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El pasado 15 de noviembre Bélgica celebraba el Día Nacional del Rey, una celebración institucional celebrada en Bruselas en la que estuvo presente la familia real al completo para honrar al monarca Felipe. A estos fastos anuales acudieron desde el rey emérito, Alberto II, y sus hijos, el príncipe Laurent y la princesa Astrid, hasta otros invitados más desconocidos de la realeza. Sin embargo, los medios en seguida repararon que faltaba una persona: Delphine (56), hija extramatrimonial de Alberto de Bélgica.
''La prensa me volvió a recordar ayer por qué no fui invitada a celebrar el Día del Rey. La razón es que no percibo dotación como mis hermanos y hermana. El hecho es que no soy bienvenida porque, esencialmente, cuando nací mis padres no estaban casados", expresó en sus redes sociales.
"Vuelvo a escribir esto y sigo alzando la voz porque los niños no eligen las circunstancias en las que nacen. Nuestra sociedad y nuestras leyes deben reflejar valores que acojan a los niños por igual, tanto si nacen en el matrimonio, en terceras nupcias, en cuartas nupcias, fuera del matrimonio, como si son adoptados o lo que sea", concluyó.
Fruto de la relación secreta de 18 años que Alberto segundo tuvo con la baronesa Sybille de Selys Longchamps mientras estaba casado con la reina Paola, Delphine fue reconocida como princesa en 2020. Pero antes de llegar hasta ese punto estuvo envuelta en una larga batalla judicial debido a las constantes negativas de su padre a hacerse un test de ADN. Hasta que en 2013, tras abdicar el trono, Alberto de Bélgica perdió su inviolabilidad legal y se vio obligado a hacerse una prueba de paternidad que dio positivo.
La princesa Delphine sabía que era hija del monarca desde los 17 años, pero le ha llevado décadas obtener un reconocimiento legal que, aún así, no parece haberse traducido en lo familiar. No es la primera vez que la royal asegura ser víctima de un trato desigual por parte de la familia real belga.