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Antonio Hernández, presidente de Ebro Foods: "La industria está atrapada en un sándwich entre la distribución y una UE que desprotege a sus agricultores"

El jefe de la mayor multinacional de alimentación española hace balance de los estragos de la DANA mientras se ve desprotegido ante la sequía

Antonio Hernández, presidente de Ebro Foods: "La industria está atrapada en un sándwich entre la distribución y una UE que desprotege a sus agricultores"
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Antonio Hernández Callejas (Tudela, 1955) lleva 20 años al frente de Ebro Foods, la mayor multinacional española dentro del sector de la alimentación y dueña de grandes marcas como SOS, Brillante, La Fallera, La Cigala, Tilda o Garofalo. Especializada en pasta y arroz, ha sabido introducir en el mercado nuevas fórmulas innovadoras que han tenido gran aceptación entre los más jóvenes, como los vasitos de arroz al microondas, mientras se expande por nuevos mercados de todo el mundo. Nuestro país apenas aporta ya un 7% del negocio de Ebro Foods y esa diversificación geográfica -con 24 filiales repartidas por América, Europa, Asia y África- es una de las claves que le han permitido amortiguar importantes baches geopolíticos recientes o, más localmente, tragedias como la de DANA en Valencia o el avance de la sequía en España.

Junto a los Hernández, en el accionariado de esta empresa familiar conviven de forma estable conocidos apellidos como el de los Carceller, los March, los Gómez-Trénor, o los Comenge, pero también la Sepi, que entró en el Grupo en 1997 para garantizar una mayoría española en Azucarera y sigue en él pese a que la compañía desinvirtió en el sector del azúcar hace años. Antonio Hernández habla sin tapujos de la crisis del campo, de las tensiones con la distribución por la marca blanca o de por qué no les perjudica el regreso de Donald Trump.

¿Les ha afectado la DANA?
En la planta de SOS de Algemesí tuvimos muchísimas entradas de agua y nos está costando reanudar la actividad. Afortunadamente no hemos tenido víctimas mortales, pero la mayor parte de nuestros empleados ha tenido alguna afección: quien no ha perdido un coche, ha perdido la moto y aproximadamente 15 de nuestros trabajadores han tenido también serios desperfectos en sus domicilios.
Ha quedado claro que los avisos a la población no llegaron a tiempo...
Se habla mucho de horarios, pero el director de nuestra fábrica mandó a todo el mundo a su casa a las 17.40 horas, es decir, que estuvimos bastante más rápidos que la Generalitat y que el Estado.
¿Cuál es el alcance de los daños?
Lo que más nos preocupa es la falta de repuestos, sobre todo de temas eléctricos. Todo el mundo necesita lo mismo a la vez y estamos trayendo lo que necesitamos de otros sitios, incluso de otros países, para intentar volver cuanto antes a la normalidad. Estamos mandando piezas eléctricas que faltan para transformadores desde Italia y Portugal. Y también un equipo de 16 electricistas para intentar poner todo en marcha lo antes posible.
¿Están recibiendo ayuda por parte de las instituciones?
No. Lo está haciendo absolutamente todo Ebro con sus propios medios. Nos estamos apoyando en otras plantas del grupo, tanto en España como fuera de España.
¿Y cómo están ayudando ustedes a sus trabajadores?
La Fundación Ebro ha dado una línea a fondo perdido para las personas que han tenido desperfectos en sus casas, de 200.000 euros, además de dos millones de euros disponibles inmediatamente a pagar en cinco años sin intereses, lo que ha generado muchísima tranquilidad a los empleados, porque hasta que llegan las ayudas y los seguros pueden disponer de dinero gratis durante cinco años.
La vicepresidenta Yolanda Díaz llegó a denunciar que algunas empresas habían obligado a sus empleados a ir a trabajar pese al peligro. En su caso, cuenta que los hicieron salir horas antes de la alerta oficial.
Sí, afortunadamente el director de fábrica, que es una persona que tiene mucha experiencia, pues no es la primera riada que hay en Valencia, fue consciente del peligro y por eso la cerramos y mandamos a todos a casa a las 17.40.

