PAPEL
COP29
Se celebrará en Bakú del 11 al 22 de noviembre

La Cumbre del Clima comienza el lunes en un ambiente de incertidumbre tras la victoria de Trump

El impacto económico del clima extremo y la financiación marcarán la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024, COP29, en el "petroestado" de Azerbaiyán, con la victoria de Donald Trump en EEUU como telón de fondo

Varios participantes posan delante del cartel de COP29 en Baku, Azerbaijan.
Varios participantes posan delante del cartel de COP29 en Baku, Azerbaijan.Peter DejongAP
Actualizado

En 2024 se romperá previsiblemente el techo de 1,5 grados, el Mediterráneo se ha convertido en la «zona cero» del cambio climático y, sin embargo, crece el temor a una parálisis política tras la elección de Donald Trump. Con nubarrones en el horizonte arranca este lunes 11 de noviembre la COP29 de Bakú en Azerbaiyán, el petroestado que ha anunciado que aumentará un 50% la producción de gas en esta década para satisfacer la demanda de la Unión Europea, con el Pacto Verde en la cuerda floja.

Las tensiones norte/sur volverán entre tanto a aflorar en la cuestión más caliente: la financiación del cambio climático, con las imágenes impactantes de la destrucción causada por la DANA de Valencia. El cambio climático tiene un precio cada vez más alto. La renta mundial puede reducirse un 19% de aquí al 2050, con daños estimados en 38.000 millones de dólares anuales, según un estudio del Instituto del Impacto Económico de Potsdam (PIK). España es el país europeo con un mayor impacto: una caída de la renta del 17,8%. Otro estudio, del gigante de los reaseguros Swiss Re, estima que la caída del PIB en España podría ser del 9,7% con la tendencia actual de las emisiones.

El coste de inacción

El coste de no hacer nada penderá sobre las cabezas de los más de 30.000 delegados que acuden a la COP29, cuya misión primordial será fijar la Nueva Meta Cuantificada Colectiva (NSQG). Esto es, el dinero que hará falta movilizar para que los países en desarrollo y más vulnerables puedan adaptarse y mitigar el cambio climático. El nuevo objetivo puede multiplicar por diez los 100.000 millones de dólares anuales fijados en el 2009. El tira y afloja durará hasta recta final, como ocurrió en la COP27 de Shar el-Sheij, que acordó in extremis la creación un Fondo de Respuesta ante Pérdidas y Daños que ha empezado a funcionar este año.

El baremo del éxito o fracaso de la COP29 será precisamente ese: dotar a la financiación climática con los suficientes recursos para ayudar a los países en desarrollo a acelerar su transición.

Tierra de fuego

Por tercer año consecutivo, la COP se celebra en un petroestado, lo que ha hecho arreciar las críticas de «usurpación» de las cumbres del clima por la industria de los combustibles fósiles. El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, pasó de hecho 26 años trabajando para Socar, la compañía estatal de petróleo y gas.

La ONG Global Witness ha denunciado la operación de greenwashing comparable a la de Dubái, con 71 cuentas falsas y sospechosas en X promoviendo la imagen de Azerbaiyán, «tierra de fuego», que ha sido también duramente criticada por los abusos de los Derechos Humanos y su reciente guerra por el control del Alto Karabaj. Encajonada prácticamente entre Rusia e Irán, la ex república soviética mantiene buenos lazos con Putin a través de su presidente lham Alíyev.

La celebración del Día de la Paz el 15 de noviembre, con el llamamiento a un alto el fuego en las guerras de Ucrania y Oriente Medio, ha sido también duramente criticada como un acto de hipocresía. Bakú ha intentado lavar también de antemano su imagen de la «ciudad negra», con su sucesión de campos petrolíferos y refinerías en la periferia sur, con el proyecto de la «Ciudad Blanca», diseñada entre otros por Norman Foster, como ejemplo de su modernización. Los hidrocarburos son el 90% de las exportaciones de Azerbaiyán.

El efecto Trump

Donald Trump será el elefante en la habitación en la COP29, donde se especula con una visita sorpresa de Vladimir Putin. El presidente electo ha repetido durante la campaña que el cambio climático es «uno de los mayores fraudes de nuestro tiempo». «El segundo mandato de Trump puede causar más daño aún que el primero», advirtió Bob Ward, portavoz del Grathan Institute. «EE UU nunca ha jugado un papel relevante en las cumbres del clima, independientemente del partido que estuviera en el poder», asegura la climatóloga del Imperial College Friederike Otto. «Y lo cierto es que la acción climática siguió avanzando a pesar de Trump. Nada va poder evitar que el sol y el viento sean más baratos que el carbón y el petróleo. Los combustibles fósiles son cosa del pasado».

El presidente Biden enviará a Bakú una delegación de compromiso, con su asesor de política climática John Podesta a la cabeza. «La Administración Biden no ha sido precisamente un ángel del clima», advierte por su parte el profesor de la Universidad de Reading Chris Hilson, que vislumbra una luz al final del túnel: «Tener a Elon Musk a su lado puede hacerle cambiar. Y puede darse cuenta de que aferrare a los combustibles fósiles no va ser la mejor posición para que Estados Unidos pueda ganar. No es el clima, son los negocios».

El Pacto Verde contra las cuerdas

Ursula Von der Leyen no estará en Bakú. La ausencia de la presidenta de la Comisión Europea, se interpreta como una señal evidente de la postura de debilidad de la UE. El conservador y ex ejecutivo de Shell Wopke Hoekstra será quien lleve las riendas de las negociaciones por parte de Bruselas, nada que ver con el combativo Frans Timmermans, el auténtico artífice del Pacto Verde Europeo ahora contra las cuerdas.

Todo esto ocurre cuando la UE ha conseguido rebajar las emisiones de CO2 en un 8,3% el último año, con un descenso acumulado del 32% con respecto a 1990, debido sobre todo al impulso de las energías renovables. El objetivo sigue siendo llegar al 55% en el 2030 y la neutralidad climática en el 2050. Von der Leyen defendía hasta hace unos meses el Pacto Verde Europeo como el «salvavidas» y la «agenda económica de crecimiento de la UE». La presión de los lobbies, las resistencias sociales -como las famosas tractoradas- y la subida de los partidos de extrema derecha la han obligado sin embargo a recular en los últimos meses: de la normativa sobre pesticidas al reglamento de la deforestación.

Los grupos ecologistas, unidos en la Alianza Cero Deforestación, acusan a la Comisión Europea de haber caído en las garras del «retardismo» y de «socavar significativamente la credibilidad de la UE como líder en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad». La Comisión Europea insiste en que acudirá a Bakú con un mandato ambicioso: reducir las emisiones un 90% en el 2040 y seguir siendo el máximo proveedor de «financiación internacional del clima».