MÚSICA
Entrevista Chimpún

Nathy Peluso: "Siento que para encajar tendría que mentir, pero prefiero ser una incomprendida a ser una hipócrita"

Convertida en estrella mundial y tras un arduo proceso de cuatro años, vuelve a lo grande con 'Grasa'. Mientras, intenta calamar el ruido a su alrededor: "Evito los delirios de grandeza"

Peluso posa para la entrevista, en Madrid
Peluso posa para la entrevista, en MadridSERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL
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En 2020, Nathy Peluso (Luján, 1995) conquistó el mundo. Los cuatro años transcurridos desde el boom de aquel primer disco, Calambre, han sido complejos para la cantante y compositora argentina, residente en España desde 2004. Lidiar con la fama, asumir su nuevo estatus, la ansiedad ante las expectativas, las dudas que le llevaron a borrar y empezar de cero cuando ya tenía un nuevo álbum entero...

De todo ese proceso nació Grasa, un segundo disco que confirma que, en efecto, estamos ante una superestrella. Para lo bueno y para lo malo. Nathy, inteligentísima, controla su discurso al milímetro sin exhibir la naturalidad de antes. A su alrededor pulula un ejército cuya función no está del todo clara más allá de convertir cada pequeña decisión en un cónclave, dejar a cuatro personas vigilando la entrevista y vetar cualquier pregunta sobre Milei en pleno conflicto entre los dos países de la artista. Cosas de estrella...

¿Te has quitado un peso de encima publicando, al fin, Grasa?
Me siento aliviada porque ha sido un proceso larguísimo de descubrimiento, de búsqueda y de pérdida. Así que, sí, como artista y como persona, siento mucho alivio y mucho placer por soltarlo y que ya sea la gente la que juzgue. No sé, había muchas cosas que necesitaba compartir y, buah, el feedback está siendo muy profundo. No me lo esperaba tanto, siento que a la gente le llegó lo que hice, han entendido lo que quería transmitir y es emocionante. Es un disco con muchas capas y recibo todo el rato mensajes de personas que realmente se sienten conectadas con las letras.
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Has vivido en cuatro años un cambio vital que la mayoría no experimentamos ni en 40. ¿Cómo lo has gestionado?
Es muy intenso. Cuesta porque una no está preparada para algo así, vas aprendiendo sobre la marcha, por el camino, con tus aciertos, tus errores y tus dudas. Me siento afortunada por tener tantas vivencias y tanta experiencia, además le saco mucho jugo a cada cosa que me pasa, pero a la vez es agotador, porque es muy intenso y yo lo vivo todo muy profundamente. A veces, demasiado.
¿Cuántas veces te preguntas qué diablos ha pasado aquí?
No lo hago porque intento permanecer muy consciente del proceso. Ha sido un trabajo de hormiguita, muy poco a poco, y ahora siento muy orgánico lo que va sucediendo, no es que haya llegado totalmente de golpe y me haya pegado una cachetada. Está claro que mi realidad es totalmente distinta a 2020, pero forma parte de mi nueva cotidianidad y lo he aceptado. También siento que soy bastante inconsciente de esa parte de mi vida. No pienso en la fama y en lo que se ha convertido todo, sigo un poco ignorante de mi presente y eso me mantiene con los pies en el suelo. No me gusta tener delirios de grandeza. Prefiero mantenerme low-key.
Lo dices como si eso fuera posible.
Bueno, ya [risas], pero creo que el enfoque que uno le da a la vivencia le quita peso y le quita presión. Al final, sé que simplemente hago mi trabajo y tengo mi oficio como cualquier otra persona. Es evidente que estoy más expuesta, pero al final soy una artesana más.
¿Cuánta presión sentías al componer conociendo las expectativas externas?
Gran parte de la exigencia y la presión ha sido mía, me la he puesto sola porque puse la vara realmente alta. Soy la jefa más dura que se puede tener [risas]. La presión está dentro de mi cabeza y ha sido otro trabajo de hormiguita, de hacer terapia, de entenderme, de aceptar el proceso y de abrazar los cambios porque forman parte de una nueva realidad que yo quería construir. Un nuevo proyecto conlleva una nueva realidad, una nueva manera de hacer las cosas y sobre todo una nueva manera de abrirse y de compartir. Es muy profundo. Ha sido un viaje del que he salido fortalecida y, a la vez, en el que me he sentido y me he mostrado muy vulnerable.
¿Te ha costado mostrar esa vulnerabilidad?
No, para nada. Mostrarme como soy no me lleva trabajo, siento que es parte de mi naturaleza. Nunca ha sido una estrategia comercial mostrar todas mis facetas.
Venía pensando cómo explicar el fenómeno Nathy Peluso al lector de 50 o 60 años, porque siento que hay un salto generacional muy bestia y bastante incomprensión hacia la música urbana latina.
Totalmente. Ese salto lo siento yo también de cara a los más jóvenes. Siento que estoy en medio de dos generaciones que no me comprenden del todo.
Pero si tienes 29 años, ¿cómo no te van a entender los jóvenes?
Que sí, que sí, es tremendo [risas]. Cada década se van reseteando los códigos y las influencias de la cultura y no es ni parecida una persona que nació en los 60 que una que nació en los 2000. Han mamado estructuras y comunicaciones muy diferentes. Pero cuando logras que esas dos caras convivan y se entiendan sucede algo muy mágico. Es probable que no puedas explicar mi música a ese lector, pero confío en que algunos simplemente la escuchen y conecten.
La artista argentina nos mira desde arriba.
La artista argentina nos mira desde arriba.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