Las catástrofes climáticas, según los expertos, van a ser cada vez más frecuentes. ¿Cómo se puede preparar una empresa ante algo así?
Nosotros en España sólo hemos tenido este tipo de incidencias en Valencia. Hay que tener en cuenta que nuestro país representa únicamente el 7% de la actividad de Ebro, por lo que hemos tenido problemas más importantes en Estados Unidos, por ejemplo. Allí tenemos una planta muy grande en Freeport, Texas, que hace un año y medio fue afectada por un huracán. Tuvo una incidencia muy importante en cuanto a destrozos de maquinaria, destrozos de instalaciones y también afectó a algunos empleados que vieron cómo se volaron los techos de sus casas. Son los dos casos en los que hemos tenido este tipo de problemas: en la zona del Levante, ahora con la DANA, y en la zona de Texas, donde no solo hay inundaciones y huracanes, también hay tormentas tropicales.
Estamos hablando de la DANA, que no deja de ser una catástrofe sobrevenida, pero ustedes llevan años sufriendo los estragos de otro fenómeno climático preocupante: la sequía.
Sí, aunque la sequía no causa daños humanos. En nuestro caso, afecta a los cultivos y ya tenemos muchísima experiencia a este respecto en zonas como Sevilla. En realidad es la experiencia la que te va diciendo qué medidas se pueden adoptar.
¿Y qué medidas son esas?
Volviendo al tema de la DANA, de esta catástrofe hemos sacado algunas conclusiones que posiblemente podamos implementar próximamente, como puede ser el refuerzo de muros para que, si se volviera a repetir, que esperemos que no, sea muy difícil que el agua entre dentro de lo que es el recinto fabril. Procuraremos también tener una capacidad de respuesta más rápida y tener instalaciones que puedan hacer los mismos productos en distintos sitios.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, SOS tiene un paquete muy particular, que es un paquete de papel absolutamente ecológico, y que en este momento solamente lo hacemos en la planta de Algemesí. Otros paquetes pueden hacerse en distintas plantas, pero el paquete de SOS, que es icónico y que lleva toda la vida, solamente lo producimos en Algemesí. Igual ahora debemos replantearnos que se haga en más de un sitio y que su producción no se vea parada ante un problema así.
¿Y algún aprendizaje ante la sequía?
Es increíble que en las zonas en las que nos haría falta que lloviese, no llueve. Que pueda diluviar en Málaga o en Murcia y que en cambio en la zona de los pantanos de Jaén no haya caído ni una gota. En este momento la media de la cuenca Guadalquivir sigue al 25,9% y toda esta cantidad de agua, si se hubiese desplazado 80 km hacia el oeste, hubiese sido muy beneficiosa porque la capacidad de recogida de agua que hay ahí es enorme. Lo que pasa es que ahora todos estos fenómenos de gota fría se producen en las zonas de costa, no en la zona de interior. Si hubiesen caído esos litros en otras zonas posiblemente no hubiese habido inundaciones y los pantanos estarían llenos para tres o cuatro años, pero desgraciadamente no ha llovido en la zona que a nosotros nos hubiese gustado.
¿Hace falta un plan hidrológico más ambicioso en España? ¿Echa de menos una mejor planificación del agua?
Sí, el agua es un bien escaso y cada vez va a serlo todavía más. Eso es obvio. Pero hay una tendencia en la Unión Europea o en Estados Unidos de desproteger arancelariamente a sus productores, de manera que parece que no merece la pena gastar tanto dinero en obras hidráulicas si se puede importar de países terceros y olvidarse de las producciones agrarias. Bajo esa óptica, poco a poco irá desapareciendo el campo español y solamente quedará lo que son temas hortofrutícolas.
¿Debo entender que cree que nuestra producción agraria cambiará radicalmente si la UE sigue eliminando barreras a otros mercados menos controlados?
Nos olvidaríamos de España como productor de cereales, porque sería mucho más barato traerlos de Argentina o de Ucrania. Nos olvidaríamos del arroz porque sería mucho más barato traerlo de países como Camboya, Myanmar, la India, Pakistán, etc.
