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Stanley Pignal: "La UE debe ampliarse para frenar la influencia rusa y china en los Balcanes"

En 'Carlomagno', su columna especializada en asuntos comunitarios, el periodista francés y corresponsal en Bruselas de 'The Economist' aborda cuestiones clave sobre el devenir de la Unión Europea. "Nuestro futuro depende de que Trump no gane y Ucrania no pierda", advierte

Stanley Pignal, analista político y corresponsal en Bruselas de 'The Economist'.
Stanley Pignal, analista político y corresponsal en Bruselas de 'The Economist'.
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Stanley Pignal (París, 1981) es corresponsal de la revista The Economist en Bruselas y una de las firmas que con mayor rigor y profundidad aborda los desafíos que enfrenta la Unión Europea tras las elecciones al Parlamento y el auge de los partidos de extrema derecha. Hace tiempo que el periodista francés, ex editor de banca, advirtió en su columna Charlemagne, dedicada a asuntos comunitarios, que la Unión Europea había vuelto la mirada a la geografía y a replantearse sus fronteras. «Una oleada de entusiasmo respecto a las posibles adhesiones tras la invasión rusa de Ucrania dio paso a la resignación, pues la ampliación de 27 a 36 estados miembros será larga e incierta», explica Pignal. «Es comprensible que ciertos países no estén totalmente de acuerdo sobre los rasgos civilizadores que los caracterizan, pero saben que comparten el mismo trozo de roca euroasiática. Y, en estos momentos, eso parece más importante».

¿Cómo valora los resultados de las últimas elecciones europeas?
No fue sorprendente en el sentido de que todos esperaban un gran aumento en el número de eurodiputados de la extrema derecha, grupos como Vox o la Agrupación Nacional (AN) en Francia. Pero la tendencia estuvo distribuida de manera desigual. En Alemania, y especialmente en Francia, esos partidos lo hicieron extremadamente bien. Pero en muchos otros lugares quedaron por debajo de lo esperado. Hablo de Escandinavia, Polonia, España, Portugal... En esos países, los partidos conservadores-nacionalistas obtuvieron peores resultados que en las elecciones nacionales recientes. Así que hay que ser muy cautos a la hora de extraer una única tendencia en Europa. De lejos, la mayor sorpresa de la noche fue la decisión de Emmanuel Macron de convocar elecciones nacionales anticipadas.
¿Fue una decisión acertada?
La estrategia de Macron es una apuesta, pero una a la que Europa está acostumbrada. España misma ha celebrado en los últimos años elecciones anticipadas. Será un momento decisivo para Francia, la última gran prueba electoral antes de las elecciones presidenciales de 2027. Hay dos tendencias que están ayudando a la AN. La primera es que cualquier presidente que haya estado en el poder durante siete años es impopular en Francia. La segunda es que ya se ha moderado bastante. La señora Le Pen expulsó a su padre, el radical Jean-Marie, del partido que él mismo creó. Ya no quiere salir de la UE. La gran pregunta es si los principales políticos de la AN son realmente moderados, o si esto es sólo una estrategia para seguir rascando votos.
La nueva configuración del Parlamento Europeo, ¿facilita o complica la reelección de Ursula von der Leyen como jefa de la Comisión?
El verdadero ganador de la noche fue el Partido Popular Europeo de Von der Leyen. Así que ahora es la gran favorita para ser nominada por los 27 líderes nacionales de la UE para otro mandato de cinco años como presidenta de la Comisión. El Parlamento es el gran obstáculo. En teoría, los más de 400 escaños controlados por partidos centristas son más que suficientes para una mayoría de 361. En la práctica, es una votación secreta, así que nunca se sabe realmente cuál será el resultado.
Para saber más

