Hay una escena de Big Fish, la película de Tim Burton sobre los límites de la fabulación, que está ambientada en un circo. En ella, el protagonista observa cómo el tiempo se detiene por arte de magia durante varios segundos... y cómo transcurrido ese instante vuelve a ponerse en marcha a una velocidad muy superior a la normal. Dicha percepción hace rato que parece haberse extendido al mundo real. O así al menos lo sugiere la pila cada vez más alta de ensayos que intentan explicar por qué vivimos hiperacelerados. Por no hablar de la obsesión patológica por exprimir al máximo cada segundo a la que nos arrastran las redes sociales, como si disputásemos un esprint contra nosotros mismos.
La periodista y escritora Marta García Aller ha asistido en primera línea al atropellado cambio de ritmo que ha experimentado España en los últimos siete años. A los volantazos políticos. A los derrapes sociales. Al arreón tecnológico. Primero en El Independiente y ahora en El Confidencial, siempre con talento para buscarle las cosquillas a la actualidad local e internacional, ha ido levantando acta de acontecimientos tan vertiginosos como inesperados. Muchos de ellos saludados como históricos en su momento, pero paradójicamente olvidados por la opinión pública poco después de abrir periódicos y telediarios.
García Aller (Madrid, 44 años) ha reunido su producción como cronista en Años de perro (Círculo de tiza). El título refleja gráficamente cómo los siete años han corrido tan rápido como si tuvieran cuatro patas. El Brexit, Donald Trump, el procés, Mariano Rajoy con el puro y el Marca, el Peugeot 407 de Pedro Sánchez por las carreteras españolas, la entrada (y salida) de prisión de Rodrigo Rato, los sucesivos adioses de Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera... "No sabíamos que los que iban a envejecer peor eran los nuevos partidos, peor incluso que las metáforas políticas de Juego de tronos", escribe en la introducción la autora con la combinación de ingenio, dominio de la cultura pop y antiacademicismo que la han convertido en una firma imprescindible de la prensa española.
Años de perro, sin embargo, desborda la actividad recogida en el diario de sesiones del Congreso. En sus páginas es posible revisitar el juicio a La Manada, la postal blanca de Filomena, las reuniones con el cuñado en Zoom durante el confinamiento, la irrupción de ChatGPT... Hitos de una nueva era sin nombre donde todo parece posible. Incluso el regreso de Trump a la Casa Blanca. "La Historia no es lineal, sino una de esas barras de sushi que no paran de dar vueltas", resume en un céntrico bar de Madrid la colaboradora habitual de Más de uno (Onda Cero), Al rojo vivo (La Sexta) y Ahora Sonsoles (Antena 3).
- El gran hit musical de 2017 fue 'Despacito'. ¿Fue un mensaje que no supimos ver, teniendo en cuenta lo que ha pasado desde entonces?
- [Risas] No había caído en esa paradoja, aunque de Despacito habla una de las crónicas de Años de perro, que termina con una reflexión sobre Taylor Swift.
- El cierre a la 'playlist' de estos siete años podría haber sido igualmente el bolero generado con IA a partir de la carta (la primera) de Pedro Sánchez a la ciudadanía.
- En la aceleración de los tiempos hay algo de autoparodia. Fíjate que el libro tuvo que esperar en la imprenta para ver qué pasaba con la comparecencia de Pedro Sánchez el 29 de abril. Es, por tanto, un libro con última hora... Muchos de los cambios que hemos vivido no los hemos procesado, de ahí la necesidad de revisar lo que ha pasado. Alguien puede decir: '¡Ya lo sabemos!'. Es cierto, pero no lo hemos asimilado.