¿Se pasa Europa de exigente con sus productores y es demasiado laxa con sus importaciones?
España siempre ha tenido buenas productividades, pero la Unión Europea es un entorno caro de producción, por miles de requisitos medioambientales, por miles de incidencias de costes de producto, y competir en libre mercado con otras zonas es muy complejo. Por eso, algunas veces se hace el planteamiento de para qué vamos a gastar el dinero en traer agua y poner trigo en Córdoba, por ejemplo, si es más barato traerlo de Ucrania o de Argentina.
Y cómo se resuelve esto?
No es sencillo, pero creo que el Gobierno y las comunidades autónomas deberían tomarse en serio potenciar la capacidad de mantener, conservar y ahorrar agua para no destruir el tejido productivo, porque si esto ocurre, las producciones agrícolas se van a ir reduciendo cada vez más provocando que los agricultores no puedan renunciar ni prescindir de la PAC.
¿Cómo de necesarias siguen siendo las ayudas de la PAC?
Sin ellas, la mayor parte de los cultivos de las zonas del sur de Europa no serían rentables.
En Bruselas hay siempre mucho debate en torno al diseño de estas ayudas...
Para España es fundamental mantener una PAC adecuada y consciente, que comprenda que los problemas hidrológicos no son los mismos en el sur de Europa que en el norte. Al campo hay que cuidarlo, al campo hay que mantenerlo. Y, desgraciadamente, cuando el campo español y el campo comunitario tienen que competir en línea de costes con países terceros, solamente se puede resolver o con aranceles, vía Trump, o manteniendo políticas de PAC que compensen esas deficiencias que tiene el campo europeo.

Ahora que menciona a los agricultores, no hace tanto que hemos visto tractores protestando por el centro de las ciudades. ¿Entiende las reivindicaciones del campo español?
Nosotros en Ebro estamos en 27 países, somos una empresa globalizada, pero comprendemos los problemas del agro español. ¿Qué sucede? Que nosotros tenemos que vender a la distribución y la distribución quiere que su consumidor tenga los precios más baratos posibles. Y cuando la Unión Europea concede exenciones arancelarias a la mayor parte de los países o desmonta todos los sistemas de protección, entonces es lo mismo producir, digamos, en Valencia o en Carmona, que en Argentina o en Camboya. Los agricultores están protestando, con razón, pero los industriales nos vemos atrapados en medio de un sándwich.
¿Cómo les afecta el regreso de Donald Trump?
En Estados Unidos tenemos una cuota de mercado del 23% y siete plantas. Producimos allí, por lo que las medidas proteccionistas no nos afectan negativamente, aunque en este momento estamos mandando muchos productos de microondas de España a Estados Unidos, fundamentalmente hasta que se termine una ampliación que estamos haciendo en la planta de Memphis. En cuanto a políticas fiscales, si Trump baja los impuestos pues al grupo Ebro le viene mejor y a España le viene mejor porque lo que ganamos en Estados Unidos viene de dividendo a España. En este momento estamos estudiando un dividendo que estará en el orden de los 200 millones, por lo tanto el tener más dinero disponible en Estados Unidos acaba revirtiendo al dinero que acaba en España y probablemente remunerando a nuestros accionistas. Es decir, que esa bajada de impuestos en Estados Unidos acaba beneficiando al accionista español de Ebro.
Sus resultados en los primeros nueve meses del año han sido muy buenos: un 21% más de beneficio que el año anterior. ¿Va a ser 2024 récord?
Tenemos una posición financiera supersolvente y muy sólida y hemos conseguido volver a tener un ebitda superior al que teníamos antes de las desinversiones, reduciendo la deuda y con unos dividendos muy importantes. El conjunto es muy positivo.
Sin embargo, el comportamiento de su acción en Bolsa sigue sin reflejar ese buen momento...
