Hace casi dos años la despedida de Sálvame fue en una terraza de Mediaset, lanzando una flecha a modo Barcelona 92 y quemando todo lo que quisieron quemar. Hubo rencor durante mucho tiempo, hubo reproches, también, hubo muchas lágrimas y muchos "qué hacemos". Hubo tristeza, miedo y mucho pensar. Pero los nuevos medios de comunicación y la capacidad de crear de la nada de Óscar Cornejo y Adrián Madrid les dió la oportunidad. Más que una oportunidad les dió una posibilidad de reinventarse, de volver a los inicios, a las raíces, a ese Sálvame que conquistó durante años a tanta gente.
Ni que fuéramos shhh ha sido una catarsis, una limpieza de chacras, de alma, de quemar, como aquella tarde de junio, todo lo malo. Durante este tiempo en las redes sociales y después en Ten, el espíritu de Sálvame, sus creadores, el equipo que se quedó, los colaboradores se transformaron, resucitaron como aquel Sálvame de antaño el que sólo, sólo, sólo y sólo se entretenía, se divertía, se cabreaba y se emocionaba.
El "destierro", como lo llama Carlota Corredera, ha servido para crearse de nuevo, para recordar lo que fueron y volverlo a poner en práctica. La alegría contrastaba con la tristeza; el miedo con las ganas; el agotamiento -han sido dos semanas preparando dos programas nuevos y haciendo uno cada tarde- con la bilirrubina de querer empeza. Como en la película de Garci, de volver, pero con la lección aprendida.
"Solo hay que hacer una cosa confiar en vosotros mismos y seguir el camino de baldosas amarillas", dijo Óscar Cornejo en el final de esta tarde. "Si hemos llegado hasta aquí es gracias a estar juntos y no pensamos dejar a nadie atrás. En el grupo falta una persona, Kiko Hernández, al que le hemos pedido que se quede en el arranque de Tentáculos pero estará después en La 1". Porque, efectivamente, ese espíritu de las baldosas amarillas de Dorothy y el mago de Oz se va a la televisión pública.
Decía esta tarde María Patiño que no puede dejar de ser ella, pero es verdad que si glorificamos Sálvame dejará de ser Sálvame. En la penitencia está la gloria, dicen.
La 1 quiere color, RTVE quiere color, ellos quieren baldosas amarillas. Por eso entre lágrimas, por el barrio de Las Tablas y con un coro siguiéndoles cantando la mítica canción de El Mago de Oz se fueron.
La tarde en el pisito fue una tarde de locos. Gente corriendo de un lado para otro, sonrisas, gritos, risas, recuerdos y muchas lágrimas desde el minuto uno, las de Belén Esteban, que aunque se va a un lugar, económicamente mejor y con más recursos, marcharse de Ten y del canal Quickie supone también una adaptación.
El final de Ni que fuéramos Shhh, el que no se ha visto, han sido muchas lágrimas, puertas cerradas para que no se viera a los que no se podía ver, a zapatos tirados debajo de un sofá y a todos los que se van a La 1 se llevaban todo lo que encontraban a su paso.
Durante estos meses Ni que fuéramos ha tenido una libertad que sólo dan los caminos que no tienen señalización. Ellos lo saben, pero el que es como es no puede cambiarse. No se puede poner puertas al campo.
Eso lo han aprendido en estos meses de resurrección. Lo han aprendido con los quickers, con el ver cómo volviendo al antes se escribe el después. Ese después estará a partir del 22 de abril en Televisión Española con muchos espíritus que estarán por ver, pero con uno que no va a faltar, entretener.
"Estábamos huérfanos, nos habían cerrado todas las puertas. Nos dolían los nudillos de tanto llamar, pero confiasteis en vuestro talento para hacer un espectáculo gigante en un minúsculo piso de las afueras de Madrid", han expresado los redactores y guionistas deNi que fuéramos en una carta que ha emocionado a todos los colaboradores.
"Todos tenemos derecho a una oportunidad en la vida. Todos nos caemos alguna vez, nos tropezamos,o nos ponen una piedra en el camino, pero les juro que siempre se puede", ha comentado una llorando María Patiño.
Habrá a quien no le guste ese entretenimiento, quien no lo entienda, quien no comprenda que ese espíritu se vaya a La 1. Cada uno tiene su camino de baldosas amarillas. El de Ni que fuéramos se ha bifurcado hoy. Ahora sí va a una carretera con señales, a una autopista, a una, tal vez, con peaje.