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Premios Internacionales de Periodismo

Michael Reid y Xavier Colás: "Hacer periodismo se ha puesto más difícil que antes pero es más necesario que nunca"

El periodista de 'The Economist' y el especialista en Rusia de este diario charlan sobre la polarización política, los riesgos de los regímenes populistas y el valor del periodismo en vísperas de recoger el prestigioso galardón en Madrid

Michael Reid y Xavier Colás: "Hacer periodismo se ha puesto más difícil que antes pero es más necesario que nunca"
Alberto Di Lolli
Actualizado

Pasó su adolescencia desayunando en el comedor del Balliol College de Oxford, el gran salón que luego inmortalizaría Harry Potter. Allí estudió Ciencias Políticas, Filosofía y Economía, alforjas intelectuales inapelables para comprender una región muy alejada del clasicismo british: América Latina. Su carrera periodística comenzó hace ya 43 años escribiendo como freelance en Lima. De ahí, a The Guardian y la BBC cubriendo la región andina.

Hoy, como corresponsal de The Economist, Michael Reid es uno de los reporteros extranjeros que mejor conoce el mundo hispano y a nosotros, los españoles. El autor de títulos como Spain o El continente olvidado: Una historia de la nueva América Latina comparte el Premio Internacional de Periodismo de ELMUNDO con Xavier Colás, periodista de nuestro diario en Rusia durante los últimos 12 años, autor de la obra Putinistán (La Esfera de los libros) y testigo de los grandes cataclismos vividos en ese país, incluyendo la guerra de Ucrania. Conversamos con ambos en un café de Madrid en la víspera de que recojan su galardón.

Joaquín Manso y Silvia Román valoran los Premios Internacionales de Periodismo de EL MUNDOREDA SLAFTI, SARA ÁLVAREZ G., DANIEL IZEDDIN, SARA GALARZA (Vídeo)

P. Michael, usted lleva muchos años estudiando a España y a los españoles e incluso ha escrito libros sobre nuestro país. ¿Cómo describiría esta época? ¿Estamos ante el momento con mayor crispación social que recuerde?

M.R. Bueno, no es un buen momento por la crispación, por la confrontación constante del mundo político. Yo diría que, y esto es en alguna forma preocupante, que la mayoría de los españoles se han desconectado de ese mundo político y eso implica una desconexión con la democracia. Yo la primera vez que vine a este país fue en 1971, cuando Franco todavía estaba vivo. Y obviamente, yo era estudiante, hablé bastante con jóvenes de mi edad, españoles, y me sentí muy afortunado porque no tenía que correr los riesgos que ellos corrían al luchar por la democracia. Se ha logrado mucho pero los últimos 15 años han sido difíciles. Yo pienso que todavía España tiene la capacidad de, ojalá, recuperar un poco más cordialidad y comprensión en el mundo político.

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P. Xavier, este proceso de deterioro, como lo llama Michael, que también hemos visto en otros países. ¿Usted también lo ha sentido igual a su vuelta a España tras vivir 12 años en Rusia?

X. C. Sí. Desgraciadamente sí. A veces, incluso, veo algunos paralelismos entre los primeros años del putinismo y los años que estamos viviendo ahora. Porque los primeros años del putinismo también fueron unos años en los que desde el régimen se intentó trasladar a la gente que en realidad las formas no eran tan importantes, que la letra de la ley no era lo fundamental y que además no había nada que temer respecto a eso, es decir, que no iba a pasar nada. Realmente, la población en aquellos años se enfrentó a una situación en la que se le dijo: «¿Qué queréis? ¿Que se cumpla estrictamente las normas o que salga lo que vosotros queréis?». Al fin y al cabo, hay una mayoría. Y como hay una mayoría, la letra de la ley no importa, porque la mayoría encarna el espíritu de la ley en todo caso. Y como se ha visto en Rusia, son caminos que tienen una una difícil marcha atrás. Porque el poder, por naturaleza, sea de izquierdas, derechas, Rusia Unida, el Partido Comunista, el PP o el PSOE, el poder siempre es vicioso.

