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"¿Que lo han dejado irse como si nada? Qué falta de ética y de moralidad. Yo pensaba que lo iban a detener; era lo que se merecía". A Toni, de 53 años, empleado en la Sanidad, lo encontramos a las 13.15 horas con la sombrilla en la mano, saliendo ya de la playa de Castelldefels con su mujer, su hijo y un amigo del pequeño.
Ubicada a unos 25 kilómetros del Arco del Triunfo, donde cuatro horas atrás presenciamos la segunda fuga de Carles Puigdemont, hemos tardado una hora y media larga en llegar al sitio en coche por la congestión en el tráfico en Barcelona que ha provocado la operación Jaula, desplegada por los Mossos d'Esquadra para tratar de dar con el ex president. En el trayecto, no obstante, no nos cruzamos con ningún control policial. "¿Ahora?, ¿ahora se ponen a buscarlo? Tenían que haberlo detenido en cuanto pisó España. ¿El tipo aparece por Barcelona, no hacen nada y ahora que se ha escapado ponen la ciudad patas arriba?. ¿Dónde están las autoridades?", se pregunta muy sorprendido e indignado Toni.
La estupefacción es en parte porque todo lo sucedido lo conoce ahora por boca nuestra. Se vinieron a la playa a las ocho de la mañana y no han tenido "la curiosidad" de mirar el móvil o poner la radio para informarse de lo que se cocía en la capital.
Para pulsar cómo han vivido esta histórica jornada quienes, como él, están de vacaciones y se refugian del tórrido día frente al mar, hemos acudido a Castelldefels. De las tres playas que tiene la localidad (1,6 millones de visitantes recibieron en 2022), elegimos la del Baixador, popularmente llamada del Apeadero, porque la estación de tren está muy cerca. Por eso es una de las playas preferidas por los habitantes de la capital catalana. Hay muchísimos barceloneses y pocos extranjeros.
De Barcelona precisamente -y en tren- ha venido Toni, quien se va encendiendo conforme conoce más detalles. Puigdemont llegó, pronunció su discurso y se marchó como si nada, se esfumó, le explicamos. "Lo que se merece es estar preso. Nos dejó a Cataluña vendida. Nos prometió mucho, ayudas a los escolares, a los jóvenes, a los pensionistas... Y no nos ha dado nada. Y él huyó como una rata.Es un sinvergüenza, un lobo con piel de cordero. Sin ánimo de ofender, es lo que ha demostrado ser. No sé cómo la gente de Cataluña aún confía en él", dice el sanitario, que no tiene problema en revelar que él votó al PSC de Salvador Illa.
En las duchas que hay unos metros más allá, se lavan los pies para quitarse la arena un matrimonio de origen cubano que lleva una década residiendo en Barcelona. También han llegado a la playa en tren y también votaron en las autonómicas al PSC.
-¿Saben lo que ha pasado hoy con Puigdemont? -les preguntamos.
-Yo estoy más pendiente de las Olimpiadas, que está saltando este muchacho triplista de origen cubano que es muy bueno -nos responde él de primeras refiriéndose a Jordan Díaz, que compite por España.
Sí ha leído, a través del móvil, que Puigdemont ha regresado a Cataluña seis años, nueve meses y diez días después de su huida, pero no que ha vuelto a fugarse. "¿Se fue? Ya dijo él que la cárcel no era para él. Lo mejor que puede pasar es que se haya ido. Lo cogen preso y comienzan de nuevo los lazos amarillos, las protestas, las quemas de contenedores... Es que yo le pagaría una mensualidad para que no regresara", dice para a continuación reírse cuando le mencionamos la operación Jaula, que los Mossos desactivarían poco después. "Que no lo cojan, que no lo cojan ,que se vaya", insiste. "Él en el fondo... la palabra que utilizamos en mi país es un poco fea, aquí se dice cobarde, nosotros decimos pendejo. En ese sentido le tenemos más admiración a Junqueras", concluye antes de marcharse tirando del carrito de la compra rojo en el que llevan todas sus cosas.
En una mesa del chiringuito Cocody están sentadas tres amigas: una gallega y dos barcelonesas. Preguntamos a las dos últimas. "Estamos de vacaciones y súper desconectadas, sabemos poco cosa. Mi hermana me ha contado por teléfono que Puigdemont ha venido, se ha escapado y que han detenido al mosso que lo ha traído", dice una de ellas, de 53 años, pensionista, quien el 12-M votó por primera vez a Illa por su padre: "Falleció un mes antes y era muy socialista. Como no pudo votar, voté por él".
"Yo creo que el independentismo se ha agotado y que esto es una manera de que Puigdemont vuelva a tener protagonismo", dice su amiga, de 46 años, operaria en un fábrica, quien votó a Podemos en las generales y en blanco en las autonómicas catalanas. Acudió a las urnas en el referéndum ilegal del 1-O para depositar la papeleta del "no". "No soy independentista, pero no me pareció justo lo que hicieron con ellos, no tendrían que haber detenido a ninguno. Puigdemont tenía que haber podido entrar en el Parlamento", opina.
Por más que preguntamos no encontramos a ningún playero independentista. [En el Ayuntamiento de Castelldefels gobierna el PP con mayoría holgada: 12 concejales frente a los cuatro del PSC o los dos de ERC. Junts tiene sólo uno]. "Los de Junts están todos en la Costa Brava", bromean en una mesa de al lado, en la que nos invitan a sentarnos. Así conocemos a Marisa, asturiana de 72 años, que está veraneando en Castelldefels con su hija Vanesa (44), vecina de Barcelona que ha alquilado un chalé en Castelldefels para las vacaciones. La tercera mujer es una amiga, Cristina (49), la única que vive en la localidad todo el año. Toman un refrigerio mientras los maridos juegan con los niños en la playa y están bien enteradas de lo ocurrido. "Para mí ha sido todo un teatrillo que han hecho el Gobierno y Puigdemont. Por parte del Gobierno, para hacer como que no estaban de acuerdo con su vuelta y que querían detenerlo. Y por parte de Puigdemont para hacer ver que no es un cobarde, cuando lo es. Si fuera valiente habría entrado a votar al Parlamento, ¿no había venido a eso?", dice Cristina, votante del PP.
"Ha venido a hacer marketing y ya está. Todo es para seguir manteniendo a los adeptos, que cada vez son menos", la secunda Vanesa, quien votó a Salvador Illa. "Y no han sido capaces de detenerlo, ¿qué pensarán de nosotros en Europa?", se pregunta la abuela Marisa.