Los kurdos son bien conocidos por rendir culto a sus caídos. «¡Sehid Namirin!», suelen gritar durante los funerales de sus milicianos y sus milicianas. Literalmente significa que «los mártires no mueren». A finales de diciembre, Crónica publicó un reportaje de dos páginas sobre las chicas de los cantones kurdos de Rojava en el que se describía a la miliciana Beritan Amanos como «la pesadilla de los salafistas del norte de Siria». 16 días después de charlar con la muchacha que acaparó nuestro titular, este reportero recibió una breve nota desde la guerrilla de Rojava en la que se comunicaba que había fallecido.
Cuando el periodista la conoció, apenas dos semanas antes, Beritan hablaba desde un refugio situado en las proximidades de la presa de Tishrin, una de las posiciones defensivas kurdas que la aviación turca intentaba quebrantar con la ayuda de sus drones, sus vehículos aéreos no tripulados y su infantería. Los islamistas de Idlib acababan de tumbar a los Asad y, mientras la mayor parte de la atención internacional se centraba en Damasco, los kurdos hacían frente en el norte del país a los ataques de una fuerza proxy compuesta por mercenarios yihadistas de más de 60 nacionalidades, entre los que había, y hay, antiguos miembros del Daesh.
La muchacha había sido desplegada en uno de los pasos estratégicos del Éufrates junto a varios cientos más de camaradas de las Unidades Femeninas de Protección (YPJ), que es una de las compañías a las que las Fuerzas Democráticas de Siria habían asignado su defensa. «Lo que más tememos no es el peligro para nuestra vida», dijo Beritan a propósito de los yihadistas que trataban de ganar su posición. «De lo que más debemos protegernos es de quienes se infiltran en nuestro pensamiento y tratan de modificarlo. Pero el movimiento, que es también intelectual, nos proporcionó herramientas para hacer frente a ese intento de cambiarnos».
El movimiento al que se refería —el engrudo ideológico que conecta a kurdos de Turquía, Irán y Siria y que tanto odian los islamistas— es el llamado «confederalismo democrático» de Abdullah Öcalan, el fundador del PKK al que los turcos tienen preso desde hace 25 años. A los kurdos de Rojava les acusan de ser la «franquicia terrrorista siria» de la guerrilla socialista del PKK que opera en Anatolia. Pero lo cierto es que la franquicia a la que Ankara se refiere como terrorista han sido los aliados estratégicos de Estados Unidos y las fuerzas de la coalición contra el Estado Islámico.
Hacía apenas dos semanas que la muchacha había dicho que estaba dispuesta a defender con su vida a las mujeres de las agresiones yihadistas. Y ese ha sido justamente el precio que ha pagado. Tras varias tentativas, esta semana este suplemento ha logrado contactar con Zilan, que es una de sus camaradas de armas. El reportero quería saber qué había ocurrido. No ha resultado sencillo porque las chicas pasan a menudo meses enterradas por la red de túneles. Paradójicamente, se ha tenido que esperar hasta la muerte de Beritan para entender quién era realmente porque, cuando se unen a la guerrilla, reciben un nuevo nom de guerre y tratan de ocultar tanto su pasado como sus raíces familiares por motivos de seguridad. Es ahora, gracias a Zilan, cuando es posible perfilar la vida de esa chica.
«Me gustaría honrar a la mártir Beritan, a quien conocí en las YPJ», dice Zilan Roj esta semana. «Ambas somos chicas árabes del clan begara. Se trata de una tribu muy feudal y muy cerrada pero igualmente conocida por su espíritu guerrero y su capacidad para luchar. Al principio, no era posible que las mujeres begaras nos uniéramos a las filas de los revolucionarios, pero a medida que fuimos familiarizándonos con su lucha por la libertad, comenzamos a asumir responsabilidades en sus filas».
«Como mujeres árabes, nos hemos enfrentado a muchas dificultades en la sociedad debido a su mentalidad conservadora», continúa Zilan. «Beritan también afrontó esas dificultades y tuvo que hacer frente a esas contradicciones. Así que cuando conoció la lucha revolucionaria y el pensamiento de Abdullah Öcalan, eligió una vida libre y se unió a las YPJ. De esa forma abrió el camino a otras mujeres. Varias de las chicas y las amigas que la rodeaban siguieron su ejemplo. Cada vez que regresaba a casa, le explicaba a todo el mundo las ideas de Ochalan y eso es algo que nos influyó mucho. Beritan jugó un papel importante en esta guerra. Fue educada como francotiradora y como experta en armas pesadas y había adquirido ya algo de experiencia».
El verdadero nombre de Beritan Amanos era Safa Sileman. Las Fuerzas Democráticas de Siria que defienden el territorio situado al este del Éufrates están compuesta por 120.000 efectivos, y alrededor del 60 por ciento son árabes, como ella.
Safa nació en Deir ez-Zor, pero su familia se mudó a Afrin en 2015 para huir del ISIS. En 2016 se unió a las YPJ. No estaba comprometida ni casada. Tampoco tenía hijos. Además de árabe, era musulmana. Aunque su familia no estuvo nunca metida en política, pertenecían a lo que en Siria se conoce como patriotas o welat-parêz, que literalmente significa ser «protector de la patria».
«Vivía en la base militar a tiempo completo», explica otro de sus camaradas. «Es lo que suelen hacer las milicianas voluntarias que se consideran revolucionarias. Allí desarrollan toda su actividad diaria, que va mucho más allá de sus responsabilidades como combatientes en un sentido estrictamente militar. En las YPJ se confiere también mucha importancia a la autoeducación, la lectura, el aprendizaje de la música folclórica, las tradiciones y al desarrollo personal».
Beritan era lo que los kurdos llaman una «líder de escuadrón», que es el rango más bajo dentro de su escalafón, pero al mismo tiempo, el que más responsabilidades entraña para las milicianas. Estas pequeñas unidades se hallan compuestas por cuatro personas. Ni siquiera los oficiales de las YPJ contactados han podido averiguar qué estaba haciendo Safa cuando fue alcanzada por las armas enemigas. Lo que se ha confirmado es que murió el pasado 9 de enero, durante un ataque de drones turcos contra una posición del puente de Qereqezek.
Antes de morir, Beritan decía que no quería ser gobernada por barbudos ni oprimida por la Sharia (ley islámica). «Siempre que charlábamos solía repetirme que quería liberar a todas las mujeres esclavizadas», recuerda Zilan. «Decía que si alguna vez se encontrase con Abdullah Öcalan y éste le preguntara qué había hecho en su vida, le respondería que tenía por objetivo que las mujeres de esta tierra encontraran esperanza y abrieran un camino para su emancipación».