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La gobernabilidad en España es un laberinto de espejos, donde cada uno ve una figura en función del cristal al que mire. La decisión de arrinconar al Congreso en el aumento del gasto en Defensa, evitando llevar votaciones por el rechazo de sus socios o la imposibilidad de aprobar otro año más unos Presupuestos reflejan la debilidad del Gobierno. Los acuerdos que va logrando con Junts hacen que el Ejecutivo se vea con una figura robusta como para seguir. Eso sí, de vez en cuando, la luna está hecha añicos fruto de votaciones importantes perdidas, como sucedió el pasado jueves.
Pedro Sánchez camina por este laberinto ajeno a las formas que los espejos proyectan. Está decidido a caminar y no detenerse aunque no encuentre la salida de la estabilidad. Los Presupuestos asoman ya como un espejo roto. El mensaje oficial es que no se cierra la puerta a presentarlos, pero lo cierto es que no hay negociaciones ni avances con los partidos del Congreso. Ni siquiera hay pacto con Junts para aprobar una senda de estabilidad, la primera piedra. El propio jefe del Ejecutivo reconoció el jueves desde Bruselas que en lo que están aún es en «ver exactamente qué factibilidad hay a la hora de presentar esos Presupuestos». La Moncloa se da unas semanas más de plazo, pero la puerta se está cerrando si no se ha cerrado ya. «Según van pasando las semanas...», exponen fuentes del Gobierno, en alusión a que es cada día más improbable. Mayo es el tope para bajar oficialmente el telón. «Cuadrar ese círculo es complicado. Hay mucho veto cruzado», se resignan en La Moncloa.
Y todo ello pese a que dentro de la coalición recuerdan la apelación de Carles Puigdemont a que se consume la amnistía política, a la espera de la judicial, lo que pasaría por una reunión y foto con Sánchez, que el presidente del Gobierno ya se ha manifestado dispuesto a hacer, pero que genera división de opiniones sobre el momento oportuno en el Gobierno. Hay quienes consideran que no debe producirse hasta que el Constitucional valide su amnistía -algo previsto para el verano-, y hay otras voces que recuerdan que Puigdemont «busca esa foto, y ésta tiene un precio». «Si la quiere sabe que tiene un precio», afirman, en alusión a que un paso con tanto riesgo y desgaste para el PSOE sólo podría hacerse a cambio de los Presupuestos. Sin embargo, desde Junts insisten: «Presupuestos, nada». Y rebajan la importancia que para ellos tendría ahora esa imagen con Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno, cuando estaba en la oposición, criticó duramente a Mariano Rajoy en 2018 por el hecho de que tardara en tener Presupuestos o que no pudiera sacarlos adelante, pidiéndole, incluso, que se sometiera a una cuestión de confianza. «Un Gobierno sin Presupuestos no gobierna nada. La respuesta del presidente del Gobierno no puede ser que si no se aprueban, por primera vez en la historia de nuestra democracia se van a prorrogar por segunda vez. Y si no los saca adelante, yo en su lugar anticiparía las elecciones».
«El presidente va a seguir con o sin Presupuestos», constata una persona muy cercana a Sánchez. La reflexión que trasladan desde su equipo es que es posible aguantar, pese al agujero de las Cuentas y la debilidad parlamentaria porque, dicen, es una legislatura de consolidación de derechos y medidas. Que los deberes importantes y urgentes se hicieron años atrás. «Lo importante está hecho. No tenemos urgencia en sacar leyes. No va a ser una legislatura prolífica, eso ya lo sabíamos. No hay urgencias. Lo que teníamos que hacer, ya lo hicimos», reflexionan ministros consultados por este diario. En el cuaderno de deberes sí figura la parte económica del decreto ómnibus que decayó, y donde esperan contar con el apoyo de Junts.
En La Moncloa consideran ahora, cuando el Gobierno se prepara para prorrogar por segundo año unas Cuentas que son de la legislatura pasada, que no tener los números no afecta a la estabilidad del país ni del Gobierno. El Ejecutivo surfea unos buenos datos económicos -en la esfera macroeconómica-, algo que maquilla el boquete que supone no tener Presupuestos. Asumen que supone un flanco de ataque para la oposición. «La buena situación económica y los fondos europeos facilitan la gobernabilidad», reconocen fuentes gubernamentales. «Si no se aprueban, se prorrogan los Presupuestos sin ninguna duda porque ahora mismo lo que necesitamos es estabilidad», es el mensaje del Pedro Sánchez ahora presidente.
Porque la decisión es continuar con la legislatura aún sin Presupuestos. Distintas fuentes del PSOE consultadas señalan que Sánchez en las reuniones con los suyos no ha trasladado la opción de adelantar elecciones. «Su intención es agotar la legislatura», insisten en el partido y en el Gobierno. Para ello, mira a Vox al que ven como «un seguro de vida». Insisten en el Ejecutivo en que los postulados del partido de Santiago Abascal y la necesidad de su presencia, a día de hoy, en toda ecuación con el PP, aleja el peligro de que, por ejemplo, Junts decida hacer caer a Pedro Sánchez.
«Junts nunca va a llegar a una alianza con el PP mientras esté Vox por medio», dicen en el Gobierno, trasladando la percepción que tienen de sus conversaciones con los independentistas. Y ello pese a que cada vez son más las veces que estos partidos se alían en el Congreso para provocar reveses a La Moncloa. Ese miedo a un Gobierno PP-Vox es el pegamento que sigue empleando Sánchez pero que ya empieza a generar hartazgo en sus socios, que exigen contrapartidas y no mensajes de miedo.
Pese a derrotas importantes y que generan malestar, como el rechazo a la Agencia Estatal de Salud Pública -que enfadó mucho en el Gobierno, porque decían contar con el sí de Junts-, en La Moncloa insisten en trasladar «normalidad» en la relación con Junts. «Son un partido complejo. Se fijan mucho en los detalles pero normalmente terminan entrando en acuerdos», dicen quienes tratan con los independentistas.
Pese a que la espada de Damocles de la legislatura sigue en manos de Puigdemont, en el Gobierno exponen que el prófugo de la Justicia se ha dado cuenta de que «con o sin Presupuestos, la legislatura va a ser larga. Y se ha convencido. Antes tenía dudas, es verdad. Pero ha visto lo que hay».
Esa visión de mandato largo, pese a la debilidad, consideran en el Gobierno que ha llevado a Junts a «cambiar a una posición más pragmática. Negociamos, pactamos y no rompemos».
Los miembros del Gobierno y el PSOE que dialogan con Junts justifican los reveses que les endosan los independentistas en que son un partido «sujeto a cuestiones internas y externas», como su competencia con ERC, que de vez en cuando «necesitan dar un golpe en la mesa para demostrar que se distancian». Por ejemplo, fuentes conocedoras de las negociaciones señalan que el acuerdo para el reparto de menores no acompañados estaba cerrado hace dos semanas, y que se previó anunciarlo la semana del 10 de marzo.
En esta no estaba previsto, pero «Mazón (y su pacto presupuestario con Vox) remató el acuerdo. Nos vino bien». Las fuentes consultadas exponen que no se cerró antes porque necesitaban digerirlo dada su competencia con Aliança Catalana y porque Junts «estaba inmerso en una desescalada» tras su amago de ruptura en diciembre. «Hemos llegado hasta aquí», presumen en el Gobierno, obviando las derrotas y las tensiones que genera Puigdemont, como negarse a aprobar los Presupuestos. Una «desescalada» a la que se aferra La Moncloa, pero que puede escalar.