Esto es el último capítulo de una historia tan eterna como la vida misma. Tan eterna como esos Disparates con los que Goya vertió su ácida crítica sobre la España que le tocó vivir. Esto es la historia de una interpretación 200 años después de aquel demencial y certero punto de vista. Ésta es la actualidad de una niña gitana, que quiso ser artista y que en su madurez cumplió su sueño para sentarse en la cima de cuantas mujeres artistas hay en el mundo. Ésta es la historia de Lita Cabellut y su postrer aventura: el encuentro cara a cara con el genio de Fuendetodos.
No podía suceder en mejor lugar: la Real Academia de San Fernando, donde se custodian la totalidad de los grabados del aragonés. El resultado es la exposición Goya x Lita Cabellut. Los Disparates. "Mísera humanidad, la culpa es tuya", compuesta por una veintena de lienzos y varias esculturas.
«Estaba aterrorizada, preparar estas obras me ha producido un vértigo indescriptible porque es una responsabilidad enorme», relata Cabellut. Enfrentarse a Goya no es algo al alcance de cualquiera. Pablo Picasso y Salvador Dalí dan cuenta del nivel necesario para atreverse.
La pintora aragonesa aceptó el desafío y se tiró a la piscina. «Cuando subes una montaña y estás al borde de un precipicio, puedes caer al vacío, pero a veces el peligro es el único camino para la salvación».
Preparar esta exposición le ha supuesto a Cabellut un largo e intenso proceso de dos años y medio, en el que, fiel a su estilo, se ha peleado con las pinturas, ha apaleado los lienzos y acuchillado las telas a pinceladas salvajes. Hasta concluir en un paisaje feroz que desencadena un cataclismo emocional.
La crueldad
Agrestes trazos de pincel y relieves despiadados que erosionan el ánimo de quien se enfrenta a ellos. Aunque la turbación tiene una razón más poderosa bajo la siniestra cáscara: el mensaje que transciende de sus alaridos. «Goya fue nuestro mejor periodista. Me ha enseñado a reconocer que la crueldad es parte de nosotros. Lo que pintó hace 200 años, es lo mismo que estamos viviendo ahora, son las mismas miserias», señala rotunda Cabellut.
Un mensaje que con idénticas intensidad y certeza la pintora afincada en Holanda repite dos siglos después. «Son dos miradas que retratan el alma del ser humano, que hablan del miedo, de la envidia, de la violencia, de la ambición, de la ignorancia, pero también de la amistad y del amor», subraya Eloy Martínez de la Pera, comisario de la exposición.
Esta mujer nació en el pueblecito oscense de Sariñena y, al poco tiempo, emigró con su familia a Barcelona. Niña huérfana e indigente, acabó en un orfanato. La misma niña que un día, ya con 13 años y adoptada por una familia con posibles, ante Las Tres Gracias de Rubens del Museo del Prado se prometió a sí misma que sería como aquel pintor.
Esta mujer es la joven que, ya cumplidos los 19, marchó a estudiar arte a los Países Bajos. La misma que con 63 años , continúa residiendo en Holanda y que ha sido reconocida Doctora Honoris Causa por la Universidad de Barcelona, Orden de Isabel la Católica y Artista del Año 2021 en los Países Bajos. Es Lita Cabellut, la española más cotizada en el panorama internacional del arte.
Lástima hacia los desvalidos, crítica a la violencia de los poderosos, la esclavitud de género, el sectarismo, pero también la esperanza y la verdad. Sentimientos elementales que el primitivismo goyesco transmuta a disrupción contemporánea en manos de Cabellut, que no se cansa de reconocer su admiración por su paisano.
«Goya me ha transformado como mujer, como artista y como persona; me lo ha aportado todo. Me ha quitado el miedo a la oscuridad, a mirar a la cara a los fantasmas, a empequeñecerlos, pero también a quererlos, porque son los nuestros».
En la sala, un vídeo muestra el proceso creativo de la aragonesa. En él podemos ver el maquillaje de los modelos de carne y hueso, que luego retrata para incluir su impronta en la composición de los lienzos.
Ella misma lo explica en la presentación de la muestra. «Goya me ha enseñado que los negros no son negros y que los blancos tienen muchos matices». Y se niega a catalogar estas obras como pinturas en blanco y negro. «Aquí hay 18 clases de negro, 22 tipos de blanco y 11 gamas de grises. Estas pinturas están pintadas a capas, con muchos matices, son como la vida misma».
Hiperrealismo brutalista que desarbola sentimientos, el volcán que esta mujer gitana lleva en su alma encuentra cauce en los grabados más radicales de Goya. Los Disparates es el puerto donde recala el hacer de Lita Cabellut. Sus oleadas desbordan tremendas las escolleras y arrancan de los postes las amarras de los ánimos más templados. «Vivimos en un disparate», concluye.