INTERNACIONAL
Estados Unidos

Orban visita a Trump en Mar-a-Lago después de reunirse con Putin en Moscú

Varias delegaciones de la cumbre de la OTAN en Washington se reúnen con el equipo del candidato republicano

Donald Trump gesticula después de ser condenado en la Corte Suprema de Nueva York el pasado mes de mayo.
Donald Trump gesticula después de ser condenado en la Corte Suprema de Nueva York el pasado mes de mayo.Peter FoleyEfe
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"Una vez que el próximo presidente de Estados Unidos asuma el cargo..." ¿Fue un lapsus freudiano o simplemente falta de familiaridad con el idioma inglés? El lunes, en un debate previo al arranque de la cumbre de la OTAN, el presidente de Letonia, Edgars Rinkvis, se refirió con esas palabras a la ayuda de las democracias occidentales a Ucrania. Rinkvis repitió una y otra vez los términos "nuevo presidente" y "futuro presidente", en una sesión coordinada por la ex periodista de la BBC y la ABC Julia McFarlane.

Parecía que el jefe del Estado de uno de los países que se sienten más amenazados por Rusia y que está prestando más ayuda a Ucrania ya daba por hecho que Trump ganará el 5 de noviembre. Y, tal vez, Rinkvis fuera demasiado claro, pero ésa era una opinión que compartían muchos. Varias delegaciones que han visitado Washington han buscado tiempo para reunirse con el equipo de Donald Trump, en un movimiento absolutamente inusual en una cumbre de estas características.

Es casi como si hubiera dos cumbres. Una, la real, en la que se acuerda un duro comunicado contra Rusia y China, se decide formalmente la entrada de Ucrania en la OTAN -aunque en una fecha sin especificar- y el flanco sur de la Alianza, que es el que más interesa a España, queda relegado a un párrafo en el que encima casi toda la atención se la llevan Irak y Jordania.

Y luego está la cumbre de las percepciones, en la que los países se preparan para la segunda venida de Donald Trump, y éste, conjuntamente con el presidente húngaro Viktor Orban y en comunicación directa con Rusia y China, planea un futuro de la OTAN para 2025 que incluiría la entrega por Ucrania a Moscú de todos los territorios de ese país que Vladimir Putin ha tomado por la fuerza desde 2014. A más largo plazo, el equipo de Trump planea una retirada total de las fuerzas convencionales de EEUU de Europa, en especial de las de Tierra. El paraguas nuclear estadounidense que ha protegido al viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial se mantendría, pero la entrega de inteligencia de EEUU a sus aliados sería drásticamente restringida. Como sostiene Dalibor Rohac, del think tank American Enterprise Institute -un centro de análisis cercano al Partido Republicanode toda la vida y situado, por tanto, muy lejos del trumpismo- "Donald Trump es ahora mismo el gran favorito en las elecciones y, si gana, la OTAN puede seguir existiendo o acabar convertida en un tozo de papel sin valor".

La primera parte -Ucrania y Rusia- de ese abandono por EEUU de Europa va de la mano de Viktor Orban, que parece haber tomado la decisión de que él es su propia OTAN y su propia UE. Este jueves, tras la conclusión de la cumbre, se va inesperadamente a reunirse con Donald Trump en la residencia de éste de Mar-a-Lago, en Florida, para comentarle en persona las conversaciones que ha tenido con Vladimir Putin y Xi Jinping en sus recientes visitas oficiales a Rusia y a China, dos países a los que el comunicado final de la OTAN acusa de "minar y rehacer el sistema internacional".

La misión de paz del líder húngaro amenaza con minar desde dentro la cumbre, porque tanto el presidente magiar como el candidato estadounidense y los dictadores ruso y chino quieren un acuerdo de paz en Ucrania que sancione las conquistas territoriales que ha logrado Rusia. La actitud de Orban ha despertado las críticas incluso de los propios republicanos, con el líder de ese partido en el Senado, Mitch McConnell, que acusó el miércoles al dirigente húngaro de realizar una política "artera" y de "repetir como un loro" los postulados de Putin en Ucrania.

Dado que las delegaciones comparten la visión de Rohac de que Trump es el favorito, se ha desencadenado una carrera entre éstas para reunirse con los colaboradores de éste. Se trata de descubrir qué va a pasar con la segunda pata de la estrategia de Trump para la OTAN, es decir, sus planes a largo plazo para desvincular a EEUU de la mayor parte de la estructura de la Alianza.

"Los mismos que hace un año decían que Trump era una amenaza existencial para la OTAN y para la democracia están ahora afirmando que en realidad es un líder transaccional", explica Matthias Matthijs, del think tank Council on Foreign Relations. Rohac considera esa actitud como "un acto de realismo político", mientras que su colega del American Enterprise Institute Stan Veuger señala una peculiaridad del equipo de Trump que hace que esos encuentros sean más llamativos: "Trump tiene un círculo de asesores pequeñísimo y muy unido, formado por gente que está al margen de los grandes think tanks o corrientes políticas de EEUU, así que cualquier encuentro con uno de ellos tiene un toque muy personalista. No basta con que una delegación visite el centro de estudios tal o cual para saber qué políticas aplicará Trump; necesita hablar específicamente con personas concretas".

Eso ha provocado una peregrinación de miembros de las delegaciones para ver al equipo del candidato republicano. El primer ministro macedonio, Hristjian Mickoski, ha cenado con el que fuera con Trump embajador estadounidense en Alemania, Richard Grenell, que durante su estancia en Berlín declaró que había sido enviado a ese país "para ayudar a llegar al poder a otros partidos conservadores de Europa".

Según la agencia de noticias Bloomberg, otros miembros del círculo íntimo de Trump que han sido cortejados esta semana por los aliados son el ex representante de Comercio Exterior Robert Lightightzer; el ex director nacional de Inteligencia, John Ratcliffe, y el ex consejero de Seguridad Nacional en funciones, Keith Kellogg. Con la excepción de este último, los otros representan el ala más dura y aislacionista del trumpismo. En el Senado, senadores como Lindsay Graham, Marco Rubio y Mike Lee han sido los más deseados por los europeos.