Cada vez que hablas con naturalidad de sexo, se monta revuelo. ¿Seguimos siendo unos mojigatos?
No lo entiendo. Siento que las conversaciones incómodas son necesarias, casi obligatorias, para tener relaciones sanas. Hay que atreverse a hablar de lo que quizá aún es tabú o incómodo, lo increíble es que el sexo aún lo sea para algunos. El sexo es un gran placer de la vida y de ahí venimos. El sexo es una gran inspiración, es placer, es unión, es arte y debería ser naturalidad.
¿Qué tal llevas ser referente de tantísimas mujeres jóvenes?
No siento que deba tomarlo como una presión o una responsabilidad porque es algo que ha sucedido desde la naturalidad. Al comunicarme y compartirme hay gente que ha conectado conmigo y me ha amplificado. Incluso, a veces, me han descubierto cosas que no sabía de mí misma y de lo que puedo provocar en ellas. Siempre voy a preservar que eso siga siendo así, que mi forma de actuar sea genuina y no una estrategia comercial o una conciencia preparada. Inspirar a la gente forma parte de dar lo que realmente sientes y sólo dura cuando es genuino.
¿Te preocupa que haber entrado en la burbuja de superestrella te quite esa parte genuina?
Hay una canción del disco que se llama El día que perdí mi juventud que habla precisamente de cuando una pierde la inocencia o la ingenuidad que te mantenía fresca. Es evidente todo lo que me rodea, pero intento mantener a mi niña interior muy presente y, como artista, creo que es indispensable tener cable a tierra y permanecer conectada con lo esencial. Es inevitable contaminarse, porque hay muchos estímulos, una está muy expuesta y hay muchas presiones y opiniones, así que soy consciente de que el gran trabajo que debo hacer, mi gran reto, es permanecer intacta y conectada con la realidad en medio de todo ese bullicio.
¿Sigues sabiendo de quién fiarte?
En muy pocas ocasiones me he sentido interpelada de manera negativa. Elijo muy bien a quién concedo la escucha que importa. Tengo personas y seres de luz que me saben aconsejar, pero por lo general siempre me guío a partir de mi impulso y mi intuición. Lo que diga mi entorno forma parte de una capa de interés más baja. Mi impulso es lo que importa. No me tiembla el pulso y no pierdo el foco. Nunca he prestado atención a lo que viene de fuera, no tengo espacio para eso. Sí que es verdad que, bufff, me enfrento todos los días a prejuicios y a que me infravaloren, pero forma parte del éxito, forma parte del reto de superarse, forma parte de ser artista.
¿Qué prejuicios? ¿Que te infravaloren en qué?
Me parece suficiente lo que he dicho, no le doy luz a esa gente y no voy a enumerar. Honestamente, a veces siento que es difícil que te comprendan, pero prefiero ser una incomprendida a ser una hipócrita. Vaya titular te acabo de dar, espero que lo pongas [risas].
No te garantizo nada. Te lo traías preparado de casa.
No, no, es una reflexión real. Muchas veces me siento incomprendida y para encajar quizás tendría que mentir y ser algo que no soy. Si esa es la solución, prefiero ser incomprendida, la verdad.
En realidad, debería darte igual lo que piensen de ti. Ya has ganado.
Estoy satisfecha con los resultados de lo que hago, con el proceso de maduración que he vivido y sintiendo que emociono a la gente a la que le toca emocionarse con mi proyecto. A los que no, no pasa nada. Hay música y hay arte para todos, no pretendo agradar a todo el mundo. Tengo grandes metas y siento que todavía me queda mucho por aprender, por superarme y por dar. Soy muy ambiciosa en lo creativo; en lo tangible, mucho menos. Si acaso, me gustaría tener una casa en el campo para vivir con animales y tener mi estudio, pero mi ambición real es sentir que exploro al máximo mi función en el mundo.