CULTURA
Asesino en Serie

American Horror Story: Delicate: gótico americano y terror uterino con Kim Kardashian en el paisaje

La nueva temporada de la serie es, como todas sus predecesoras, imperfecta pero turbadora

Kim Kardashan y Emma Roberts, en 'American Horror Story: Delicate'.
Kim Kardashan y Emma Roberts, en 'American Horror Story: Delicate'.
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"El cuerpo de la mujer es un campo de batalla" no sólo es una de las frases más contundentes del feminismo. Es también la premisa de algunas de las obras audiovisuales más interesantes de los últimos años. Estaba en Inseparables, serie que actualizaba la película de David Cronenberg cambiando a Jeremy Irons por Rachel Weisz. También planeó hace unos días sobre el último Festival de Cannes, con The Substance, película en la que Demi Moore reconduce una narrativa que, si bien la benefició durante algunos años, terminó por lastrar su carrera: la narrativa de la mujer que sólo es un cuerpo para el disfrute de otros. En The Substance, Moore interpreta a una estrella madura que podría revertir, científica y milagrosamente, su propio envejecimiento. Delicate, la duodécima temporada de American Horror Story, escrita por Halley Feiffer, convierte el cuerpo de otra estrella en otro campo de otra batalla. Una lucha igualmente perversa e igualmente abordada por todos los feminismos que ha habido. "Es mi cuerpo", se dice en la serie. Es una afirmación, pero bien podría ser una pregunta.

En American Horror Story: Delicate, Emma Roberts interpreta a Anna Victoria, una actriz que, en el mejor momento de su carrera (acaba de protagonizar una película de terror que podría, si se lo trabaja, darle un Oscar) intenta quedarse embarazada. Recurre para ello a un centro de fertilidad. Sin embargo, la hasta cierto punto lógica medicalización que vive su cuerpo al someterse a ese tipo de tratamiento sobrepasa ese cierto punto. Resignada a depender de otros para tomar decisiones, Anna Victoria termina cediendo el control de su propio útero. Y no de manera metafórica. American Horror Story es una serie de terror, así que no hace falta decir mucho más.

Como todas las temporadas de AHS, Delicate es interesante e imperfecta. Esta serie, creada por Ryan Murphy y Brad Falchuk, funciona como antología de temporadas, en principio, independientes. Las conexiones y cruces entre ellas son frecuentes, pero no obligatorias. Delicate, que adapta una novela de Danielle Robins, es completamente autónoma. Sí encontramos en ella la particular estética renovada del gótico americano que tan bien estableció American Horror Story desde su primera temporada y, por supuesto, caras conocidas de la serie: a Dennis O'Hare, Billie Lourd o la propia Emma Roberts ya los hemos visto antes por aquí. A Kim Kardashian no. Ella, con un personaje nada anecdótico, funciona como meta-recurso de Delicate: ¿quién mejor para hablar de cuerpos femeninos y poder que ella? Encarnando a una implacable relaciones públicas, Kardashian es sorprendentemente eficiente como actriz. Y, sobre todo, es potentísima como icono pop autorreferencial.

American Horror Story siempre ha subvertido la iconografía popular norteamericana y quién mejor que Kim para elevar la apuesta. Kardashian tira bien las siempre ingeniosas líneas de guión de AHS. Esas frases que consiguen hacernos olvidar los defectos de la serie (ay, esos inicios de temporada tan poco sutiles, llenos de diálogos sobreexplicativos) y nos arrancan carcajadas en medio del horror. En Delicate, disponible en Disney+, el horror es uterino, hormonal, médico, posmoderno, hiperestésico, pulido, reflexivo, caro, lujoso y grotesco. También casi invisible: ¿en tiempos de inmediatez cultural y obsesión por la novedad, quién está pendiente de una serie que va por su duodécima entrega? Para campo de batalla, la televisión actual.