TOROS
San Isidro 2024

Sebastián Castella, en la intimidad del triunfador de 2023: "La juventud ha perdido el miedo a defender la tauromaquia"

Es el torero más importante de la historia de Francia, un título que se le queda pequeño. Es Madrid el escenario mayor de su carrera: nadie alcanza sus cifras en el siglo XXI. 24 años después sigue el miedo: "Y el día que no lo sienta es mejor que me vaya a casa"

Sebastián Castella torero San Isidro 2024
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La puerta de la habitación 505 del hotel Colón de Sevilla, una suite tan blanca como la habitación de un hospital, así de aséptica, está decorada con el cuadro de Los Borrachos de Velázquez, o el Triunfo de Baco. Un contraste. Como el que provocan las muletas rojas apiladas sobre el sofá, también blanco, en este marco minimalista. Sébastien Turzack Castella (Beziers, Francia,1983), Sebastián Castella en los carteles, torea esta tarde [19 de abril] en la Maestranza. Gasta perilla de mosquetero y viste un pantalón color salmón y una camisa azul falange. Nunca permite a nadie violar la intimidad del ritual, ni le gusta la compañía en las horas previas a la corrida. Prefiere la soledad, pensar tranquilo, mascullar los miedos que serpentean por dentro de este tipo frío. Hace una excepción con EL MUNDO. Apenas pasan unos minutos de las doce del mediodía, y ya pide al servicio de habitaciones la comida: una lubina al vapor y un yogur de fresa. «Normalmente como pasta, pero hoy no me entra nada. La responsabilidad, ya sabe», comenta con un lacónica sonrisa. No ha desplegado aún la capilla que siempre le acompaña, ni ha llegado el mozo de espadas, ni el vestido coral y plata de estreno que viene, bordeando el aviso, del taller de sastrería de Madrid. Es pronto y se empieza a hacer tarde.

Preparamos con tiempo la cita con vistas a la feria de San Isidro. Lo prefiere antes de que mayo dispare los miedos, el temor, el temblor escénico. Es la plaza de Las Ventas el escenario mayor de su carrera. Nadie en el siglo XXI, y llevamos ya un cuarto de él, alcanza sus cifras. Seis Puertas Grandes con el acento mayor de haber rendido cinco de ellas cortando dos orejas de un mismo toro. Y no sé si pasa ya los 30 trofeos.

Fue 2023 Madrid la plaza capital, la piedra angular, de la temporada de su retorno, el verdadero trampolín de su relanzamiento, de su transmutación, la distinción del resto del año. Le ha dado Sebastián Castella una vuelta de tuerca a su toreo, un juego de muñecas a su verticalidad de hielo, una expresión a su talla de iceberg. Si exacta se antojó la faena al toro de Jandilla que supuso su sexta Puerta Grande, aún mayor repercusión obtuvo con la gran tarde de Otoño de Victoriano del Río, sin refrendo con la espada. Y entre medias, la sangre derramada, una cornada de 20 centímetros el 2 de junio que encajó como es él, sin un aspaviento, ni una mueca de dolor. Reapareció el 17 de junio en la Corrida de la Beneficencia ante el Rey de España.

Cuando dijo adiós en 2020, acumulaba 1214 corridas, 24.00 toros, 1.480 orejas, 45 faenas de rabo...

Cuando volvió en 2023, las cosas no rodaban en el año de su reaparición, hasta que alcanzó la Monumental de las Ventas, su plaza, y arrasó con todos los premios de San Isidro...

Al final de la temporada de su regreso había rendido las tres plazas capitales del toreo: Madrid, Sevilla y México. Por esto y por todo es la figura más importante de la historia de Francia, aunque ese corsé le queda pequeño a su trayectoria transoceánica, a su currículo hispánico, a sus números americanos.

