Alternativos

Mirar el tenis con la atenci�n justa, envuelto en otras tareas, observar los partidos de reojo, a salvo de apuntes obligatorios, del pormenorizado registro de estad�sticas, disfrutar�de jugadores que seguramente no estar�n siquiera en las pen�ltimas rondas, escribir un post sin car�cter perentorio, al margen de los imperativos de un triunfo espa�ol o de la culminaci�n de un torneo importante. As� fue en la tarde de este pasado lunes de agosto, de un mes que nos miente con la sugerencia del oto�o anticipado, aqu�, en Madrid, en la sede del diario, a caballo entre los trabajos de edici�n y las atenciones dispersas. Nicol�s Almagro sometido por Wawrinka. Dos tipos tan parecidos,�que a�n reivindican la�belleza del rev�s a una mano.Y Nico que se queda. Sale de los dos Masters 1.000 norteamericanos con un solo triunfo, varado tras la notable temporada de arcilla. Uno de los tenistas m�s agresivos en esa superficie que pierde lastimosamente la iniciativa en pista r�pida, teniendo el tenis que tiene y tanto plomo en la raqueta. Bien por Stan, que tambi�n juega y pone estilo, aunque el matrimonio y la reciente paternidad le tengan en disputas con la b�scula. �Qu� m�s da! Vean a Taylor Dent, ya con 29 tacos, tambi�n pap� hace poco, una temporada en el arc�n, maltrecho, con da�os suficientes como para plantearse el retiro. Gracias a Dios, el tenis no es s�lo para atletas proteicos o chicos y chicas monas que pasean por la cancha la firma del financista. Sale Dent m�s ancho que largo y pasa por encima al pusil�nime de Feliciano L�pez, que ni las ve. Un ace por ac�, una volea de cat�logo y Feli a la caja, en su territorio, donde mandan los que juegan con sus mismas reglas. El tenis es pasi�n y gusto por lo que se hace. Y por la noche, Dolgopolov, cuyo discurso anarcoide lo censura el juego castrense de David Ferrer. El ucraniano soprende en cada acci�n, desde un servicio muy dif�cil de detectar. Es r�pido, imaginativo, tan pronto acepta el fuego cruzado como escribe versos en forma de drop. A veces le pierde la selecci�n de golpes, una tendencia a la locura. �Bendita locura! Al menos para el espectador. S�, entre tanta econom�a planificada, en medio de la�uniformidad, aparece un tipo gr�cil, con aire de narciso, dispuesto a proponer una v�a alternativa. �l parece�alimentarse de caviar, frente al rancho que prolifera en el cuartel.
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