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Hacer una sopa a base de caldo de huesos no es nada nuevo, en realidad se trata de una receta cuyos orígenes se remontan a la prehistoria, pero en los últimos meses toda una oleada de influencers de lo más variopinto, coaches y ex participantes de realities parecen haber descubierto una receta milagrosa que ha revolucionado su vida.
Al caldo de huesos se le ha rebautizado en redes sociales como el milagro líquido o el oro líquido, y se ha convertido en una especie de brebaje al que se le atribuyen todo tipo de poderes sanadores y regeneradores. Pero, ¿posee realmente todas o algunas de esas propiedades? Vamos a analizarlo.
¿Qué contiene el caldo de huesos?
Para conseguir un buen caldo de huesos, debemos cocer a fuego lento huesos de ternera, cordero, pollo, pavo o cerdo en agua durante como mínimo seis horas, pudiendo llegar incluso a 12 o 24. Todo ese tiempo de cocción es imprescindible para poder extraer las máximas proteínas posibles de los propios huesos, las articulaciones y el tejido pegado a ellos.
El resultado será un caldo rico en colágeno, proteínas, glutamina, potasio, calcio, magnesio, fósforo, hierro y algunas vitaminas. Rico en nutrientes y bajo en calorías, ya que una ración rondará las ochenta.
La glutamina, al aminoácido estrella
Uno de los principales componentes del caldo de huesos es la glutamina, un aminoácido fundamental para el buen funcionamiento del cuerpo humano: ayuda a regular la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca, participa en el equilibrio hidroelectrolítico, alimenta a determinadas células del sistema inmune...
¿Tiene propiedades reales tomar glutamina?
Una de las propiedades que se le atribuyen al caldo de huesos es que ayuda a cuidar y regenerar la mucosa intestinal, algo que es totalmente cierto gracias a la glutamina que contiene. También es útil para aliviar el malestar estomacal y reducir la inflamación intestinal.
Pero no solo vamos a encontrar este aminoácido en el caldo, lo tenemos también en buena cantidad en alimentos como la carne, el pescado, los huevos y los lácteos. Fuera de los alimentos de origen animal, vamos a encontrar importantes cantidades de glutamina en las legumbres, los frutos secos y las semillas.
El colágeno, la proteína estrella
El colágeno no es otra cosa que una proteína del cuerpo humano que se encarga de dar firmeza y elasticidad a la piel, y de mantener saludables los músculos,
ligamentos, tendones y articulaciones. ¿Y qué es lo que ocurre? Que un caldo de huesos bien elaborado posee enormes cantidades de colágeno, y es es el motivo por el que aseguran que beberlo aliviará el dolor de las articulaciones y las reparará, suavizará la piel... pero no es oro todo lo que reluce.
¿Tiene propiedades reales ese colágeno?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, a día de hoy, no ha dado el visto bueno a ninguna de las propiedades saludables que se le atribuyen a esta proteína sobre la salud de los huesos, la piel o las articulaciones: "No existe una relación causa-efecto que demuestre que ingerir colágeno favorezca el mantenimiento de las articulaciones ni aporte elasticidad a la piel".
El problema es que el colágeno es una proteína de tamaño considerable y está formada por dos aminoácidos, la glicina y la prolina. Al ser tan grande, no puede ser absorbida por el intestino durante el proceso de digestión, así que se rompe y se liberan esos aminoácidos para que sí puedan ser aprovechados... y una vez en la sangre nuestro cuerpo no los va a destinar para lo que nosotros queremos, sino para lo que él necesita. Nada nos asegura que vayan a acabar fabricando colágeno para la piel del rostro o reparando tendones.
El caldo de huesos, ¿se consume directamente?
Sí, podemos tomarlo directamente con una cuchara o emplearlo como base para hacer sopas o guisos. También podemos refrigerarlo o congelarlo, ya que se conserva muy bien. Sabremos que estamos ante un buen caldo de huesos, con todos sus nutrientes, si al enfriarse está gelatinoso.