ANDALUCÍA
Flamenco

Diego Clavel, una voz de antología

El maestro morisco es el cantaor que más compilaciones ha grabado en la historia del flamenco

El maestro Diego Clavel, emocionado, escucha atentamente los elogios que recibió en Paradas.
El maestro Diego Clavel, emocionado, escucha atentamente los elogios que recibió en Paradas.BENI DE PARADAS
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35 Semana de Paradas

Evento: Gala de clausura de la 35 Semana Flamenca de Paradas. Homenaje a Diego Clavel / Cante: Rubito Hijo, Raúl Montesinos, Ana la Yiya y María Jesús Bernal / Guitarras: Antonio Carrión y Manuel Jesús Carrillo / Palmas: Joaquín González y Manuel Vinaza / Lugar y fecha: Aula Municipal de Cultura La Comarcal. 5 de abril de 2025

CALIFICACIÓN: ***

La Puebla de Cazalla le dio empaque y fundamento. Sus predecesores le aportaron el aroma de los cantes. Sometió su sangre a los claveles de las melodías. Su tenacidad impactó en el rendimiento cantaor. Se hizo un hueco entre las grandes figuras de su tiempo. Y la perseverancia en el estudio de los entresijos de los tercios, le hizo ocupar un lugar sumamente importante en el flamenco contemporáneo.

Aludo a Diego Clavel (La Puebla de Cazalla, 1946), a quien del 30 de marzo al 5 de abril, la localidad sevillana de Paradas le ha dedicado la XXXV Semana Cultural de Actividades Flamencas, jornadas que han resaltado el papel clave del cantaor morisco en la transmisión de conocimientos, valores y habilidades para el desarrollo integral de las siguientes generaciones, dado que no sólo es un modelo a seguir de honestidad, compromiso y coherencia artísticas, sino que es el mayor antólogo de la historia del flamenco.

Retirado de los escenarios después de más de once lustros de profesionalidad intachable, Paradas, como antes lo hicieron Jaén o Palma del Río, ha visto en Diego Clavel cualidades no acostumbradas en el género, como la de que es necesario tener una humilde conciencia de los modestos límites del propio conocimiento, a más de una afición insatisfecha, como la del que sabe lo que hace falta para saber todo lo que hace falta saber.

Y es que, tras ese valor de vivir con la duda, se escondía un profundo deseo de saber. Diego ya quería saber lo que había ocurrido antes que él, único modo de conocer lo que sería su futuro, ese mañana que a veces nos consuela con sus promesas o nos entristece con sus perspectivas funestas.

El hambre de saber ha sido, pues, el secreto confesable de Diego Clavel en una clausura de Semana Cultural que incomprensiblemente se convirtió en un festival de tres horas y media con ronda de tonás, descanso y sorteo de cantaores incluidos para la salida a escena, algo que, a fuer de sincero, queda en el pleistoceno y en 2025 no es el mejor regalo para aquellos comensales que tienen hambre homérica de duendes.

Mas lo que importa, por respeto a Diego Clavel, es que las cuatro voces que hoy simbolizan a La Puebla de Cazalla afirmaron sus propuestas en la guitarra de Manuel Jesús Carrillo, bien dotado para el menester exigido y que abrió por taranta y bulerías, y, sobre todo, en Antonio Carrión, tan singular como sorprendente, evidenciando que la guitarra es un ancho de banda sonoro cuando entrelaza falsetas y rasgueados capaces de reactivar la acción cantaora y agudizar la percepción del oyente.

Desde una tipología tendente a ser diversa y centrándonos en el relato, con los mimbres citados se construyeron cestos como el de María Jesús Bernal, la más joven del cartel y -craso error- la última en aparecer, de rotundidad expresiva y canora en la bulería por soleá, seguiriya y cuplé. Posee un timbre oscuro, con un centro robusto y graves naturales y resonantes; su agudo es firme y brillante, aunque en ocasiones pueda perder algo de

redondez en pasajes exigentes, y destaca por un fraseo noble, musical y explícito, siempre al servicio de lo que interpreta, por más que precise del apoyo en la emisión de las notas agudas y filadas.

La propuesta de Raúl Montesinos es de un lirismo intenso y expansivo, ejemplo de corrección técnica, pero sobre todo en cuanto a expresión y gusto musical, dejando claramente asentada la expresividad, la pericia y la versatilidad de lo que canta en la malagueña, petenera y soleá, lo que explica que todo él sea un desafío de tensión pasional en constante crecimiento. Su ejecución es de timbre brillante, cálido y esmaltado, con agudos fáciles y bien proyectados, y su fraseo elegante y apasionado, mostrando gran musicalidad y emotividad.

La densidad en el cante la constatamos con Ana la Yiya, que mostró robustez en el registro medio y grave, lo que armoniza con la dulzura y control de la emisión, amén de una portentosa capacidad interpretativa desde la bambera, los tientos-tangos y la seguiriya, en los que combinó potencia y sutileza aterciopelada. Ana Ramírez es de esos regalos inesperados donde el gusto y la idoneidad se entrelazan, pues resulta convincente en lo vocal gracias a su buena técnica, a lo que suma una gran capacidad de expresión emocional, y voz de timbre atrayente que une a un gran control de la respiración.

Y para completar el aporte morisco, Rubito Hijo, que puso a prueba su sensibilidad apoyada siempre en su línea de ese cante ortodoxo que ejerce un control excepcional del agudo consciente de la solidez de su registro medio y grave. Esto le permite una modulación tonal en la que mantiene la tensión expresiva en los tanguillos, se hace grande en proyección y emisión por soleá, pero también en la seguridad y confianza del instrumento vocal que posee, y de timbre amplio y expresivo en la seguiriya, con lo que el auditorio pudo comprobar la versatilidad del registro del cantaor.

Superado el análisis técnico, he de subrayar, empero, que el aporte cantaor resultó algo tibio, cabal en destreza escénica, pero falto de hondura, de transmisión jonda, dando el conjunto la impresión de una función que, teniendo el potencial que brinda una partitura de incuestionable magnitud, vio cómo el deseo superó al resultado final.

No se trataba, obviamente, de competir, sino de aportar más calidez y hondura a la noche, sumándose todos con acierto al espíritu de la representación con intervenciones, en general, parcialmente sólidas y llenas de intención, sino de rendir pleitesía al maestro que, en más de diez lustros de trayectoria profesional, jamás hizo de la identidad sonora andaluza un producto fácilmente vendible ni negociable. Gracias, pues, a Diego Clavel por formar parte de la historia y la memoria de Andalucía.