CRÓNICA
Historia

Pío Moa: "Pedro Sánchez sigue la misma lógica histórica del PSOE de odio a España y a la democracia"

Autor de obras fundamentales para comprender pasado reciente, como 'Los mitos de la Guerra Civil', Pío Moa publica ahora 'El PSOE en la Historia de España': "Siempre ha estado en contra de la unidad de España"

Pío Moa: "Pedro Sánchez sigue la misma lógica histórica del PSOE de odio a España y a la democracia"
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En uno de los últimos capítulos de El PSOE en la Historia de España, el nuevo libro de Pío Moa, el historiador destaca la "superioridad política e ideológica de los socialistas" que han gobernado desde 1978 frente a los líderes de la derecha, tanto de UCD como del PP. "La razón es fácil de entender", explica: "Pese a la derrota del rupturismo en la Transición, el PSOE mantenía un proyecto político orientativo de gran alcance, aunque debieran aplazarlo, difuminarlo y trabajar con paciencia, como los disgregadores. En otras palabras, el partido seguía declarándose, con mayor o menor énfasis, según el panorama, republicano, federalista, con objetivos socialistas (...) y radicalmente antifranquista, lo que entrañaba un rechazo, explícito o disimulado, de la obra de la Transición. Rasgos que, aun difusos, generaban una corrosión progresiva de la unidad nacional, la Constitución, la monarquía y, más allá, la democracia, como ya empezó a palparse con la llamada muerte de Montesquieu».

Con esto último, se refiere Pío Moa a que cuando en 1982 el PSOE aceptó la democracia "inmediatamente comienza a transformarla y se reparten con el PP el poder judicial, con lo que demolieron una de las bases principales de la democracia. Tal y como está haciendo ahora Pedro Sánchez".

Por ello, responde a Crónica el autor de libros tan determinantes para la historiografía contemporánea como Los orígenes de la Guerra Civil española (Ediciones Encuentro), para entender el comportamiento de Pedro Sánchez no basta con calificarlo de psicópata ("puede que lo sea, sí") o de mentiroso ("en política todos mienten", aclara), sino que hay que recurrir a la historia del partido creado por Pablo Iglesias en 1879 para rastrear los principios políticos que han permanecido más o menos inalterados a largo de todo el siglo XX y que Pedro Sánchez no hace sino ejecutar. Para eso, dice Moa, ha escrito el libro, "porque la inmensa mayoría de los votantes del PSOE ignoran por completo la historia y la ideología profunda del partido. Y sus afiliados tampoco. Los dirigentes, o bien la desconocen o mienten, porque hay muchos episodios que no les interesa que salgan a la luz".

Cuenta Pío Moa que durante sus primeros 38 años de vida, el partido no tiene prácticamente ninguna influencia. Hasta 1917, en plena Restauración, cuando, influidos por el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia, "el PSOE y su sindicato UGT se sintieron lo bastante fuertes para declarar una huelga general revolucionaria, arguyendo el empobrecimiento de los obreros por la inflación y otros pretextos, pero con el objetivo real de derrocar el régimen". No lo consiguieron y el movimiento tardó cinco días en ser sofocado (dejando 80 muertos y 150 heridos), pero "después de ese momento, la Restauración entró en una crisis de la que ya no salió", si bien, aclara, la actuación del PSOE fue sólo uno de los muchos factores que contribuyeron a la caída del sistema. Aquella, continúa, "fue la primera acción de masas de tipo guerracivilista emprendida por el PSOE de acuerdo con la lucha de clases, si bien no pretendía una revolución proletaria, sino republicano-burguesa. Según la teoría, una revolución burguesa debía preceder a la proletaria y crear las condiciones sociales y económicas para el socialismo, primera fase del comunismo".

Al año siguiente, en 1918, después de la Primera Guerra Mundial, del triunfo de la Revolución rusa y de la defensa de la autodeterminación por parte del presidente demócrata de EEUU Woodrow Wilson, el partido celebra un congreso en el que "dice que España no es una nación, sino una confederación de naciones con derecho a separarse. Derecho que es en el fondo una obligación, porque toda la propaganda de los separatistas vascos y catalanes se asienta sobre la base del odio a España. España es el mal, España es el atraso, es la Inquisición, es la inferioridad racial, porque los vascos y los catalanes se consideran superiores racialmente".

