En círculos van dibujando en el cielo, como buitres al acecho, la posibilidad de una guerra o de un colapso o de una crisis tremenda. Es una manera como otra cualquiera de meter miedo. Y en círculos también, otra vez como buitres, sugieren a los países de la UE que se preparen para lo que venga. Que hagan acopio. Que bunquericen el ánimo. Si un Gobierno o una comunidad de Gobiernos pide esto con antelación hay que exigirles que anticipen la solución al desastre sin alimentar el terror abstracto. La guerra está ahí todos los días y a los mandatarios, técnicos y personal de la Unión Europea sólo se le ocurre lanzar como mensaje de cohesión que compremos más latas de sardinas, que guardemos el pan del día anterior, que no falte el papel higiénico. Buscan legitimar emocionalmente el rearme, el gasto militar, el negocio formidable.
Personalmente no tengo interés en combatir por nada de lo que se defiende o ataca en las guerras. Imagino que esto es algo que no se elige del todo, pero yo aviso. Me gusta escuchar a Pedro Sánchez, opaco hasta la locura, explicar desde la ventriloquía del bienmandao el apocalipsis sobrevenido y prometer a su manera truquista que el gastazo militar no afectará al rácano gasto social (en todo lo social se racanea). Sólo avisar de algo así nos invita a sospechar que será al revés. Cuesta entender para qué necesitamos tanta gente a la sombra de un sueldo público soltando por la boca flores diplomáticas si la propuesta armonizada por la UE -sobrada de cuajo- propone llenar los altillos de productos no perecederos. La solución es claramente menos seria que la amenaza, y así no vamos a ninguna parte.
En verdad son tres o cuatro tipejos los que, de golpe, parecen sincronizados para poner el mundo patas arriba aplicando una racionalidad demente contra todos. La racionalidad de la guerra sí o sí. La demencia de la agresión y del chantaje. En dos meses, la paz pechopalomo que Europa exhibía orgullosísima para afianzarse como Europa no vale. El escenario es de batalla porque ellos (¿quiénes serán ellos?) deciden que lo sea. Vienen a incordiar con esta idea: "Algo ocurrirá, pero cuándo y qué". Así que al rearme. Es una estafa de primer nivel. Un peligro clarísimo. Un veneno de realidad amañada. Otro motivo de desafecto. Ronda de buitres al acecho.