¿Qué significa Madrid en su trayectoria?
Todo. Le cuento una anécdota que reservo para un libro, para mi historia, que no sé cuándo escribiré. Arrancó la temporada de 2023 muy complicada. Después de apostar fuerte con las primeras ferias, con un regreso en Francia ante una corrida de La Quinta en mano a mano con el número 1 (Roca Rey), no rodaron las cosas. Por circunstancias, ni en Valencia, ni en Castellón, ni en Sevilla pasó nada. Y en Jerez, tampoco. Quedaban siete días para San Isidro y en esos días, lleno de dudas, me preguntaba: "¿Para qué he vuelto?". Se lo decía a mi novia, Katia: "No sé para qué he vuelto. De verdad, creo que no estoy. O tengo que volver a ser el torero de antes o he perdido la capacidad". Y de pronto llega lo de Madrid [la Puerta Grande], además, con tres o cuatro muletazos, lo que yo buscaba tanto. Otra vez Madrid. Por eso es todo para mí.
¿Y cuál es el secreto de esa conexión?
Reside en que me lo creo mucho, creérselo es clave. Y que la gente siempre me está esperando. Madrid siempre me ha esperado. Y eso me da la seguridad de que, cuando llega, lo resuelvo. Era una apuesta muy fuerte, entre muchas dudas por darle una vuelta de tuerca a mi toreo y también el cambio de chip al aficionado.
Esa "vuelta de tuerca" que se percibe en su toreo, ¿en qué consiste?
En la parte estética, en sentirme. El tiempo que estuve sin torear me dediqué a la pintura, como sabe. Y cuando estaba a gusto en algunos momentos cogía la muleta y me iba al espejo. Y ahí estaba horas y horas buscando el muletazo. [Como el Santo Grial]. No haciendo faenas, sino persiguiendo el muletazo. Repetía y repetía. Y luego quieras o no lo vas sacando, y tu cuerpo se va acostumbrando. Ya lo tenía, en el campo lo tenía. Sólo quedaba sacarlo en la plaza, con el toro. Y salió. Salió en Madrid. Después, todo cambió.
Pasa por ser un torero aparentemente frío y racional y, sin embargo, usted se considera un intuitivo.
Claro. Lo que sucedía es que no dejaba que mi intuición y mi toreo se soltasen. Tenía un concepto vertical, muy erguido, y una idea de arrimarme mucho al toro. Y al final no me tomaba ese tiempo necesario. Al final, la torería es eso, la calma en la faena. Es verdad también que la línea del toreo vertical, Manolete, Joselito (José Miguel Arroyo), José Tomás, es la que a mí me llena, pero creo que el toreo es más amplio. Si uno quiere permanecer mucho en la profesión, debe nutrirse de todos y crecer. Si no creces, te estancas.

"Tengo mis manías, me gusta estar solo. Mínimo una o dos horas antes de la corrida. Creo en Dios, pero no le pido demasiado"