"Vivimos en contra de nuestra biología"

"Estamos viviendo con el reloj equivocado"
Años de perro se divide en tres partes: cuando todo cambia (2016-2019), cuando todo para (2020-2022) y cuando todo se acelera (2022-2023). La última está propulsada por la guerra de Ucrania y las crisis energética e inflacionaria que desata. La de en medio se ocupa, por supuesto, del paréntesis coronavírico. Y la inicial recuerda cómo las encuestas señalan a Rivera, líder de Ciudadanos, como gran favorito para convertirse en nuevo presidente del Gobierno. Rajoy lleva más de 300 días en La Moncloa en funciones. Sánchez acaba de pegar un portazo como secretario general socialista, lo que lleva a García Aller a predecir que el PSOE está a punto de correr la misma suerte que el PASOK griego. Todo aparece en las casi 600 páginas del libro como se contó en su momento, sin corregir una coma.
"Es sano someterse a curas de humildad, permite un acercamiento mucho más honesto al lector", explica la autora a propósito de la selección, que no antología. "La Historia también se construye con los errores y incluso con las mentiras. En el libro se habla mucho del desafío que supone luchar contra las noticias falsas. Los bulos que circulan en una sociedad la definen y ayudan a entender el presente. Y las predicciones que hacemos los periodistas y han acabado siendo erróneas explican cuál era el punto de vista en ese momento. Eso por no hablar del mayor error de predicción en este tiempo: el de la pandemia. Yo misma me he sorprendido repitiendo '¿esto también pasó?' al seleccionar los textos".
- ¿En el escenario político es donde las cosas parecen haberse desmadrado más?
- Es donde hemos visto más cambios de los que nos hubiéramos imaginado. A veces, no obstante, los cambios se han producido para regresar al punto de partida. La nueva política, encarnada en aquellos líderes tan jóvenes que venían a revolucionarlo todo, ha ido desapareciendo antes de que les salieran canas. El último ejemplo es Yolanda Díaz. El bipartidismo ha vuelto a ser una fuerza indiscutible en la política española. Dos de cada tres votos en España en las recientes elecciones europeas fueron para PP o PSOE.
- Quién lo habría dicho cuando los dos partidos mayoritarios temían que Ciudadanos y Podemos les superasen...
- Todo aquello pudo haber pasado si estos hubieran cometido menos errores o hubiesen hecho movimientos más audaces. La política actual tiene una capacidad para fagocitar a las figuras emergentes mayor que en épocas anteriores. Las redes sociales y la manera que tenemos de informar tiene mucho que ver con ello, porque convierte a los políticos -y a los periodistas- en esclavos de la inmediatez. Nos hace perder perspectiva y perseguir la última hora, el retuit, en vez de mirar con luces un poco más largas. No tenemos políticos que piensen en lograr mejoras sociales a largo plazo, sino en conseguir más likes.
- En la jerga de los superhéroes comiqueros se llama 'what if' a aquellas historietas que ofrecen una hipótesis alternativa a cómo en realidad sucedieron unos hechos determinados. ¿Cuál sería tu 'what if' favorito entre 2017 y 2014?
- Me cuesta elegir, porque ha habido tantos... Seguramente podríamos encontrar uno por cada partido. Me fascina la hipótesis de qué habría pasado si Susana Díaz hubiera ganado el congreso en el que era favorita indiscutible. ¿Qué hubiera pasado si Soraya Sáenz de Santa María hubiera hecho lo mismo en el congreso popular? ¿Qué hubiera pasado si Rivera hubiera pactado con Pedro Sánchez y, por tanto, los partidos independentistas y Podemos no hubieran jugado ningún rol en la política española en aquel año, si en vez de aspirar a hacer el sorpasso por la derecha hubiera apostado por ser bisagra? ¿Qué habría pasado si en Vistalegre 2 Pablo Iglesias e Íñigo Errejón hubieran llegado a algún tipo de acuerdo? Todo eso pudo haber sucedido y hoy España sería otra.
- El avance de la extrema derecha en varios países de la UE tras las elecciones europeas era algo que no se veía venir en 2017... ¿O sí?