M. R. Yo lo comparo con América Latina, porque mucho de mi trabajo profesional ha sido allí y América Latina se puede jactar de haber inventado el populismo urbano, moderno, en las figuras de Juan y Eva Perón. El líder afirma un vínculo esencial directo con el pueblo, entre comillas, el pueblo, no la ciudadanía. Y hay una diferencia importante, porque es el líder que define quiénes son el pueblo y quiénes son los enemigos. Y empieza a copar las instituciones independientes, los contrapesos, la sociedad civil, sobre todo el poder judicial, la autoridad electoral y los medios de comunicación. Por suerte, la institucionalidad en España, a raíz de ese esfuerzo nacional de convertirse en un país europeo, moderno, democrático, es más robusta que en algunos países de América Latina.

X. C. El problema es que el populismo siempre lo vemos como una enfermedad que se manifiesta desde el poder hacia la gente, pero luego también se manifiesta desde la gente hacia el poder y y hacia el resto de la gente. Por eso hay que insistir tanto en la idea de que el poder nunca es mejor que sus contrapesos. Los contrapesos nunca son peores que el poder. Incluso la judicatura, la prensa o las organizaciones no gubernamentales, con todos sus fallos, siempre son mejores que quien tiene el poder. Y a mí no me preocupa tanto la colonización de las instituciones. Lo que me preocupa es la normali-zación que hace la gente de cada uno de los pasos que se van dando. Y eso es lo que ha ocurrido en Rusia. En Rusia, a mí a veces me preguntan:»'¿Es la guerra de los rusos o la guerra de Putin?». Yo siempre soy bastante blando con Rusia y con los rusos, y digo: «No, es la guerra de Putin, es una guerra que surgió de su cabeza, que no la consultó con nadie y es una guerra que los rusos no esperaban y no deseaban y ahora quieren que se acabe cuanto antes». Pero en cambio, sí que decimos que es el régimen de Putin y también es el régimen de los rusos. El régimen de Putin, y ahí sí que los rusos están implicados, lo han co-construido. Y se ha construido con el visto bueno de la gente, con la autojustificación de la gente. Hay un montón de trampas que nos vamos haciendo como ciudadanos y sobre esas trampas es sobre las cuales se va edificando un sistema populista, autoritario sobre el que luego decimos: no tiene vuelta atrás.

"No tenemos que matar cucarachas, sino encender la luz para que la gente vea dónde se esconden"

Xavier Colás

P. Con todos los años que lleva en el oficio, Michael, ¿cree que ahora es más difícil que antes poder hacer nuestro trabajo?

M. R. Hacer periodismo se ha puesto más difícil que antes pero es más necesario que nunca. Hay lugares del mundo donde los periodistas pagan con su vida por ejercer su profesión. Nunca debemos olvidarnos de eso los que tenemos la suerte de no trabajar en ese entorno. Pero sobre todo, es más difícil por el impacto de la revolución tecnológica en nuestra profesión. Escuché a una experta catalana en comunicación hace unos meses decir esto: «No es que hay una desintermediación de los medios, hay una reintermediación en la que los medios tradicionales son reemplazados por algoritmos». Y eso lo hace mucho más difícil para nosotros, pero yo confío, tenemos que adaptarnos a los cambios en la forma en en la que los jóvenes, sobre todo, absorben información y reciben información y consumen información. Pero sigo creyendo en las disciplinas básicas del periodismo: intentar establecer los hechos, analizarlos y distinguir entre la verdad y la mentira. Eso sigue siendo fundamental y creo que todavía hay una demanda en la ciudadanía.

P. Xavier, usted tuvo que salir de Moscú en 24 horas después de 12 años ejerciendo allí su profesión por la llamada de un funcionario. Le hago la misma pregunta: ¿es hoy más difícil hacer periodismo?

