysla me embieys dello lo mas que pudieres". La reina menciona "una fuente" de petróleo en Cubagua y que todas las cantidades ya enviadas "ha parecido que es provechoso"».
Ese «barril de petróleo», según corroboró R. Martínez, se envió a España el 30 de abril de 1539 para «aliviar la gota del emperador Carlos V». Convirtiéndose en «la primera noticia documentada de algún envío de petróleo de Venezuela al exterior». Finalmente, el 31 de octubre, «el barril de petróleo es enviado por la Casa de Contratación a la Reina en Madrid bajo la custodia de Alfonso García, un arriero de Cuerva».
«No es un barril moderno, claro, sino un barril más o menos de madera como se solía hacer en la época para transportar licores», matiza Acosta, también director de Venezuela Provincial, un medio de divulgación de la historia del país caribeño. Por su parte, el prestigioso historiador venezolano Rafael Arráiz Lucca considera que «propiamente no fue un barril» y agrega: «Yo presumo que ha debido de ser como un ánfora, una vasija o una botella».
El profesor e historiador venezolano Arráiz Lucca recuerda los usos del petróleo en Venezuela en la época prehispánica. «Se usaba para tratar enfermedades y para carenar los barcos, es decir, para impermeabilizarlos y sellarlos». Sobre la fiabilidad de las propiedades curativas del petrolio, Acosta recuerda que Carlos V «se tuvo que retirar de la corona porque no aguantaba los dolores de la gota». Por tanto, «al final como que el petróleo no le ayudó mucho a curarse», bromea, y recuerda que «se ha demostrado científicamente que en verdad no sirve. Era una creencia en aquella época y ya está».
España no llegó a explotar ni exportar el petróleo de manera comercial en la época virreinal. No obstante, cientos de años después, el crudo venezolano creció y se fortaleció hasta llegar a la explotación industrial en el siglo XX. Así, España comenzó a importar petróleo venezolano después de la Segunda Guerra Mundial. Empresas como Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la española Campsa iniciaron una relación comercial. Repsol apareció en Venezuela en 1993. En 2005 se formalizó la colaboración entre la compañía española y PDVSA cuando llegaron a acuerdos estratégicos para fortalecer el sector energético.
la corrupción DEL ENVIADO DE ZAPATERO
Durante la presidencia de Zapatero, dos españoles en Venezuela extrajeron dinero proveniente del petróleo de forma irregular. Se supo a finales del año pasado: Raúl Morodo, embajador de España en Venezuela con Zapatero, fue condenado por el delito de haber percibido, junto a su hijo Alejo, comisiones de al menos 4,5 millones de euros por parte de PDVSA por asesorías ficticias. La empresa estatal venezolana tampoco ha sido de fiar desde que pasó a ser controlada por el chavismo.
El año pasado, tras las fraudulentas elecciones, el gobierno de Maduro exigió mayores pagos a las empresas extranjeras que operan en Venezuela, Repsol incluida. Esto generó inestabilidad en las relaciones comerciales con España. La vicepresidenta Delcy Rodríguez se reunió con la empresa española para destensar la situación. Finalmente, 2024 cerró como uno de los años en los que España importó más petróleo.
Sin embargo, EEUU ya anunció que revocaría los permisos que permiten a Repsol y al resto de petroleras extranjeras operar en Venezuela. La medida forma parte del paquete de sanciones para presionar al régimen de Nicolás Maduro. La administración Trump sabe cómo darle al gobierno de facto venezolano donde más le duele: en el stercus demonis.
«Llamarlo el "estiércol del demonio" fue como una especie de premonición de lo que sería en el futuro el petróleo para Venezuela», señala Acosta refiriéndose a que el petróleo ayudó a Venezuela a desarrollarse, pero que «lamentablemente, como nunca se sembró el petróleo, como bien decía el intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri, y no se diversificó la industria, Venezuela se convirtió en un país monoproductor, dependiente del petróleo».
De ahí que la crisis económica gire en torno a la mala gestión de ese oro negro o «mene», como le llamaban los indígenas. Los venezolanos aman el petróleo por la riqueza que alguna vez brindó; y lo odian por la corrupción a su alrededor. Aunque el desprecio va para quienes han sacado provecho de la desgracia, como el embajador de Zapatero.