"Eran dos columnas de Hércules", reflexiona el modisto Toni Benítez (87) cuando piensa en las piernas de Lola Flores. Verla caminar era un espectáculo en sí mismo. Acababa de cumplir los 30 cuando en cierta ocasión, los señoritos del casino de la sevillana calle Sierpes tiraron sus sombreros al suelo en cuanto la vieron pasar. A eso se le llama respeto.
Hoy, 21 de enero, hace justo un siglo que María de los Dolores Flores Ruiz dio los buenos días a Jerez de la Frontera (Cádiz) para avisar de que un nuevo fenómeno meteorológico en forma de un torbellino de colores iba a arrasar con todo lo que encontraría a su paso.
Hija de una costurera (Rosario) y un tabernero (Pedro) dio muestras de su arte con el nombre de Lolita Flores Imperio de Jerez por su devoción por Pastora Imperio, que haría historia en la prensa rosa por su romance con Fernando de Borbón, primo del Rey Alfonso XIII, de quien desciende la actriz Pastora Vega (biznieta). Con 16 años debutó profesionalmente con Luces de España junto a Manolo Caracol, que le propuso una gira a la que don Pedro se negó por ser menor de edad.
No tardó en aparecer el director Fernando Mignoni, que le ofreció 8.000 pesetas por un papelito en Martingala (1940), por lo que toda la familia se mudó a Madrid, incluidos sus hermanos Manolo (1933-1948) y Carmen (1936). Pero era cuestión de tiempo que se fuera con Manolo, ya que tras el estreno de Zambra (1943) se enamoró de él. Formaron compañía durante ocho años en los que hubo broncas, celos, infidelidades y palizas, situaciones que Salomé Pavón, nieta de Caracol, desmintió en un comunicado cuando se estrenó la docuserie Lola (2021).
Con aquel brillo que desprendían sus ojos tejió una red en la que caían los hombres. Con el guitarrista Niño Ricardo abortó clandestinamente; vendió su virginidad al anticuario Adolfo Arenaza por 50.000 pesetas para ayudar a sus padres y el torero Rafael Gómez Gallito hizo lo imposible por acostarse con ella. No le dolía en prendas vociferar que "virgen solo ha habido una y no he sido yo, sino la Virgen María". Duende y figura. Su hermana Carmen (86) se apresura a negar el romance con Gary Cooper: "No hubo nada. Mi hermana le dedicó una canción mientras actuaba en los Campos Elíseos y posteriormente Gary y su mujer entraron en el camerino a saludarnos".
Una noche llegó con un abrigo de piel, se subió a una mesa, se lo quitó y estaba totalmente desnuda
La ruptura con Manolo Caracol en 1951 coincidió con su entrada en el olimpo estelar del productor Cesáreo González, dueño de Suevia Films, que la contrató en exclusiva por seis millones de pesetas. En nómina también estaban Paquita Rico y Carmen Sevilla, con quienes protagonizó El balcón de la luna (1962). Las tres tenían su ego así que... ¿cómo tenían que aparecer en los títulos de crédito? "Pusieron los tres nombres al mismo tamaño y en forma de aspa para que ninguna tuviera más protagonismo que las demás", desvela el libro El universo de Lola Flores (editorial Notorius), donde por primera vez se realiza un repaso a toda su filmografía.
Don Ne-Cesáreo, como llamaban al generoso productor, agotaba a sus chicas con giras interminables y rodajes mexicanos donde Lola alcanzaría la inmortalidad tras ser bautizada como La Faraona por el dueño de la sala Capri, frecuentada por Ginger Rogers o Edith Piaf. En el país azteca tuvo un desliz con Ricardo Montalbán y forjó amistad con María Félix, Lola Beltránla reina de la canción mexicana, Miguel Aceves Mejía el rey del falsete y Cantinflas "que, tras regalarle una sortija de brillantes a Carmen Sevilla, su amiga Lola le obligó a devolvérselo avisándole de que ya sabía lo que venía después", revela el escritor y periodista José Aguilar.
Tras sus romances con los futbolistas Gustavo Biosca y Gerardo Coque, bebería los vientos por el guitarrista Antonio González El Pescaílla, casado con Dolores Amaya y madre de su hija Antonia, a quien fue infiel con la bailarina Carmelita Santos, con quien tuvo al guitarrista Juan Antonio. Temerosos de la venganza de los Amaya, Lola y Antonio se casaron de madrugada en el Monasterio de El Escorial el 27 de octubre de 1957 cuando la novia estaba embarazada de tres meses. No tardó en llegar Lolita (64) y posteriormente Antonio (1961-1995), que tantas fatiguitas le dio. Durante el matrimonio Lola tuvo sus escarceos, siendo el más largo Antonio Carrasco el Junco.
