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Mazón teme a Feijóo más que a Sánchez

Feijóo y Sanchez coinciden en el deseo común de liquidar a Mazón. Políticamente, se entiende

Mazón y Feijóo en un mitin en Valencia, en junio.
Mazón y Feijóo en un mitin en Valencia, en junio.David GonzálezAraba Press
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A veces sorprende la actualidad de muchos de los textos que Simone Weil escribió hace casi 80 años. Este, Contra los partidos políticos, que la próxima semana pondrá a la venta Altamarea, fue escrito en plena Segunda Guerra Mundial y resulta oportuno a la luz del triste espectáculo de una clase política que se muestra insensible a la tragedia e indiferente a los muertos, y sólo aspira a cobrarse un rédito electoral desgastando al enemigo externo. E incluso al interno. La persecución mediática y política a la que está siendo sometido Mazón, en medio de uno de los desastres naturales más trágicamente mortales de nuestra historia, coincide con el diagnóstico de la pensadora francesa en un artículo que no llegó a publicar en vida. "En Europa", sentencia, "el totalitarismo es el pecado original de los partidos", que se establecieron en la vida pública "debido a la herencia del Terror" jacobino de 1793. "La lucha de las facciones bajo el Terror estuvo gobernada por ese pensamiento que Tomski formuló perfectamente: 'Un partido en el poder; los demás, en la cárcel'".

Llegaría luego la espiral hacia dentro en forma de purgas. Una vez en el poder, sólo la facción vencedora podría mantenerse. Es obvio que Mazón no pertenece a esa camarilla del Partido Popular que lidera Feijóo. Y que el líder del PP comparte con Pedro Sánchez el deseo de liquidarlo. Políticamente, se entiende. No queda hoy la guillotina muy decorosa. La incompetencia del president de la Generalitat Valenciana es exactamente igual a la demostrada por el Gobierno de coalición de Sánchez e Iglesias durante la pandemia. Todos se saben igual de alejados de la defensa de eso que genéricamente se llama el interés general. No se trata de exigir la dimisión de un incapaz. De no haber sido tan brutal la gota fría de este año, es probable que Mazón hubiese acabado la legislatura. Y no está claro que no vaya a ser así. Mañana sabremos cuál es su respuesta. Para mantenerse, sin embargo, es consciente de que tendrá enfrente a parte de su propia formación. Porque todo partido es totalitario por naturaleza. No hay mucha diferencia, explica Weil, entre la adhesión a un partido político y el apego a una Iglesia. Porque "la operación de tomar partido, de tomar posición a favor o en contra de algo, ha sustituido a la obligación de pensar. Es una lepra que ha tenido origen en los ambientes políticos y se ha extendido (...) hasta fagocitar casi la totalidad del pensamiento".

Todo el mundo sabe que los valencianos se quedarán solos esperando las ayudas que les prometieron unos y otros

Un pensamiento que para Weil debería ocuparse de "discernir el bien, la verdad y la justicia en los asuntos públicos". Y todo el mundo sabe, y más aún las personas que han perdido a familiares y amigos en las riadas de Valencia, que cuando la épica del voluntariado haya satisfecho a los espíritus más fogosos y las buenas intenciones vayan cediendo al cansancio, se quedarán solos los valencianos, esperando las ayudas prometidas por unos y otros. Que llegarán tarde y serán escasas, como ocurrió en La Palma. Mientras, en su burbuja, los políticos seguirán tomando partido, con la esperanza de que la ciudadanía elija de nuevo entre ambos.