Si no es Von der Leyen, ¿quién? ¿Mario Draghi? ¿Kyriákos Mitsotákis?
La hoja de servicios de Von der Leyen es muy favorable, a pesar de sus errores, y cuenta con el respaldo de su partido de centroderecha. Pero el proceso para la nominación de un segundo mandando resulta complicado. En 2019 consiguió una coalición de centristas liberales, socialistas y de centroderecha. Pero, tras los buenos resultados de Marine Le Pen y Giorgia Meloni, no lo tendrá tan fácil. Si Von der Leyen falla, se tendrá que proponer un nuevo presidente de la Comisión. Mario Draghi goza de popularidad entre los eurodiputados, pero tiene 76 años y no pertenece al partido ganador. Mitsotákis parece más factible, pero exigirá ciertas garantías antes de renunciar a la presidencia griega.
¿Qué balance hace de la guerra en Ucrania?
La mayoría de ciudadanos de la UE había asumido que no volvería a ver tanques cruzando fronteras de un país a otro. Estas y otras certezas se fueron al garete en febrero de 2022 y, desde entonces, disponemos de más preguntas que respuestas. Después de la Guerra Fría, ¿redujimos demasiado el gasto en Defensa? ¿Es el modelo económico globalizado que tenemos, que dependía de las importaciones de gas de Rusia y de bienes de China, el más adecuado? Incluso la configuración de la propia UE ha sido cuestionada: ¿podemos permitirnos tener a ciertos países de los Balcanes fuera del club?
¿Qué posibilidades hay de que el imperativo geopolítico de poner fin a la influencia rusa se traduzca en una expansión a 30, 33, quizá 36 miembros?
La ampliación ha sido la política más exitosa de la UE. Imagine una unión conformada por sus seis países originales, o incluso por los 12 miembros de 1986, ya con España y Portugal. La UE sería irrelevante. Ahora bien, la incorporación de países digamos problemáticos, como Serbia o Ucrania, no estaba realmente en la agenda antes de la guerra. Ahora, la ganancia geopolítica de tener esos países en el club es más fácil de entender: o se unen a la UE o la influencia de China y Rusia aumentará en los Balcanes. Pero no es fácil: fíjese en lo que está pasando en Georgia, donde el gobierno está aprobando leyes que hacen imposible la adhesión a la UE. La ampliación sucederá, pero puede llevar mucho tiempo.
El 68% de los ciudadanos se sienten seguros dentro de la UE, pero la baja participación en las elecciones al Parlamento revela cierto hartazgo, e incluso desconfianza. ¿Ha crecido el euroescepticismo?
Creo que es posible que las personas se sientan apegadas a más de una capa geográfica: ser al mismo tiempo europeo, español y andaluz, por ejemplo. La cuestión es cómo manejar todo eso. Sería ridículo que las escuelas se gestionaran según un plan europeo, o que la regulación de los grupos tecnológicos globales fuera diseñada por regiones. La pregunta más difícil es si la gente se siente apegada a la UE para que sea un proyecto democrático, o si siempre será una especie de unión de estados miembros con gobiernos nacionales al cargo, que es básicamente el sistema actual.

"La gran pregunta es si el partido de Le Pen avanza hacia la moderación o es sólo una estrategia para seguir rascando votos"