Después de esto, sin embargo, y este es un episodio de los que no le gustan recordar a los socialistas, "el partido adopta una actitud muy constructiva con la dictadura de Primo de Rivera a partir de 1923. En ese momento, el PSOE se convierte en un partido socialdemócrata, al estilo europeo, colaborador, que ayudó a que la economía funcionara mucho mejor que hasta ese momento. El de Primo de Rivera fue un régimen, además, muy liberal en el fondo, no era una dictadura aplastante ni nada por el estilo. Y como los anarquistas estaban prohibidos, esa colaboración le permitió al PSOE convertirse en un auténtico partido de masas que, cuando llega la República era, con diferencia, el más fuerte y disciplinado y el mejor organizado".

No todos los líderes del PSOE, explica Moa, eran partidarios de colaborar con la República, ni en sus orígenes ni durante los dos primeros años de colaboración con Azaña. Por eso, al perder las elecciones de noviembre del 33, el PSOE se alinea con los separatistas de la Esquerra ("como hace hoy Sánchez") y se "plantea cuál es su obligación como partido marxista frente a una república burguesa. Concluyen que hay que abolirla mediante una insurrección, llegando incluso a la guerra civil, como dicen literal y expresamente, e instaurar la dictadura del proletariado, aunque en su propaganda dijeran que con su golpe estaban evitando otro de carácter fascista". La insurrección "estaba planificada en instrucciones secretas que especificaban 'un movimiento que tiene todos los caracteres de una guerra civil' (...) Las instrucciones eran minuciosas, inspiradas en el manual de la KominternL'insurrection armée, o en las disposiciones de los socialistas austriacos en su reciente insurrección fallida (...) La Esquerra disponía de armas de orden público y pudo comprar más en el exterior desviando dinero al efecto; el PSOE las acumulaba utilizando la corrupción oficial organizada por sus adeptos en los organismos del Estado, otras compradas en la Alemania nazi o contrabandeando en pesqueros vascos".

Pero si en esa ocasión no pudieron completar su objetivo, sí consiguieron acabar con la República en las elecciones de 1936, "históricamente falsas y fraudulentas, como reconoció el propio Azaña en sus cartas y sus diarios. Lo que se impuso, ya desde el 16 de febrero, fue un nuevo régimen, que podemos llamar Frente Popular, cuya misma composición le hacía improbable consolidarse y que arrasó con la legalidad republicana, es decir, con la propia República. Lo que vino luego fue un régimen de terror tan caótico que hasta el propio Indalecio Prieto se echa las manos a la cabeza. Y eso es lo que lleva a una parte de la derecha y del Ejército a preparar un levantamiento que, Franco lo explicó muy bien, no era ni por la monarquía ni por la república, sino por España, por mantener la unidad nacional contra los separatismos y por impedir la sovietización del país, que esa era la esencia de la política del PSOE, un partido que, a pesar de lo que dijeron luego a partir de 1976, durante el franquismo no pintó nada, la oposición al régimen la hicieron los comunistas".

Desde 1934, resume Moa, el PSOE lidera dos golpes contra la República, separados por 16 meses. El primero al estilo comunista, insurreccional; el segundo al estilo nazi, utilizando las formas legales para destruir el régimen. El primero dejó a la República malherida y el segundo la remató».

Todo esto demuestra, concluye Pío Moa, "que cuando Sánchez trata con los separatistas no está haciendo nada distinto a la lógica histórica del PSOE de odio a España y a la democracia. Para el partido España no es un nación sino un conglomerado de naciones oprimidas que tienen todo el derecho a separarse. Y es cierto que Sánchez no plantea ahora una insurrección armada, pero sí que utiliza el mismo método que los nazis, llegar al poder por medio de apaños electorales y arreglos con los separatistas y avanzar hacia un golpismo abierto, pero un golpismo desde arriba que pretende acabar con la Constitución. Él tiene muy clara la idea de lo que debe ser España".

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