Puede visitarse en el museo Reina Sofía Esperpento. Arte popular y revolución estética. No sé yo. Ni todo lo que se expone allí es arte popular, ni se entiende que el esperpento tenga que ver con ninguna revolución, y sin embargo…
Se diría que los responsables (cinco comisarios cinco) han creído que la palabra "revolución" bastaba para "modernizar" algo tan racial y celtibérico como el esperpento. Acaso por ello le han dado a la exposición un sesgo ideológico y cosmopolita. Habrán pensado sortear así cualquier sospecha de simpatizar con lo que el esperpento representa, tal y como los cocineros camuflan los alimentos de difícil digestión especiándolos mucho. Y menos aún querrán ser acusados de blanquear "la España negra". Diría incluso que hasta España les sobra, de ahí que esos cinco hayan tratado de conectar y "dignificar" lo español con los artistas europeos (expresionistas o futuristas) de los años veinte, que a mi modo de ver salen sobrando aquí por exógenos.
Comprende uno, no obstante, las dificultades taxonómicas. ¿Significan lo mismo "España negra" y esperpento? ¿Es el esperpento exclusivo de España? De "esperpento" dice el Drae: «persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias», y añade que fue también una concepción literaria creada por Valle-Inclán hacia 1920. Lo cierto es que Galdós usó mucho esa palabra en el mismo sentido cuarenta años antes, y tal vez por ello el propio Valle, que lo sabía, quiso darle el mérito a… Goya. De Valle fue, sí, el de ser el primero en significar los espejos deformantes del Callejón del Gato.
Hoy, como "surrealista", esperpento ha quedado en el habla popular para las anomalías macarrónicas. ¡Pero hay tantos matices! ¿Alguien sostendría que los bufones y enanos de Velázquez son esperpénticos al modo de los de Buñuel? De modo que si usted se decide a ver esta exposición (y yo le animo a ello), olvídese de lo que la jefatura política haya querido o no decir con su caprichosa selección, y disfrute de unas docenas de obras únicas y excepcionales. El maravilloso cuadro de Gutiérrez Solana del ciego de los romances (obra maestra absoluta), las pinturas de Lucas y Alenza, los aguafuertes de Baroja, la "Mascarada" pintada en ¡1973! por Rosario de Velasco (aquella sinsombrero falangista) y tantos objetos, ellos sí populares, de finales del XIX o principios del XX, acaso más raros y valiosos por su propia indefensión frente al paso del tiempo, quiero decir que un pliego de cordel, una marioneta, los títeres de cachiporra o un muñeco del pim-pam-pum están más expuestos a su desaparición que el "gran arte".
"Que aprendan a distinguirlos desde pequeños, porque así como solo hay una España negra, tan cervantina, los esperpentos, tan quevedescos, proliferan"
Así como el esperpento es siempre una caricatura, hay algo de muchos quilates en la España negra, no tan distinta de la España clara que trataron de resucitar los viejos institucionistas, esa que asoma a la realidad española como la humanidad en la mirada del "Niño de Vallecas". Como la descubrimos también en la labor de las imprentas de pueblo, con sus tipografías deliciosamente mazorrales, en los ingenuos bojes de los romances de ciego (y Arte ingenuo es el título de un catálogo espectacular de Javier Santos, mecenas, fundador y director del Museo de Benasque, que tantas obras ha prestado aquí), en los frágiles recortables de papel chinesco o en las máscaras (y qué buena idea exponer las diseñadas por el gran Emeterio, artesano de Las Vistillas, para Solana, tan picassianas y usadas por Edgar Neville en su película Domingo de carnaval, proyectada ahora en bucle en una de las salas)…
Por suerte, hay en esa expo poco esperpento, y sí mucha España negra, la misma que encandiló a Verhaeren y Regoyos, a Solana o Azorín, Noel y Unamuno, de recia lírica. Esa que ha ido por desgracia desapareciendo en la medida que el admirable pueblo ha ido dando paso al despreciable público.
Vaya, corra, no se pierda esta exposición. Lleve a sus hijos pequeños si los tiene. Que aprendan a distinguir desde pequeños entre la España negra y el esperpento, a amar una y huir del otro. Porque así como solo hay una España negra, tan cervantina, los esperpentos, tan quevedescos, proliferan. La semana pasada, sin ir más lejos, mucho me temo que acudieran a ese mismo Reina Sofía unos cuantos a untarse con el famoso ungüento Tromboflebit, de laboratorios MoncloaSA, en el goyesco aquelarre en torno a Franco, el gran cabrón.