Daniel Ortega ha dado un paso definitivo en contra de su hermano pequeño Humberto, quien fuera jefe del Ejército durante la primera parte de la revolución sandinista y durante el gobierno de Violeta Chamorro, al declararle traidor a la patria. Como si se tratara de una purga más en el seno de dinastía norcoreana Kim, cuyo "sueño" trata de imponer en Centroamérica.
El método elegido por el caudillo sandinista ha sido tan rocambolesco como el que usan sus aliados asiáticos. Daniel Ortega ha basado su acusación, que abre la puerta al encarcelamiento de Humberto, en un acto realizado hace 32 años por el jefe militar sandinista: la entrega de una medalla al agregado militar estadounidense durante el gobierno de Chamorro. Una de las condiciones de la transición a la democracia en los 90 fue que Humberto permaneciera al frente del Ejército.
"¡Qué vergüenza, una traición a la patria! Un sacrilegio. Eso despertó mucho malestar, mucha protesta, mucho rechazo. ¡Una acción de traición vendepatria! Ya desde entonces el jefe del Ejército tenía entregada su alma al diablo", despotricó Ortega, que ha permanecido 17 años en el poder en su segunda etapa sin dar importancia a un hecho ocurrido en el siglo pasado.
¿Qué ha cambiado en la relación entre los dos hermanos, que es cada vez más distante? En una entrevista con un medio internacional, Humberto puso en duda la arquitectura dinástica que han levantado junto a su mujer, la copresidenta Rosario Murillo, que ha predestinado a su hijo Laureano como nuevo líder nacional. "Sin Daniel veo muy difícil que haya dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni (el dictador) Somoza pudo establecer a su hijo", declaró Humberto al medio argentino Infobae.
Su recomendación política pasa porque el Ejército conduzca a una transición nacional con elecciones en un año. Tal atrevimiento le costó su arresto domiciliario, pese a su edad, 77 años, y su delicado estado de salud.
Daniel Ortega estuvo acompañado en la ceremonia por su mujer, Murillo, enemiga acérrima de su cuñado durante años, a la que alabó porque fue contraria a la condecoración desde el primer día. Y junto a ellos, los jefes del Ejército y de la Policía, quienes presenciaron la retirada solemne de la condecoración impuesta al "militar yanqui" hace 32 años.