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La DANA más devastadora del siglo ha dejado la provincia de Valencia arrasada. Con al menos 92 víctimas mortales confirmadas y decenas de desaparecidos, la tragedia es una de las peores que se recuerdan en la Comunidad Valenciana, que ya sufrió la conocida como pantanada de Tous en 1982 -con 8 muertos- y la llamada gran riada de Valencia de 1957, que se saldó con 81 fallecidos según las cifras oficiales y obligó a desviar años después el Turia a su llegada a la capital.
La crecida de este río fue precisamente la que inundó esta vez el área metropolitana de Valencia, con pueblos enterrados en el barro, montañas de coches apilados en las calles y gente deambulando por las carreteras tras haberlo perdido todo. La imagen de la devastación no se quedó ahí, pues el desbordamiento de barrancos golpeó de lleno al interior de la provincia, con cuantiosos daños materiales desde Camporrobles y Utiel por la crecida del río Magro. Hasta un millar de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) fueron movilizados.
Si en Torrent la fuerza con la que bajaba el agua por el barranco del Poyo engulló el puente de la autovía y las pasarelas peatonales, el temporal destrozó también el puente de Ribarroja y arrastró el de Paiporta. Este municipio de 27.000 habitantes, de hecho, pronto se reveló como el epicentro de la tragedia con al menos 40 muertos. De ellos, seis eran ancianos que quedaron atrapados en una residencia.
Lo cierto es que nadie estaba preparado para el torrente de agua que sorprendió a todos en apenas unos minutos. Mari Carmen y Beatriz volvían a Picassent junto a su madre de 70 años tras una cita médica en el hospital. No caía ni una gota y, a las 19.30 horas entraron en la Pista de Silla en dirección Alicante para encontrarse con un atasco de salida que no les resultó extraño.
«Había un poco de agua que empezaba a acumularse en la vía de acceso pero, en cuestión de minutos, aquello era una ratonera que casi nos cuesta la vida», relatan desde la puerta de L'Alqueria del Basket en Valencia, donde se refugiaron indignadas con el Gobierno valenciano. «Lo que ha pasado es una vergüenza y alguien tiene que asumir la responsabilidad de por qué no se avisó y no se cortó esa carretera. Cuando nos sonó la alerta del móvil, ya teníamos los coches llenos de agua», explica Mª Carmen.
Ellas están vivas: «Porque salimos del coche y, agarrándonos al guardarrail, aguantamos hasta que pudimos cruzar al otro lado de la carretera». Nadie acudió a su rescate. «Ya a las cuatro de la mañana la policía nos dijo que camináramos hacia Valencia, cinco kilómetros jóvenes, mayores y niños. Íbamos viendo a personas atrapadas sobre camiones que nos decían que tenían frío y esperaban el rescate», relata Beatriz. A las cinco de la mañana, llenas de barro, llegaron a L'Alqueria sin saber cuándo podrán regresar a Picassent.
Otro que intentó volver a su casa desde Valencia a Picassent fue Paco, una de las personas que fue realojada en el complejo deportivo de la Petxina de Valencia habilitado por el Ayuntamiento de Valencia. «La velocidad del agua era demencial y arrastraba los coches», relató. De hecho, los autobuses de la EMT se encargaron de trasladar durante la noche del miércoles a decenas de personas a estos recintos. Y todo esto en una ciudad que aún tiene abierta la herida por el incendio en febrero del complejo residencial de Campanar que dejó diez fallecidos.
El número de víctimas es tan elevado y el rescate de los cuerpos tan complicado por toda la provincia que se activaron nueve equipos forenses itinerantes y, ante la imposibilidad de algunos jueces de acceder a los lugares para el levantamiento, se optó por delegar en los cuerpos y fuerzas de seguridad.
Los furgones fúnebres empezaron a llegar a mediodía con cuentagotas al Instituto de Medicinal Legal en la Ciudad de la Justicia de Valencia, donde se habilitó un sótano del aparcamiento para acogerlos. Para facilitar las labores acudieron forenses y auxiliares de autopsia desde Alicante y se mantiene contacto con el Grupo de Expertos en Grandes Catástrofes.
Oficinas de identificación
Durante toda la mañana había familiares que andaban de L'Alqueria a la Petxina tratando de buscar a familiares de los que no tenían noticia desde anoche. Para ayudar a la localización e identificación de los desaparecidos se habilitaron dos oficinas de atención en la ciudad de Valencia en el que la Brigada Provincial de la Policía Científica como la Guardia Civil recibirán a los familiares para que aporten datos que ayuden a la identificación.
Las oficinas, plenamente operativas, comenzaron a atender de manera telefónica dado que los desplazamientos por la provincia se siguen desaconsejando. El jefe del Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, José Miguel Basset, tuvo que admitir que la imposibilidad de acceder a numerosos puntos incomunicados, sin luz ni agua y con las carreteras cortadas, dificultó las labores de rescate: «No hemos podido llegar a las víctimas cuando más lo necesitaban».
Hasta el punto de que centenares de personas tuvieron que esperar horas a ser rescatadas. El teléfono de Emergencias del 112 llego a atender 30.000 llamadas con sólo la mitad de las líneas activas. Muchas personas pidieron auxilio a través de las redes sociales ante la imposibilidad de contactar con alguien. Cientos de trabajadores de los polígonos industriales que rodean Valencia quedaron atrapados en las fábricas durante toda la noche.
La Guardia Civil informó ayer por la tarde de que se habían efectuado 2.500 rescates y calculaba que aún hay alrededor de 5.000 vehículos bloqueados. «Lo único que pido es que no se olviden de nosotros», decía ayer con la voz entrecortada la alcaldesa de Paiporta, María Albalat. El Gobierno ha decretado tres días de luto.
Recuperación de infraestructuras
A última hora de la tarde, el presidente, Carlos Mazón, y el jefe de Bomberos de la provincia de Valencia confirmaron que no quedaban rescates pendientes. "Después de la última visualización aérea, se puede trasladar que, visualmente, rescatables en tejados y azoteas no quedaría nadie", aseguró el presidente. "La primera etapa era el rescate ha concluido porque no tenemos más avisos. No quedan personas atrapadas o no tenemos constancia", añadió el jefe del operativo, que este jueves comenzará la segunda fase: el restablecimiento de las infraestructuras.
En esa tarea, sin olvidar los rescates, se centrará la UME, según confirmó la Delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. "El Gobierno de España pone a disposición de los ayuntamientos las herramientas para que evalúen sus daños para volver a una normalidad que sentimos hoy rota", anunció.
Mazón anunció que ya no quedan municipios a los que no se pueda acceder y que sigue sin suministro de luz el 9,2% de la población de la provincia, 115.000 personas, y que se trabaja en recuperar el abastecimiento de agua junto a las empresas concesionarias, "pero la realidad es desigual en las poblaciones afectadas". "Ha sido un fenómeno de torrencial, no de inundaciones. El peligro de salubridad no es tanto como si hubiera agua embalsada", advirtió el presidente.
El jefe del Consell hizo un llamamiento para que aquellas personas que hubieran denunciado la desaparición de familiares y hayan podido contactar con ellos, lo informen a los teléfonos oficiales, "de forma de podamos cotejar desaparecidos y víctimas localizadas".
Todas las instituciones rogaron que no se realicen desplazamientos por carretera en estos días, no sólo para facilitar los trabajos de recuperación sino para evitar peligros.