A su lado en esos momentos especiales estaba Carmen Caballero, que antes de fallecer en 2020 me comentó que "cuando Antonio venía a Barcelona para desintoxicarse yo hacía la reserva a mi nombre. Solía quedarse en mi casa, hablábamos casi toda la noche, y cuando Lola venía se hospedaba en el hotel de al lado, el Balmoral". También evocó los tiempos del glamur con Ava Gardner, "a quien Lola adoraba, pero la rehuía cuando estaba borracha. Una noche llegó con un abrigo de piel, se subió a una mesa, se lo quitó y estaba totalmente desnuda". Las juergas de Lola eran legendarias, como las de Caripén, el tablao que regentaba junto a su marido, donde uno se podía encontrar a Gina Lollobrigida o el Beni de Cádiz.
Con el inconfundible aroma que embriaga los recuerdos, Encarnita Polo recuerda el buen corazón que tenía porque en las navidades de 1971 participó en un evento benéfico "porque me llamó para organizar el partido de finolis contra folclóricas. A mí me puso con las finolis y no sé por qué (ríe). A veces, cobraba por actuaciones filantrópicas, como las 100.000 pesetas que se embolsó la noche en que la Cruz Roja organizó un festival en los jardines de las bodegas Terry, "pero fue rentable ya que asistió mucha gente y se pudo comprar una ambulancia bien equipada", alega uno de los organizadores.
De la misma manera que ingresaba millones los gastaba a borbotones. "¡Ay, Toni! Tus amigos los modistos me han denunciado", le comentaba a Toni Benítez en una de las comidas de los viernes en Casa Lucio. "Si yo pago cuando puedo y a ti que te debo mucho y no me has dicho ná", a lo que el modisto respondía: "Tú eres artista y yo soy artista, ya me lo darás cuando puedas". Con esa gracia que tenía, la cantante de Ay, pena, penita, pena le espetó: "Mañana te mando con mi chófer medio kilo y otra cosita más", y a los dos días "me trajo una bolsa con 500.000 pesetas y un cuadro pintado por ella", puntualiza el diseñador.
"Lola era un boquete roto ya que a su vera jamás existieron las penas", confiesa su amigo Juan el Golosina mientras la mente retrocede a 1989, cuando el flamenco hizo historia con Soy Gitano de Camarón y la Faraona declaraba en el juzgado por haber defraudado a Hacienda 47 millones de pesetas por no presentar la Renta durante cinco años. Mítica es su frase "si una peseta me diera cada español..." que la convirtió en pionera del crowdfunding.
A pesar de los sinsabores tenía una picaresca especial, como así lo recuerda Enrique del Pozo (65) en su casa marbellí Los Gitanillos "cuando me pidió que le hiciera fotos tomando el sol y bañándose en la piscina. Al abrir la cámara para ir a revelar allí no había nada. A las dos semanas se publicó un reportaje con mis fotos. Es la vez que mejor me han robado. ¡Qué arte tenía! (risas)".
Un arte que se palpaba en el escenario, pero que no le impedía admirar a otros artistas, como a María Rosa, a quien le dijo que "por qué no enseñaba a bailar a sus niñas. Fíjate qué orgullo. Con Antonio el Bailarín comentábamos que como ella no había nadie". Los más grandes son los más generosos. De eso de fe Micaela Flores la Chunga "porque admiraba a Carmen Amaya -su prima- dos personas de tal categoría que Dios no volverá a hacer lo mismo. En un camerino me dijo que le haría muy feliz si me casaba con un gitano y le di un beso en el hombro".
Y a graciosa no le ganaba nadie, porque Hilario López Millán confiesa que cuando estaba actuando en Miami "fue a casa de Rocío porque estaba de la comida americana y quería que le hicieran unas papas en amarillo con bacalao. Antes de la comida se metió en el jacuzzi con parte del grupo de artistas y Lola le dijo a Rocío: '¡Hay qué ver, qué caldito tan bueno saldría con esta agua'. Juan de la Rosa -secretario de la chipionera- tuvo que ir por todo Miami buscando el bacalao".
A pesar de tantas alegrías, sufría por dentro. Se negó a que le practicaran una mastectomía mientras el cáncer de mama seguía su curso. El 16 de mayo de 1995 falleció en El Lerele a los 72 años. Dos semanas después, su hijo Antonio la acompañó con 33 años. La pena, los barbitúricos y el alcohol acabaron con él.
Conforme a los criterios de