Su gesto es impasible en cualquier circunstancia, incluso en la cornada, como si fuera inmune al dolor. ¿Existe algún tipo de control mental que atenúe el sufrimiento?
Sí, lo hay. Pero ya cada uno que busque su forma. Corbacho siempre hablaba del bushido, de los samuráis. Es cuestión de mentalizarse. Además de esa concentración está el respeto al animal, a la profesión, al público... Sí, tienes las carnes abiertas, cierto, pero no puedes hacer el paripé. Si el toro sigue en su lucha hasta la muerte, yo, aun herido, debo continuar en pie y terminar la faena.
¿Sigue sintiendo miedo 24 años después de su alternativa?
Sí, bastante. Lo manejo. La procesión va por dentro. Vengo andando por Sevilla -la entrevista es horas antes de su última tarde en la Maestranza en la feria de abril- y ese miedo que me consume por dentro nadie lo puede entender. Es algo fuerte. Forma parte de la profesión, pero es necesario. El día que tú no sientas el miedo, que pienses digas «¡bah!, ya tengo X años de alternativa», ese día creo que es mejor irse de la profesión. El miedo te hace ser responsable y tener la mente muy clara.
¿Sigue algún ritual los días de corrida?
Tengo mis manías. Me gusta estar solo. Mínimo una o dos horas antes de la corrida. Si puede ser más los días de mucha responsabilidad, mejor. Y más desde que he vuelto. Voy día a día. La corrida más importante es la hoy [Sevilla]. No pienso más allá. Por mucho que esté cerca Madrid. Es como debe ser y, además, me ha ido bien.
¿Cree en Dios?
Sí. Acabo de venir de ver al Jesús del Gran Poder. No le he pedido mucho porque sería demasiado pedir. Que salgan las cosas bien.
¿Lleva capilla?
La tengo que montar ahora. [Cuando la arma, el altar, tan barroco, acentúa el contraste con el minimalismo de la habitación; Sebastián ya se ha afeitado]
¿Es consciente que cada tarde que sale al ruedo pone en juego todo lo que ha conseguido, y no me refiero a lo material, sino a la vida misma, la familia...?
Mi situación es la de padre separado. Es duro lo que voy a decir, pero a día de hoy, egoístamente, antepongo el toro a todo. El toro y mis hijas, mis hijas y el toro. Y todo lo demás va después. Todavía quiero conseguir cosas en el toreo. Mire, después de 24 años logré mi primera Puerta del Príncipe [San Miguel, 2023]. Sinceramente, no la esperaba, Al final llega todo.
Cuando se retiró, ¿sus hijas tiraron de usted?
La grande (Atenea) tiene 13 años, la chiquita (Ana), 10. Saben que el toro es mi vida, y lo tienen muy claro. En diciembre hicieron un viaje conmigo y les dije que reaparecería en México. Salió de ellas acompañarme y vinieron en el coche de cuadrillas. Imagínese lo que fue ver la plaza Monumental llena, 40.000 personas, a su padre triunfando... Luego me hicieron 100 preguntas -en el colegio está contra los toros, ellas viven en Cartagena, Colombia-, pero nunca me han dicho "papá deja de torear".
"La plenitud en el toreo debe ser efímera". Es una frase suya.
Es así. Cada día hay que reencontrarse, reinventarse. Por eso lo efímero del toreo. Lo que haces hoy, mañana ya no está. Cada día hay que estar mejor y mejor. El torero debe evolucionar en sus formas. Sin perder tu carisma. El tonto es el único que no evoluciona.

"A día de hoy antepongo el toro a todo. El toro y mis hijas, mis hijas y el toro. Y todo lo demás va después"

Su compatriota François Zumbiehl sostenía en su pregón de Sevilla que "el debate contra la tauromaquia es ante todo es ante todo un debate contra el humanismo, contra nuestra civilización". Ya no es sólo contra los toros.
Igualar a los animales contra el hombre es su pretensión. El antiespecismo es una atrocidad.
¿El regreso de la juventud a los toros es una ventana abierta al futuro?
Se está produciendo, afortunadamente, un relevo generacional, una incorporación de la juventud. Y el sitio donde más se siente es en Madrid. Y luego en España en general. Los jóvenes ya debaten sin complejos a favor de los toros. Perdieron el miedo.
Como torero americano que es [así se conoce a los matadores de grandes triunfos al otro lado de charco], la situación en América es compleja.
Se juntan más cosas, [los populismos, el indigenismo, la corrupción], además de que van un paso por detrás en la defensa de la tauromaquia.
¿Le gusta la palabra "sistema" para, digamos, el mundo del toro, su bolsa y sus mercado como algo viciado?
No me gusta nada. Se ha perdido un poco el romanticismo, es verdad. Pero el toro es para todos y pone a cada uno en su sitio.
El año que viene cumple 25 años del alternativa: ¿se pone fecha de caducidad?
Espero seguir.
¿Volvería a los pinceles?
Me gustaría seguir con el capote y la muleta, si no me aburro. El tiempo y el cuerpo me lo dirán. El día que yo no sea capaz de hacer el esfuerzo en la plaza me iré. Aquí no estamos para pedir limosna.