Era el último en abandonar el bar. En su peregrinaje a casa, sus 'amigos' ron, ginebra y whisky le ayudaban a perder el pie. Sus llegadas siempre eran temidas por su familia. El cuarteto provocaba destrozos, agresiones verbales,... hasta que juntos se derrumbaban en un sólo cuerpo en la misma cama al lado de unos ojos temerosos de despertar a la bestia. 'Me ha hecho tanto daño el alcohol... lo odio, lo odio', repite Conchi siempre con la mosca detrás de la oreja para que a su marido no le vuelvan a acompañar aquellos amigos. Familiares y víctimas de esta lacra coinciden en que ambas partes sufren muchísimo sólo que los segundos no se dan cuenta hasta que se cruza la providencia.

En el caso de Ángel, 8 años sin beber, fue un amigo quien le abrió los ojos. 'Antonio fue el único que se atrevió a decírmelo, necesitas ayuda' y su respuesta fue echarlo de casa. Pero, aquejado de una pancreatitis alcohólica que apenas le alejó dos semanas de la botella a pesar de las advertencias de que moriría, Ángel recapacitó en la soledad de su hogar un fin de semana entero hasta que anunció que visitaría la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Illescas (ARI). Cuando cruzó el umbral Ángel pensó 'pero qué hago yo aquí, si yo no estoy tan mal'. Primera mentira que la terapia de grupo le sacó de la cabeza. La mentira es uno de los principales males de esta ¿enfermedad?

'A ellos les gusta llamarle así y sí, efectivamente es un transtorno por dependencia de una sustancia', contesta Cristina, la psicóloga del centro. Otra mentira es la de que hay un perfil del alcohólico. 'Han pasado personas desde 18 o 19 años hasta personas con más de 70, una persona joven suele venir con politoxicomanía, el alcoholismo puro en jóvenes apenas lo vemos', revela la especialista. La edad de inicio del alcohol en España se sitúa en torno a los 13 años además, según aseguraba Nuria Espí, la delegada del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas, tres de cada diez jóvenes consumen alcohol de forma abusiva los fines de semana.

Así comienza la pesadilla. Después según dicen Ángel y Antonio, alcohólicos rehabilitados, bebes a diario desde primera hora de la mañana, incluso, lo haces antes si vas a estar en un sitio donde no se puede y luego, claro, mientes. Pero no son los únicos. 'Nosotros mentimos por ellos por vergüenza' comenta Conchi y aseguran que, al principio, incluso son contagiados por el enfermo de que, verdaderamente, no existe un problema. Lo hay y es muy difícil salir de él porque es una droga 'muy metida en la sociedad y cuando te das cuenta has pasado del uso, al abuso y luego a la dependencia', revela Ángel. Una dependencia de la que se sale cambiando las rutinas y dejando muchos hábitos y amigos en el camino. 'Pierdes el 99% de las amistades', asegura.

La salida es dura pero más que posible. Cuando se produce, hay otro problema, en qué ocupar el tiempo que antes se llenaba a golpe de copa. 'Yo lo hago con mi familia y sobre todo con mis nietas de las que disfruto muchísimo', apunta y sonríe. La sombra del alcohol planea siempre en un país que posee dos millones de adictos a esa droga legal. 'Todas las celebraciones implican alcohol', se queja Antonio. No le falta razón de ahí que, a pesar de llevar trece años sin probar una gota, le lance el dardo de si se puede volver a tomar un vinito. 'No' responde rotundo y añade 'sería volver al infierno'. Su hermana Pilar asiente y confirma 'no soportaría volver a perder a mi hermano'.

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