- Si no recuerdo mal, la palabra del año en 2016 para el Diccionario Oxford fue posverdad. Para la Fundéu fue populismo. Dos términos que entonces, con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos y la conmoción provocada por el triunfo del Leave en el Brexit, ya eran indicativos. En 2017 empieza la preocupación más en serio por este caldo de cultivo. Le Pen empieza a ser relevante en Francia, Orbán pone en guardia a la UE, Berlusconi no termina de irse nunca... Comienza a producirse un auge de la antipolítica a derecha y a izquierda. Es muy interesante ver cómo se pensaba que la amenaza para la UE procedía de partidos como el UKIP de Nigel Farage o incluso de Boris Johnson, y que el fiasco del Brexit iba a servir de vacuna. Y sin embargo, ha sucedido no lo contrario, pero algo también inesperado entonces: la proliferación de más movimientos de antipolítica y de euroescepticismo que ya no quieren salirse de la UE, sino vaciarla desde dentro.
- ¿Qué personaje de la vida pública española dirías que se ha adaptado peor al cambio de paso histórico?
- Juan Carlos I y Luis Rubiales, salvando todas las distancias entre sí. Parece que los cambios sociales del siglo XXI no hubieran pasado para ellos. Pero si tuviera que elegir uno, me quedaría con el emérito porque es más relevante, con un legado increíble en el siglo XX y un siglo XXI que ilustra su declive. Su marcha a Abu Dhabi, sus intentos por volver, sus esporádicos regresos a Sanxenxo y el cambio de percepción por parte de la sociedad española son muy reveladores. Es imposible que Juan Carlos I vuelva a la España a la que él quiere volver, donde los medios miraban hacia otro lado y la sociedad le aplaudía hiciera lo que hiciera, porque simplemente ha dejado de existir.
- ¿Hay algún acontecimiento clave del que jamás te habrías acordado de no publicar el libro?
- Lo que más me ha ayudado a hacer memoria es la parte central, la de la pandemia. Es algo de lo que nos hemos olvidado. Hemos vivido una situación muy extrema de manera colectiva, con cientos de millones de personas confinadas, toques de queda, cierres perimetrales, pérdida de derechos fundamentales... Ha sido interesante revisar cuántas cosas pasaron entonces. Por ejemplo, que se abrieran los bares antes que los colegios...
- O que los que tuvieran un perro pudieran salir a la calle a pasear antes que los que teníamos un bebé...
- O cómo de repente nos dio por comprar papel higiénico y levadura sin ton ni son... Son cosas que nos pasaron, que todos conocemos, pero que se nos han olvidado. Yo intenté mantenerlas vivas desde la ironía. Porque tenemos que aprender a reírnos de nosotros mismos y sobre todo porque tenemos que revisar muchos de los errores que se cometieron para no volver a cometerlos si algo así vuelve a pasar. Algunos países encargaron una auditoría independiente y aquí tenemos en el Congreso una comisión de investigación de las mascarillas que claramente es un teatro político.
Dice García Aller que con su libro pasa como con las películas de terror en las que el espectador sufre porque sabe más que sus protagonistas del peligro que les acecha. Tal vez por eso Años de perropropone al lector saltar de una fecha a otra a capricho, como los legendarios libros de Elige tu propia aventura. "Con ese formato el lector al menos puede elegir en qué orden va sucediéndose los acontecimientos y tomar distancia con los artículos y los protagonistas. Como cuando Puigdemont dice que va a declarar la independencia y luego te vas a la fecha tal y ves que en realidad huye y deja tirados a los suyos. Y cuando Pedro Sánchez dice que no va a pactar jamás con Pablo Iglesias o aprobar una amnistía puedes ir a la fecha en la que se tendría que comer sus palabras si tuviéramos algo de memoria".
- ¿Vivir permanentemente en un día histórico y convivir todo el rato con los titulares en mayúscula es bueno, malo o regular?
