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Todos los mensajes que envía el posado de los Reyes con sus hijas

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PALMA DE MALLORCA, 31/07/2023.- La reina Letizia (en primer plano), la princesa Leonor (d), el rey Felipe VI (detrás) y la infanta Sofía (detrás, izquierda) disfrutan de sus vacaciones en el Palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, este lunes. La reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía llegaron ayer domingo a la isla balear para reunirse con Felipe VI y pasar unos días de vacaciones en familia, en un verano marcado por la situación política tras las elecciones generales del pasado día 23. EFE/Francisco Gómez/Casa S.M El Rey
Los Reyes y sus hijas, ayer, en su posado veraniego.FRANCISCO GOMEZ / CASA S.M EL REYEFE/FRANCISCO GOMEZ / CASA S.M EL REY

Tiene que dar coraje prestarse con tanta amabilidad como probablemente desgana a posar para un enjambre de medios en plena canícula estival con la convicción de que el observador de la foto se va a fijar mucho más en lo que no aparece dentro del encuadre que en lo que se ve. Resignación, no queda otra. Porque esto es lo que les lleva pasando a los Reyes y a sus dos hijas desde 2014, el primer verano con Felipe VI en el trono.

De poco ha servido que aquel mismo año el Jefe del Estado eliminara de un plumazo del posado de Marivent a sus padres, los Eméritos, y no digamos ya a sus hermanas, a incómodos cuñados y a toda la prole de excelentísimos sobrinos. Desde Zarzuela se intentó transmitir un mensaje meridianamente claro -como una imagen vale más que mil palabras, dicen, para eso sirven sobre todo los posados-: los tiempos pedían una Monarquía renovada y la Familia Real debía ser entendida por la ciudadanía en su mínima expresión, los Reyes y las niñas, nada más, la institución bien jibarizada.

Pero la estrategia se ha dado una y otra vez de bruces contra la tozuda realidad. Y el posado de ayer, durante un paseo por los Jardines de Alfàbia, en plena Sierra de Tramontana, no fue una excepción. En cuanto se supo que en la foto sólo iban a salir los cuatro -cómo si fuera una sorpresa-, empezó el vocerío patrio. ¿Y por qué no posa Doña Sofía, a qué viene ese feo? ¿Han prohibido a Don Juan Carlos que haga escala en Palma desde Sanxenxo? ¿No decían los medios que la Emérita iba a ver cumplido su sueño de reunir este año a los ocho nietos en Mallorca, dónde están escondidos los críos que ya no son tan críos?

No han logrado, no, los posados veraniegos de la Familia Real ocultar que la sombra de los familiares del Rey sigue siendo demasiado alargada y la verdadera china en el zapato en el reinado de un esforzado Felipe VI que, con prudencia y tesón, ha reflotado la institución que encarna, le ha devuelto el necesario prestigio y la ha revestido de imprescindible ejemplaridad. Por ello resulta tan triste como injusto que el posado de marras coincida en el tiempo con tantas fotos, no precisamente robadas, como las que estos últimos días nos han vuelto a mostrar todas las poses posibles de Don Juan Carlos en Sanxenxo. Recordatorio perpetuo de que la Corona es una institución muy vulnerable que exige tener al frente a quien esté dispuesto a servir al pueblo sin servirse de él.

En todo caso, fue un acierto de Zazuela sustituir hace ya algunos años los posados un tanto forzados y nunca naturales de las escalinatas del Palacio de Marivent por encuentros de los Monarcas y sus dos hijas con la prensa al inicio de su estancia veraniega en Mallorca en distintos enclaves de especial interés en la isla. Que la primera salida conjunta durante su estancia estival en Mallorca les haya llevado de nuevo a la sierra de Tramontana también envía mensajes, como el del apoyo a un tipo de turismo en particular y, sobre todo, el interés por visibilizar en la esfera internacional un ecosistema extraordinario. Por no hablar de que las imágenes de ayer nos muestran a una familia que, por muy real que sea, es una familia normal en el aspecto emocional. Las fotos rezuman cariño entre ellos, complicidad, buen rollo... Todas las comparaciones son siempre odiosas. Pero qué duros debieron ser aquellos posados de tantos años de la familia desestructurada en la que unos y otros ni se hablaban poniendo al mal tiempo buena cara por el bien de la institución.

El tradicional posado de los Reyes y sus hijas en Mallorca

Aunque en el actual reinado de Felipe VI se han ido suprimiendo muchas tradiciones de la Primera Familia que probablemente sus actuales miembros consideraban anacrónicas o poco acordes con la sociedad actual, este posado -fuera de agenda oficial- se antoja imprescindible por cuanto condensa todos los mensajes que necesita proyectar la Corona: normalidad, previsibilidad, continuidad, permanencia, tradición..., en definitiva, certidumbre y estabilidad.

Nada puede desligarse en estos momentos de la convulsa situación política que atraviesa nuestro país. Y en medio de la inquietud lógica que genera el endiablado escenario de polarización y difícil gobernabilidad, tiene algún efecto balsámico ver a un Jefe de Estado tranquilo, haciendo exactamente lo mismo de cada año y transmitiendo estabilidad. Aunque cualquiera comprendería humanamente que el Rey prefiriera quedarse para siempre junto a su mujer y sus dos hijas entre las encinas baleares y demás flora autóctona antes que enfrentarse a la irresponsable celada que le están tendiendo Sánchez y Feijóo, tirándole cada uno de un brazo cuando todavía no toca. Ni en eso es éste ya un país normal.

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