X. C. Sí, hace unos días en Berlín discutía con un periodista canadiense que estaba muy descontento con el hecho de que siguiese habiendo periodistas occidentales en Moscú. Yo entendí algunas de sus razones, porque es verdad que la presencia de periodistas occidentales, de periodistas europeos, norteamericanos, extranjeros en Moscú, en cierta manera valida al régimen, porque el régimen así dice: «Ustedes tienen periodistas extranjeros en Washington, nosotros tenemos periodistas extranjeros en Moscú», como si fuese exactamente lo mismo, como si estuviésemos bajo las mismas presiones los unos y los otros. Y eso es cierto, de cierta manera el régimen juega con nosotros. Pero también es verdad que para entender la guerra de Ucrania es muy importante entender la Rusia de Putin. Tenemos que hablar de Rusia. No hay que cancelar la información rusa, al contrario, hay que hablar más. Es como si apaleásemos a los oncólogos porque estamos descontentos con el cáncer. La gente entenderá la necesidad de la democracia cuando se convenzan de que la dictadura no funciona. Nuestra función no es matar a las cucarachas, sino encender la luz para que la gente vea dónde corren a esconderse. Nosotros no podemos hacer nada, sólo iluminar. El trabajo de los periodistas que escribimos sobre Rusia es explicar la verdadera cara de la dictadura, una dictadura que insiste con sus medios de propaganda en posar como eficaz, y no lo es, como eficiente, y no es eficiente. Intentan presentarse ante los países africanos o los países latinoamericanos como anticoloniales, cuando en realidad es la gran potencia colonial que queda con una guerra colonial en marcha. Moscú intenta presentarse como antifascista a los jóvenes europeos, cuando en realidad la gran potencia fascista que hay ahora mismo es Rusia.

Putin reivindica ese mundo de salido de la Segunda Guerra Mundial. Quiere volver a Yalta, donde unos países grandes deciden por los pequeños.

Michael Reid

P. Michael, ¿Se está desmoronando aquel mundo que vi construir cuando soñaba con ser periodista en los años 70?

M. R. Sí, sin lugar a dudas. Y es un mundo que ha vuelto a una competencia entre varios poderes. Hay gente que dice que estamos en una segunda Guerra Fría. Yo discrepo con eso, porque hoy la batalla no es ideológica como entonces. Se parece más a la situación de comienzos del siglo XX, de competencia entre varios poderes. ¿Por qué surge la guerra en Siria? Porque Rusia está debilitada por sus pérdidas en Ucrania. Y surgen guerras en otras partes, en parte porque Estados Unidos está debilitado comparado con hace 25 años. Entonces tenemos un mundo mucho más fluido, con mucha menos certidumbre.

X. C. Putin, en cierta manera, reivindica ese mundo de salido de la Segunda Guerra Mundial. Quiere volver a Yalta, donde unos países grandes deciden por los países pequeños. Yalta fue una solución a la posguerra, una solución a una invasión. Pero en la mente de Putin ese teníamos que vivir una yalta constante. Es decir, que EEUU y Rusia ahora tienen que estar continuamente decidiendo por todos. Todo lo ocurrido después de Yalta se ve como una tradición a Yalta. Y ahí puede incluirse hasta la Unión Europea.

P. Ambos vuelven a vivir en España después de haber residido en el extranjero. ¿Les gusta esa perspectiva?

M. R. Me gusta mucho Madrid, me gusta mucho España. Y a mi esposa, que es peruana, le encanta vivir en su idioma. Yo estoy contento en Londres también, pero vamos a estar un poquito entre los dos. Tengo mucho afecto a este país y yo pienso que se puede vivir bien aquí. A mi edad, eso importa.

X. C. Para mí Madrid es tal vez la mejor ciudad para llevar el duelo de haber perdido Moscú, porque tiene algunos puntos en común. En Rusia, el equivalente de Barcelona sería San Petersburgo, y Moscú, sería Madrid. Entonces, vuelvo aquí a ese binomio.