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El allanamiento y robo de joyas y obras de arte en la residencia en Contern de los príncipes Guillermo y Sibilla de Luxemburgo ha vuelto a poner el foco en esta aristócrata, una española en la Corte Gran Ducal. Sibilla, emparentada con nuestra familia real -es prima en segundo grado del Rey Juan Carlos- y con un personaje tan famoso en nuestro país como el televisivo Alessandro Lequio -eterno ex de Ana Obregón, de quien la princesa es prima carnal-, no tiene en verdad nacionalidad española, pero sí los genes de la dinastía Borbón y un amor enorme por la Península Ibérica, como demuestra en los constantes viajes que realiza a España.
Aunque Sibilla de Luxemburgo es una princesa bastante discreta y no muy conocida entre el gran público, cualquier seguidor de las revistas del couché la tiene bien grabada en su retina, ya que suele ser una de las invitadas más elegantes pero también más arriesgadas en la elección de los tonos de su vestuario en esas grandes celebraciones de la realeza europeas -bodas sobre todo- a las que acude con gran frecuencia. No pasa nunca desapercibida, no, con sus trajes de alta costura casi siempre de rabiosos colores y un estilazo del que le gusta presumir.
Sibilla Sandra Weller y Torlonia -su identidad de soltera- nació en 1968 en Neuilly-sur-Seine (Francia). Aunque con motivo de su boda en 1994 con el príncipe Guillermo de Luxemburgo -el menor de los cinco hijos de los entonces grandes duques reinantes Juan y Josefina Carlota- se convirtió en Su Alteza Real, Princesa de Nassau y de Borbón-Parma, Sibilla ya tenía un pedigrí de esos que siempre interesan a los aficionados a la Historia y la genealogía.
Porque Sibilla es hija de Paul-Annick Weller -riquísimo empresario heredero de la gran fortuna amasada por su padre, exitoso industrial en los sectores de la aviación civil, la banca y los hidrocarburos- y de la princesa Olimpia de Torlonia y Borbón. Aquí es donde la cosa se pone más interesante y se acerca al parentesco con nuestra dinastía.
La dinastía materna
Y es que Olimpia Torlonia es la menor de los hijos del matrimonio que formaron la Infanta Beatriz de Borbón y Battenberg -hija del rey Alfonso XIII- y Alessandro Torlonia, quinto príncipe de Civitella-Cesi. El Torlonia en cuestión era un hombre más que acaudalado, aunque su título principesco era uno de esos que concedía el Papa por favores prestados y que se consideraban el hazmerreír por la aristocracia pata negra. De modo que Alfonso XIII torció un tanto el gesto al ver casar a toda una Infanta de España con un noble de tres al cuarto, si bien no le quedó más remedio porque la familia real ya sufría el exilio en Italia, y los ahorros no daban para tirar cohetes. Eso sí, Beatriz de Borbón tuvo que renunciar a sus derechos dinásticos al trono español para sí y sus descendientes por contraer un matrimonio tan desigual.
El Palacio de los Torlonia fue, con todo, uno de los epicentros de la vida social romana en el que tanto disfrutaron los Borbones.
La Infanta Beatriz y Alessandro Torlonia tuvieron cuatro hijos, incluida la mayor, Alessandra -la madre del conde Lecquio- y la menor, Olimpia. Y ésta, casada como hemos dicho con el rico Paul-Annick Weller, tuvo por su parte seis vástagos, incluida nuestra protagonista Sibilla -dos de los seis hijos fallecieron, sobreviven cuatro hermanas-.
La princesa Sibilla y sus tres hermanas organizaron una formidable fiesta con motivo de los 80 años de su madre en diciembre de 2023, que contó con la asistencia de decenas de invitados de todo el mundo en un sarao lujosamente organizado en el Hotel Russie de Roma, y en el que hasta el último minuto se especuló con la presencia del Rey Juan Carlos, quien, sin embargo, finalmente no se personó a pesar de la estrecha relación mantenida desde siempre con su prima Olimpia.
Sibilla se crio en Ginebra. Y se licenció en Historia del Arte, su gran pasión y el ámbito en el que siempre ha trabajado, tanto en organismos como el Museo de los Monumentos Franceses, como en distintas galerías, hasta fundar la suya propia. También ha estado ligada muchos años al Museo Peggy Guggenheim de Venecia.
