Hace mucho mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana yo me cruzaba a menudo en el gimnasio con María Patiño. Ella entonces empezaba a ser popular gracias a los programas de televisión del corazón. Más de dos décadas (¡dos décadas!) después, la Patiño ya tiene el "la" antes del apellido y es una mujer muy famosa. Una estrella.
Ahora es un animal televisivo tan extremo que es imposible parodiarla. Ella es la protagonista de la campaña con la que Filmin anunció que La sustancia ya estaba en la plataforma. En el divertidísimo vídeo que emula el programa de fitness de la película de Coralie Fargeat, Patiño vuelve al gym y habla de La sustancia completamente en serio. Esa es su marca personal: aunque a veces parezca que La Patiño emite desde la distancia irónica, generalmente lo hace desde la cercanía más cándida. Lo que ves es lo que hay y lo que escuchas es exactamente lo que María quiere decir.
Otra habría promocionado La sustancia haciéndose la graciosa. María no. Ella sabe que su gracia está en tomarse en serio cosas que son chorradas. La tele que ella lleva haciendo 30 años se basa precisamente en eso. Por eso es tan hipnótica como los cenutrios de La isla de las tentaciones. No hay en España actores y actrices (ni mocatores, ni mocatrices) capaces de ese desgarro emocional ridiculísimo. En La isla, como en la casa de Gran Hermano, las emociones se magnifican. Ni Nuria Espert te hace esos desmoronamientos emocionales ante las cámaras. Y ni Pamela Anderson en los 90 se pone esos modelitos.
En una de sus tiras cómicas en Instagram, Raquel Córcoles, más conocida como Moderna de Pueblo, se fijaba en la relación que algunos, que presumimos de culturetas, tenemos con La isla de las tentaciones. A través de los personajes que dibuja, Moderna señala que el programa no condena ni el deseo sexual femenino ni el sentimentalismo masculino. Tampoco aparta la mirada de las relaciones de pareja tóxicas.
Todo temazos, pero también todo interpretaciones externas de un programa que, si destaca por algo, es por la simpleza y literalidad de su propuesta. En un mundo que ya deja de venerar la monogamia y la heterosexualidad radicales, programas como La isla de las tentaciones o presentadoras como María Patiño ofrecen una ventana a un universo paralelo en el que discutir en bañador es digno y la infidelidad sexual destruye a las personas. En Patiñolandia todo está mucho más claro.