- Es un arma peligrosísima de la que también abusamos los medios. Ha devenido en caricatura de lo que hacía el periodismo deportivo proclamando partidos del siglo cada semana. En política, en periodismo e incluso en tecnología hemos caído en ese mismo tic, con hallazgos que cada tres días van a cambiar la humanidad para siempre. Abusamos de ello y al lector o al espectador le generamos fatiga o desconfianza. Le he dado muchas vueltas a cómo está cambiando el periodismo, porque tiene mucho que ver con los cambios sociales, tecnológicos y la propia aceleración de los tiempos. Uno de los mayores desafíos de la profesión es darle a la gente menos fuegos artificiales y más sustancia. Estamos tan saturados de estímulos, de notificaciones y de noticias que no lo son tanto que quitarle el relleno ayudaría al periodismo a recuperar la relevancia en la sociedad. Hay un dato que me preocupa: cada vez pasamos más horas mirando las pantallas en general, pero menos leyendo noticias. Apenas un 3% de lo que vemos en redes sociales es contenido periodístico. Se trata de una llamada de atención.
- Durante estos 'Años de perro' se han producido cambios sociales que han transformado el mundo. ¿Cuáles eran menos previsibles?
- Hace siete años ya se podían anticipar algunos de ellos, como el bum de la inteligencia artificial. Quienes trabajábamos cubriendo tecnología sabíamos que esto iba a llegar. Sin embargo, ver cómo se expande por nuestro día a día no deja de ser sorprendente. Lo que desde luego reconozco que no vi venir era hasta qué punto las redes sociales iban a ser un catalizador del deterioro de la democracia. Recuerdo que Twitter hace una década era símbolo de la regeneración democrática, que iba a ayudar a los sin voz a hacerse oír como en la Primavera Árabe... y luego vimos que servía para que Trump instigase el asalto al Capitolio. Con todo, el cambio más relevante -no imprevisible, pero sí tardío- es el del feminismo. Es el gran impulso de la transformación de la sociedad española y explica muchos de los cambios políticos que hemos vivido, incluido el auge de Vox como reacción a muchos de sus avances a raíz del #MeToo. Hace siete años, Harvey Weinstein era un reputado productor de cine y ahora fíjate dónde está. El #MeToo no habría tenido lugar si Trump no hubiera llegado a la presidencia de Estados Unidos. Hubo una reacción de la sociedad frente a un hombre que dice que puede hacer lo que quiera con la entrepierna de las mujeres porque es poderoso. Eso generó mucho malestar. En España otro punto de inflexión fue el caso de La manada, cuando la sociedad reaccionó frente a un juez que hablaba de jolgorio ante una violación múltiple.
- En 2017 descubrimos las 'fake news' y en 2024 nos hemos enterado de lo que vale un 'deepfake'. Hemos pasado de la posverdad a lo que el filósofo Eric Sadin llama "la era de la indistinción generalizada". ¿Eres moderadamente pesimista, decididamente optimista o simplemente apocalíptica respecto al futuro de la profesión periodística? ¿Nos va a jubilar el hermano mayor de ChatGPT?
- Yo le subcontrataría los madrugones a la inteligencia artificial sin mucho problema [risas]. Ya en serio, pienso que el papel del periodismo va a ser más importante que nunca en un mundo en el que es cada vez más difícil saber qué es verdad y qué mentira. Ésa es la esencia del trabajo del periodismo, y no te la va a proporcionar una máquina, porque no lo sabe. Tampoco sabe qué es lo relevante, porque depende de las prioridades de un editor, de un lector, de una comunidad... Dicho esto, los deepfakes tampoco son nada nuevo, hace siete años los expertos en tecnología ya me advertían de que esto iba a llegar. Un deepfake de Putin en el que anuncia que va a lanzar una bomba puede generar caos en las redes, pero creo que eso no genera tanta inquietud como casos como el de Almendralejo, donde unos adolescentes utilizar herramientas de inteligencia artificial para hacer un montaje porno de sus compañeras de clase. El deepfake da más miedo cuando la víctima es tu hija de 13 años que cuando anuncia el fin de la Humanidad. Igual que entendemos mejor cómo de fácil es manipular un vídeo cuando nosotros mismos podemos hacer que Chiquito de la Calzada hable en perfecto inglés. La banalización del uso de los deepfake, el uso cómico de muchas de las herramientas que tenemos en los móviles, también ayuda a la formación digital y a saber lo importante que es desconfiar de lo que vemos. Aquello que decían los hermanos Marx de: '¿A quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?'. Es a nuestros propios ojos a los que tenemos que empezar a dejar de creer, y ése va a ser uno de los cometidos fundamentales del periodismo.
