- Reacciones Rechazo unánime de Hamas y Abu Mazen al plan de Trump para tomar Gaza
- Reacciones España rechaza los planes de Trump para Gaza y asegura su apoyo a los gazatíes
Donald Trump no recula, no del todo al menos. Después de haber sacudido al planeta entero afirmando el pasado martes, en una comparecencia junto al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que Estados Unidos "se hará con el control de la Franja de Gaza"para dirigir su reconstrucción, sin población palestina y para convertirla en la "Riviera de Oriente Próximo", este jueves ha mantenido la apuesta, pero con un matiz nada desdeñable: la surrealista operación que baraja no implicaría el despliegue de tropas estadounidenses, algo que hace dos días no había descartado.
"La Franja de Gaza sería entregada por Israel a los Estados Unidos al concluir los combates. Los palestinos, gente como Chuck Schumer, ya habrán sido reasentados en comunidades mucho más seguras y hermosas, con casas nuevas y modernas, en la región. De hecho, tendrían la oportunidad de ser felices, estar seguros y ser libres. Los Estados Unidos, trabajando con grandes equipos de desarrollo de todo el mundo, comenzarían lenta y cuidadosamente la construcción de lo que se convertiría en uno de los mayores y más espectaculares proyectos de desarrollo en la Tierra. ¡No se necesitarían soldados estadounidenses! ¡La estabilidad reinaría en la región!", ha escrito en su cuenta de Truth Social, su propia red.
El plan es un delirio, un disparate, una ilegalidad y un imposible. Y parte de la estrategia para ayudar a Benjamin Netanyahu, como la salida de la comisión de Derechos Humanos de la ONU, cortar la ayuda a la agencia de Naciones Unidas para los refugiados o las sanciones a la Corte Penal Internacional que anunciará este jueves como represalia por las órdenes de detención hacía líderes israelíes.
El desplazamiento forzoso de casi dos millones de personas es impensable y aunque Trump insiste todo el tiempo en que "la gente está encantada con la idea" y que los líderes mundiales están a favor, nadie fuera de Israel o el ala más radical del Partido Republicano ha mostrado su apoyo. Pero la cuestión de fondo, a la que Trump se enfrenta, es un problema realmente serio al que hay que dar respuesta. Y el presidente, por absurda que parezca, tiene al menos una idea.
Gaza está arrasada, llena de bombas sin explotar, sin infraestructuras de ningún tipo. Y reconstruirla costará decenas de miles de millones y años. Parte de la población que ha intentado regresar a sus hogares tras el alto el fuego, uno precario y que nadie está seguro de que se vaya a mantener, ha dado marcha atrás y vuelto a los campos de refugiados, donde al menos hay unos mínimos para la supervivencia. Así que Trump sugiere hacerse cargo de esa tarea, siempre y cuando Egipto, Jordania y otros países, de la región o de Europa, se hagan cargo de la población.
Desde la Casa Blanca han llegado mensajes de confusión en las últimas 48 horas. Y desde el universo MAGA, de indignación y sorpresa. Se sienten traicionados porque esa involucración para ayudar a Israel casa mal con el 'América primero' que pregonan. Y supone seguir con la presencia de EEUU en la región, tras clamar contra los soldados en Afganistán o Irak.
Sanciones a la Corte Penal Internacional
Desde el equipo del presidente sugieren que la idea llevaba unas semanas en la cabeza del presidente y ha ido cogiendo forma, pero con un lenguaje más allá de lo esperado y deseado por sus expertos. Y matizan que su idea no era una expulsión permanente, sino "temporal", según la portavoz oficial, Karoline Leavitt.
Steve Witkoff, el enviado especial del presidente a Medio Oriente que contribuyó a la firma del alto el fuego presionando a Israel, le dijo el miércoles a un grupo de senadores republicanos en un almuerzo a puertas cerradas en el Capitolio que Trump "no quiere poner tropas estadounidenses en el terreno y no quiere gastar ningún dólar estadounidense en absoluto", según ha explicado uno de los presentes. Pero sí meter presión a los países árabes para que empiecen a dar asilo a cientos de miles de personas.
Trump está abordando la cuestión como hace con los negocios y con lo que Netanyahu aplaudió definiendo "como pensar fuera de la caja" y "ver y decir lo que nadie más se atreve". Con ideas sin duda fuera de lo convencional y proponiendo negociaciones. Pero el alcance de sus decisiones tiene consecuencias inmediatas. Trump, evidentemente, no es neutral. Quiere la victoria israelí, su principal aliado. Y si bien ha forzado un poco su mano para firmar el alto el fuego temporal y muy secuenciado, al mismo tiempo ha dado luz verde a Netanyahu para Cisjordania.
Su equipo está formado no sólo por simpatizantes de Israel, sino judíos o evangélicos que creen que Palestina no existe y Gaza y Cisjordania, o Judea y Samaria como lo llaman, forma parte de Israel. En las últimas semanas Trump ha quitado las sanciones a los colones extremistas de Cisjordania y levantado las restricciones de envíos de armas que Biden había impuesto por el descontrol en la respuesta de Jerusalén a los atentados del 7 de octubre, que han dejado decenas de miles de civiles muertos en Gaza.
El mejor ejemplo de esa cosmovisión está en el propio mensaje de hoy en su red social, con la crítica al senador demócrata Chuck Schumer, ex líder de la mayoría, un judío de Nueva York, al que califica de "palestino" de forma despectiva después de que fuera uno de los senadores que boicoteó la visita de Netanyahu al Capitolio el pasado verano. "Chuck Schumer se negó a estrecharle la mano al primer ministro israelí", dijo Trump a sus partidarios en un mitin en Pensilvania en agosto. "Chuck Schumer se ha convertido en palestino. ¿Pueden creerlo? Se ha convertido en un orgulloso miembro de Hamas", concluyó asociando ambas cosas.
Dentro de esa estrategia, Trump firmará este jueves una orden ejecutiva que sanciona a la Corte Penal Internacional, acusando al organismo de atacar indebidamente a Estados Unidos e Israel, según ha adelantado NBC News. La orden incluirá sanciones financieras y restricciones de visado contra funcionarios no especificados de la Corte y sus familiares que hayan colaborado en las investigaciones de la CPI sobre ciudadanos estadounidenses o aliados.