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El precio y el valor

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GRAF1938. MADRID.- El delantero belga del Real Madrid Eden lt;HIT...
Eden Hazard, durante un entrenamiento con el Real Madrid. Emilio Naranjo EFE

Se admite como principio de adquisición y uso que existe una lógica correspondencia entre el valor de las mercancías y su precio. Y afirmamos: «Lo barato sale caro». Y viceversa. En el caso de las personas, el valor se llama valía y es una apreciación profesional, no comercial. Como la mercancía y la persona que es, un futbolista barato sale a menudo caro. Y uno caro puede salir... carísimo. Que se lo digan al Madrid, al Barça y al Atleti. Sus fichajes más caros han salido, o están saliendo, carííííísimos. Han costado más de lo que valen. De lo que rinden.

Bale, Hazard, Dembélé, Coutinho, Joao Félix y Lemar expresan cuanto de azar tiene el fútbol, sujeto al múltiple albur de sus figuras. Por desidia, inadaptación, incompatibilidades personales o técnicas, lesiones o cualquier otra razón de índole propia o externa, la máxima inversión en un jugador recibe con frecuencia una mínima rentabilidad.

A veces el fiasco es temporal o parcial. Pero, en la intrínseca impaciencia del fútbol, devorado por las urgencias y sometido a necesidades imperiosas, ciertas adquisiciones a precios extremos sólo pueden justificarse ante el club y el aficionado amortizándose desde el principio y de modo regular. A partir del momento en el que el adquiriente ha desembolsado el dinero y el adquirido empieza a cobrar una suma acorde con el gasto, no caben las largas demoras ni los bruscos altibajos. La inminencia exige el complemento de la constancia.

El Madrid, el Barcelona y el Atlético, los tres clubes punteros de nuestro fútbol, han tropezado últimamente con la misma piedra y padecen similar cojera. El Madrid y el Barça la acusan menos porque disponen de más recursos económicos y humanos. Aunque disminuidos, pueden esperar en la cumbre o sus aledaños mientras confían en la (re)conversión del agua en vino. Pero el Atleti no puede permitirse el lujo de mantener al entrenador mejor pagado del mundo y aguardar indefinidamente el advenimiento redentor del joven Mesías portugués, el cuarto fichaje más elevado en la historia universal del fútbol.

También el futbolista estrella está hecho con materiales físicos y psicológicos que no incorporan un certificado de garantía. En el siempre precario equilibrio entre lo real y lo ideal, un gran fichaje es una transacción mercantil. Pero, sobre todo, un acto de fe.

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