- ¿'Años de perro' peca de 'madridcentrismo'?
- Absolutamente, pero como la realidad misma. Si quiero ser fiel a la realidad que vivimos, al final acaba emergiendo el 'madridcentrismo'. Y no cualquier Madrid, sino su cogollo. Madrid está muy presente a lo largo del libro porque pone un contexto clave a los cambios de los que hablamos. Años de perro empieza con Carmena siendo alcaldesa y ahora aquello también parece historia antigua. Madrid es testigo de los cambios y transforma a los líderes políticos, como a Rivera. Madrid fue determinante en la pandemia, cuando la ciudad sufrió muchísimo. En un tono más humorístico, recordamos cuando Madrid empezó a desaparecer debajo de sus terrazas. Durante el Covid se hablaba más de la hostelería que de los colegios y los hospitales. El turismo ha sido otro propiciador de importantes cambios en estos siete años. La saturación, cómo ha cambiado Airbnb la forma de viajar, la falta de acceso a la vivienda... Todo eso explica buena parte del hartazgo de la gente que se siente excluida, sobre todo los jóvenes, que está detrás de muchos de los movimientos de los que hablábamos al principio.
- ¿Al periodismo actual qué le falta y qué le sobra?
- Le falta contexto. Decir que le sobran prisas parece un contrasentido, porque estamos programados desde que empezamos en este oficio a querer dar una noticia antes que los demás, aunque a veces esa carrera nos hace perder la importancia del contexto. Es verdad que menciono la idea de la barra de sushi porque por mucho que vayamos rápido, hay personajes que vuelven una y otra vez. Sánchez nunca termina de irse y Puigdemont no para de volver. Sus historias se van entrelazando y no se pueden entender sin el contexto. Dar lecciones de periodismo es algo que deberíamos dejar a los grandes maestros. El otro día estuvo por aquí Martin Baron, ex director de The Washington Post. Insistió en que primero deberíamos centrarnos en los hechos y luego en las opiniones. Y a veces con las prisas invertimos los términos. Desde el periodismo no deberíamos caer en esa tentación. Baron dijo, además, que un buen periodista es aquel que deja que los hechos le hagan cambiar de opinión.
- Publicaste 'El fin del mundo tal y como lo conocemos' en septiembre de 2017 y 'Lo imprevisible' en marzo de 2020. En ambos casos fueron antesalas de crisis...
- Antes de que Años de perro entrase en la imprenta, el presidente del Gobierno anunció que se tomaba cinco días de reflexión. Todo parecía posible en ese momento... Fue otra de esas ocasiones en las que parecía que podíamos estar ante un día histórico que cambiase el país para siempre o no ser nada más que un truco de marketing que sirve para llenar un montón de últimas horas. Pero también hay que dejar constancia de los fuegos artificiales con los que nos entretienen para que no miremos a lo importante. A mí hace años lo que me parecía que daba más vértigo era el futuro, los coches sin conductor, la desaparición del dinero en efectivo... Hace siete años eso nos llamaba la atención y ahora pagamos con el móvil con absoluta naturalidad. Hablamos con los aparatos y les preguntamos qué tiempo que va a hacer mañana, mientras que hace no mucho sólo nos decían: 'Su tabaco, gracias'. Nos hemos acostumbrado a eso y a muchísimas otras cosas. Cuando me puse a darle sentido a Años de perro he llegado a la conclusión de que lo que más vértigo da es el presente.
AÑOS DE PERRO
Editorial Círculo de Tiza. 578 páginas. 20,90 euros. Puede comprarlo aquí