El sentimiento de identidad crece en los momentos de crisis. ¿Es la prosperidad un obstáculo para la aparición de ese demos genuinamente europeo?
En Bruselas se cita mucho a Jean Monnet, uno de los padres fundadores de la UE, quien dijo: «Europa se forjará en crisis, y será la suma de las soluciones adoptadas para esas crisis». Personalmente, no estoy seguro de que sea un diagnóstico correcto. Sí, las crisis obligan a tomar decisiones conjuntas, como ocurrió durante la pandemia, la guerra en Ucrania con la compra de armas o la crisis del euro, a través de un poderoso banco central. Pero también hay momentos en los que la UE ha dado grandes pasos sin crisis a la vista. Mire el euro, por ejemplo, o Schengen o la época dorada de Jacques Delors. Con el liderazgo adecuado, eso sigue siendo posible.
El futuro de la UE ¿se parece más a una federación, como EEUU, o a un club de países al estilo de la ONU?
Digamos que está a medio camino. No podemos aspirar a unos Estados Unidos de Europa, con un solo gobierno, un equipo de fútbol y un presidente. Pero resulta evidente que la UE es más que unas Naciones Unidas. Los países miembros han cedido soberanía real para formar parte del club, y de ello dependen sus economías o sus sistemas de inmigración. Mi pronóstico es que la UE seguirá avanzando hacia una mayor integración, pero habrá momentos en que ciertos poderes pasen de un nivel europeo a otro nacional o incluso regional.
La buena reputación de Pedro Sánchez en la UE, ¿se vio comprometida tras los cinco días de reflexión?
Pedro Sánchez ha destacado en Bruselas por ser un socialista en un club de líderes nacionales con muy pocos miembros de izquierda. Aparte de Olaf Scholz y otros líderes de países pequeños, como Dinamarca y Malta, no hay otros socialistas en las primeras filas. Eso es raro, pues estamos hablando del segundo grupo más votado del Parlamento. Así que, cuando Sánchez se tomó unos días para reflexionar, en Bruselas se especuló con la posibilidad de que quisiera postularse para un cargo importante, quizá como presidente del Consejo. En cuanto a los presuntos conflictos de interés que involucran a su esposa, son percibidos como un asunto doméstico que no merece tanta atención como en España o Argentina.
¿Cuál es la mayor amenaza de la ultraderecha?
Hablamos de un fenómeno que ya representa alrededor de una cuarta parte del voto en Europa. Pero conviene recordar que existe una gran diversidad dentro del grupo. Algunos partidos, como la AN en Francia o el Partido de la Libertad en Austria, tienen lazos con Rusia. Otros, como Ley y Justicia en Polonia o los Hermanos de Italia de Meloni, son firmemente pro-Ucrania. La cuestión aquí es si algunos populistas más moderados podrían confluir en una coalición más mainstream. Von der Leyen ya ha dicho que está abierta a esta posibilidad, pero se arriesga a perder aliados en el centro político.

"Cuando Sánchez se tomó sus días de reflexión en Bruselas se especuló con la posibilidad de que quisiera postularse para un cargo importante en la UE"

Todos estos partidos han recurrido a la inmigración como activo electoral. ¿Se traducirá esto en políticas migratorias más estrictas?
Lo primero que hay que tener en consideración es que el antiguo enfoque sobre migración no servía. Cualquier sistema o acuerdo que resulte en miles de personas muertas en el Mediterráneo y más de un millón de solicitudes de asilo debe ser revisado. El nuevo Pacto de Migración y Asilo, que se aplicará hasta 2026, no dará resultados inmediatamente, pero de momento permitirá que los países alejados de las fronteras calientes, como Polonia, se involucren más, bien ayudando a procesar las solicitudes o contribuyendo financieramente. En general, será más estricto en cuanto a la inmigración ilegal, que es lo que los votantes parecen exigir. Al mismo tiempo, muchos países, incluida Italia, están abriendo sus puertas a inmigrantes legales. Esto es inevitable dada la situación demográfica en Europa central y del sur.
¿Qué pasará con la UE si Ucrania pierde?
Nada bueno. La credibilidad de Europa y EEUU depende en buena medida de su apoyo a Ucrania. Muchos otros países, como los bálticos o Polonia, se preguntarán, con razonable preocupación, si ellos serán los siguientes, incluso formando parte de la OTAN. En caso de derrota, probablemente habría una segunda ola de refugiados ucranianos que no querría vivir en un estado títere al estilo de Bielorrusia. Por eso la mejor respuesta a '¿qué pasa si Ucrania pierde?' sigue siendo: no debe perder.
¿Y si Trump gana?
Europa contendrá la respiración hasta noviembre, pues Trump ya ha anunciado que impondría la paz en Ucrania «en 24 horas», lo que probablemente resultaría muy ventajoso para Rusia. También ha realizado comentarios al respecto de una posible salida de la OTAN, a menos, claro, que los europeos decidan gastar mucho más en Defensa. Es probable también que imponga aranceles a todas las importaciones, lo que generaría fricciones geopolíticas no sólo en Europa, también en China. Nadie sabe exactamente qué haría si volviera a la Casa Blanca, pues la imprevisibilidad forma parte de su naturaleza. Para los europeos cuya seguridad aún depende de EEUU es un momento muy delicado.