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Àlex Ollé lleva 'Il trovatore' a la trinchera

El Palau de Les Arts de Valencia culmina la 'trilogía popular' de Verdi con un montaje que traslada esta historia de amor y venganza a la Primera Guerra Mundial

Un momento de 'Il trovatore' de Verdi en el montaje de Àlex Ollé a su paso por Barcelona.
Un momento de 'Il trovatore' de Verdi en el montaje de Àlex Ollé a su paso por Barcelona.ANTONI BOFILL
Actualizado

En una de las escenas más memetizadas de la saga Crepúsculo, Jane lanza a un niño a las fauces de una hoguera. Es posible, por el gesto casi cómico con el que ejecuta el sacrificio, que los guionistas se inspiraran en Il trovatore, donde la gitana Azucena, presa de una extraña confusión, arroja a las llamas a su propio hijo en vez de al de su enemigo. Por esta y otras incongruencias argumentales, el libreto de la famosa ópera de Verdi, que se inspiró en la obra de teatro homónima del valenciano Antonio García Gutiérrez, suele incluirse entre las piezas más representativas del absurdo.

«No hay forma alguna de hacer verosímil ese instante de locura, y todo lo que de él se deriva, así que cuando me propusieron adaptar Il trovatore sabía que tenía que abordarlo desde una perspectiva completamente diferente», cuenta el director de escena Àlex Ollé. «Al final llegué a la conclusión de que la mejor manera de hilar todas estas pasiones desatadas, tan propias del Romanticismo, era a través de una guerra de trincheras, un largo y extenuante conflicto en el que los mismos contendientes llegaran a olvidar el motivo del odio que los enfrenta».

La trama original se desarrolla en paralelo a la revuelta de Jaime de Urgel contra Fernando de Antequera, a raíz del resultado del Compromiso de Caspe para designar el sucesor de Martín el Humano al trono aragonés. «En busca de un concepto escénico que no desentonara con esta estética medieval, encontré en el imaginario bélico de la Primera Guerra Mundial un territorio de apariencia a la vez anacrónica y futurista en el que conviven los primeros biplanos con los rudimentarios carros de combate junto a la caballería, ametralladoras y espadas, cascos de pincho y aparatosas máscaras de gas».

UNA DÉCADA DE APLAUSOS

Con este montaje, que causó conmoción tras su estreno en la Dutch National Opera de Ámsterdam allá por 2015 y ha sido aplaudido a su paso por Roma, Barcelona y tres veces París (una de ellas, con Anna Netrebko en el rol protagonista), el Palau de Les Arts salda su particular cuenta pendiente con el único de los tres títulos de la trilogia popolare de Verdi que no se había vuelto a programar -desde 2012- en el teatro valenciano, a pesar del vínculo de la historia original con la ciudad. Para las cinco funciones previstas entre el 8 y 22 de diciembre se ha habilitado una fila cero para los afectados por la dana.

"El montaje alcanza tal grado de fantasmagoría que cualquier historia de amor u odio se antoja posible", dice el exfurero

Tras el éxito de las producciones de Anna Bolena y Maria Stuarda de Donizetti, el maestro Maurizio Benini regresa al foso para dirigir a la Orquesta de la Comunidad Valenciana y a un elenco especializado en el repertorio italiano: la soprano y solista del Teatro Mariinski Olga Maslova (en el que será su debut en Valencia para dar voz a Leonora), el tenor Antonio Poli (en el exigente rol de Manrico, quien en el tercer acto protagoniza la famosa cabaletta Di quella pira), la mezzo Ekaterina Semenchuk (como Azucena), el barítono Artur Ruciski (Il Conte di Luna) y el bajo Adolfo Corrado (Ferrando).

De la mano de su habitual equipo de colaboradores (el escenógrafo Alfons Flores, la iluminadora Urs Schönebaum y el diseñador de vestuario Lluc Castells), Ollé configura «un paisaje humano que alcanza un grado de fantasmagoría tal que cualquier historia de amor u odio se antoja posible». Inspirándose en el Monumento a los judíos de Europa asesinados, construido por el arquitecto Peter Eisenman en Berlín, unos cortes rectangulares en la tierra permiten que esta se hunda o se eleve, creando fosas y trincheras o simulando torres y murallas, bajo una atmósfera nublada de permanente angustia.

«Estos pilares de tierras se articulan por medio de un bosque de cables que al principio simboliza una alambrada pero que, a medida que el espacio evoluciona a la vista del público, terminará representando una gran máquina industrial, un poderoso Leviatán que destruye y devora todo lo que va encontrado en su camino», reflexiona en voz alta el ex miembro de La Fura dels Baus. «Aquí los amores más puros, como el que se profesan Manrico y Leonora o el que le dedica Azucena a su hijo, sucumben al odio devorador de la guerra». Al final lo que queda es sólo un campo de batalla cubierto de cruces.