Sin duda, la traducción en el precio de la acción, en la cotización, no ha sido tan positiva. La Bolsa para nosotros ha estado muy estable, en torno a los 16 euros, que es el valor que tienen nuestros títulos actualmente, pero somos una empresa que tiene una cotización que no es proporcional ni a su valor ni a su rentabilidad. También es porque tenemos muchos accionistas estables.
¿Eso debería ser bueno, no?
Somos una compañía muy atractiva y segura para el inversor que quiere tener algo sólido, algo rentable, con poquísimo riesgo y que ha demostrado un ultrarrécord de crecimiento en sus valores de rentabilidad y en su apuesta por el futuro sostenible, incluso tomando decisiones que en un momento pueden parecer drásticas, como prescindir de negocios que iban bien, porque todo lo que hemos vendido no iba nada mal. Nos pasó con Azucarera y nos ha pasado con Puleva.
¿Prevé algún movimiento en el accionariado?
Prácticamente todos los accionistas relevantes de la compañía me manifiestan su satisfacción de permanecer dentro.
Uno de ellos es la Sepi, el Estado, que entró en 1997 para asegurar la españolidad de Azucarera, un negocio que ya no está en su cartera. ¿Nunca se ha planteado desinvertir?
Eso es una pregunta para la Sepi. La Sepi está en Ebro desde la época de Loyola de Palacio, cuando teníamos el negocio del azúcar y quería hacer una especie de defensa del sector. Aunque hoy solo el 7% de nuestra actividad está en España, es una inversión rentable que le aporta un dividendo interesante y cada uno decide dónde quiere y no quiere estar. Nosotros estamos muy satisfechos con la Sepi, es un accionista muy bueno con el que tenemos una gran sintonía y jamás hemos tenido ningún conflicto.
¿Le preocupa el avance de la marca blanca?
En este momento las marcas que tiene el grupo Ebro son muy relevantes y son marcas que aportan un diferencial, han creado nuevas categorías. Los vasitos microondas no los ha creado la marca blanca, los ha creado Brillante. La innovación cuesta dinero y copiar es fácil, por eso ahora estamos trabajando en esas líneas: innovación y diferenciación.
Hemos asistido recientemente a tensiones entre las marcas de fabricante y la distribución. Se han retirado productos de los lineales...
Bueno, la distribución puede hacer con sus lineales lo que estime, lo que sea más interesante para ellos y hay muchos modelos. Pero el modelo de marca blanca pura pasó a la historia porque es muy poco sexi en un supermercado no encontrar nada más que lo que ha querido el distribuidor, sin dar ninguna otra opción. Ese modelo yo creo que ha pasado a la historia. Los distribuidores potencian ahora productos parecidos a precios más baratos, jugando con el margen. No es normal que, por ejemplo, como pasa en algunos países del norte de Europa, la distribución gane un 50% con nuestros productos y que a los suyos se les aplique un margen del 10%.
¿Tienen planes para implantarse en nuevos mercados?
La implantación en nuevos territorios es otra de las políticas que tenemos en este momento. Ebro ya es muy relevante en Oriente Medio, en Arabia Saudí tenemos una posición marquista muy fuerte y vendemos 65 millones de kilos de arroz. También tenemos una posición muy relevante en toda la zona de Dubai, que es el hub que gestiona todas nuestras actividades comerciales en Oriente Medio, a través de Tilda, que vende arroz basmati producido en nuestra planta de la India. Estamos expandiéndonos a geografías lejanas y con sorprendentemente grandes resultados. Por ejemplo, este año hemos entrado en Australia con productos microondas y productos especialidades tipo risotto y paella y ya estamos en entornos del 5% de cuota de mercado.
¿La siguiente persona en la presidencia podría llevar otro apellido?
Eso es un tema que decidirán los accionistas. Es muy probable, pero para eso faltan todavía, espero, unos años. Mientras yo esté bien de salud, que Dios lo quiera, y mientras me aguanten los accionistas, aquí seguiré. Esto me gusta y me divierte. Además, aunque no esté yo, Ebro no cambiaría mucho. Prácticamente todos los directivos de la empresa salen de la cantera. Somos una multinacional, pero ante todo somos una empresa familiar y los que trabajamos en ella sentimos una gran vinculación.