ESPAÑA
A contrapelo

Gresca en el Gobierno

"ya saben lo que dijo Churchill, que la política hace extraños compañeros de cama"

Pilar Alegría y Yolanda Díaz, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.
Pilar Alegría y Yolanda Díaz, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.EFE
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Debe uno confesar que la noticia de ayer sobre la zalagarda en la que se enfrentaron los dos partidos socios del Gobierno y que tuvo su demostración práctica en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros es uno de los hechos más positivos que ha registrado la política española en las últimas semanas, si dejamos al margen decisiones judiciales.

El motivo del contento es la convicción íntima que compartimos muchos españoles que nada hay tan urgente y tan positivo como desalojar a la pareja feliz de La Moncloa, aunque les dejemos llevarse el colchón. Así las cosas, no parece que podamos esperar tal ventura de la inteligencia de la oposición, por lo que no queda más remedio que confiar en el propio sanchismo. Podría ser Puigdemont, ya lo tengo dicho, pero desde ayer hay un nuevo factor para la esperanza, que es la implosión de la COalición PROgresista en la definición estricta que la Real Academia hace de la voz implosión en la primera acepción del término: «Acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad cuya presión es inferior a la externa».

La presión exterior la constituyen las decisiones judiciales referidas, la insobornable coincidencia de las encuestas electorales salvo el inquebrantable sostén que suponen para el Gobierno los sondeos del CIS, el extraordinario hartazgo de la población que acertaba a señalar el gran Luigi en mi blog al describir la gala de los Goya como «el único lugar de España en el que Pedro Sánchez necesita guardaespaldas para protegerle de sus fans». Bueno, ya veces también por las críticas de la oposición cuando Feijóo acierta con el tema y cuando Abascal pone en su punto de mira a Sánchez y no a Feijóo.

Nada podemos saber con seguridad de en qué términos transcurrió la bronca, si es que la hubo, en la reunión del Consejo, pero sí la hubo en la rueda de prensa en la que Yolanda y Alegría se enfrentaron ante la presencia de la vicetercera, Sara Aagesen y el ministro Pablo Bustinduy bastante inanes ambos.

Alegría y Díaz son dos virtuosas gramaticales, dos tesauros, pero ayer se llevó el gato al agua Yolanda Díaz con una amenaza sorprendente: «Si esta iniciativa llega al Congreso de los Diputados contará con la anuencia de Sumar». ¿Qué creerá esta desdichada que quiere decir anuencia? Modestamente le proponemos unos sinónimos que incluye la Real en su definición: consentimiento, aprobación, conformidad, beneplácito, asentimiento, aquiescencia, licencia o permiso. Seguramente quiso decir rechazo, oposición, veto, negativa y hasta repulsión si le da por adornarse.

Total, que lo que no vimos del Consejo de Ministros fue, según Yolanda, una engañifa en la que le ocultaron el plan de María Jesús Montero para hacerse con una parte sustancial de la histórica subida del SMI de 50 euros vía IRPF. Para Yolanda toda medida de su Gobierno es histórica, también cuando lleva 40 años vigente. Lamentaba la vicesegunda de haberse enterado por la prensa de que los perceptores del salario mínimo vayan a dejar de estar exentos y empiecen a tributar. Ayer, al cierre de esta columna, la brecha entre los dos socios del Gobierno recibía apoyos de apoyos de la oposición para Sumar, concretamente los de Podemos y el PP. En fin, ya saben lo que dijo Churchill, que la política hace extraños compañeros de cama.