En abril de 1994, se hizo el anuncio oficial de su enlace con el príncipe Guillermo de Luxemburgo, en una recepción a la prensa en los jardines del Castillo de Berg, la residencia principal de la familia gran ducal. Aquel día, los novios posaron nerviosos junto a sus respectivos progenitores, incluidos unos orgullosísimos soberanos Juan y Josefina Carlota.
La boda religiosa se celebró en septiembre de aquel año, en Versalles. Con 1.200 invitados, fue el gran acontecimiento social del momento, que reunió a una lista interminable de miembros de la realeza. Desde España desembarcaron tanto la Reina Sofía con sus dos hijas, las Infantas Elena y Cristina, como la Infanta Pilar con parte de su prole, y el marido de la Infanta Margarita con su hija María Zurita. Todo un despliegue que confirmaba una vez más la estrecha relación de los Torlonia con los Borbón.
Sibilla dio el "sí, quiero" con un extraordinario vestido nupcial de alta costura de Valentino, pero sorprendió a propios y extraños con su decisión de no llevar tiara en su gran día.
Y eso que la princesa cuenta en su joyero con dos tiaras formidables: una, la más valiosa en todos los aspectos, es la tiara de aguamarinas de la reina Victoria Eugenia de España, cuya forma actual fue un trabajo bellísimo de Cartier. Esa joya histórica la heredó Olimpia -la lució sin sir más lejos el día de su boda- y al parecer desde hace décadas está en posesión de Sibilla, que la ha lucido en numerosas bodas reales y grandes acontecimientos, sobre todo de las dinastías de Luxemburgo y de Bélgica. La esposa del príncipe Guillermo también cuenta con la llamada tiara art deco, enteramente de brillantes, rematada en diamantes de gran tamaño, que fue un regalo de sus padres.
Grave Accidente de coche
Uno de los episodios más duros vividos por Guillermo y Sibilla fue el grave accidente de coche que sufrieron en el año 2000. El Renault Clío en el que viajaban chocó contra otros dos vehículos en la autopista A-10, cerca de París. La princesa se fracturó una pierna. Pero la peor parte se la llevó él, quien sufrió un traumatismo craneal y tuvo que permanecer en coma inducido un tiempo en el hospital. Aquel suceso obligó a retrasar varias semanas la ceremonia de abdicación del gran duque Juan de Luxemburgo, quien cedió el trono a su primogénito Enrique.
Los príncipes Guillermo y Sibilla residen en el Gran Ducado. Y tienen cuatro hijos, que también ostentan la dignidad de príncipes de Nassau.
Se sabe que la princesa es una enamorada de España y que se lo habría contagiado a su esposo, hermano del todavía soberano de Luxemburgo -que abdicará el próximo otoño-. La pareja principesca ha visitado nuestras tierras en innumerables ocasiones. Y muchas de ellas para conocer lugares vinculados a sus antepasados y a la historia de la dinastía Borbón. En 2015, por ejemplo, visitaron el Palacio del Infante Don Luis, en Boadilla del Norte (Madrid), donde estuvieron acompañados por el alcalde la ciudad y Sibilla firmó en el Libro de Honor del Ayuntamiento. Dos años antes, la bisnieta del Rey Alfonso XIII y su marido disfrutaron de una romántica escapada a Cáceres. En otra ocasión visitaron Alba de Tormes (Salamanca) para rezar ante el sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Según se publicó en su momento, al parecer en aquella excursión les iba a acompañar la reina Fabiola de Bélgica, tía carnal del príncipe Guillermo, nacida en España y como es sabido ferviente católica.
Una de las últimas visitas de la princesa Sibilla a nuestro país estuvo ligada justamente al esposo de la reina Fabiola, el inolvidable rey Balduino de los belgas. Porque la princesa de Luxemburgo y su marido representaron a la dinastía gran ducal, en agosto de 2023, en el acto institucional que se realizó en Motril (Granada), por los 30 años de la muerte del soberano. En aquel acto, Sibilla coincidió con la princesa Leonor de Bélgica y el príncipe Nicolás de Liechtenstein, y una vez más con la Reina Sofía, madre de Felipe VI.