Alejandro Talavante triunfó en el día de Enrique Ponce. El extremeño se inventó una faena, elevando a la categoría de genial lo ordinario. Dos orejas y una Puerta Grande con una corrida de Juan Pedro Domecq de escaso fondo y raza. RegresabaEnrique Ponce. Reaparición y despedida de Nimes, que se entregó al maestro desde el inicio hasta la emocionada segunda vuelta al ruedo tras la oreja al cuarto. David Galván confirmó con nota y nunca perdió su sello en una buena tarde, informa Mundotoro.
Hacer genial a lo ordinario está sólo al alcance de muy pocos. Por suerte, Alejandro Talavante es uno de ellos y lo vivimos en Nimes. Con un quinto manejable, Alejandro encantó al público con una faena a la vez muy solvente con la zurda y muy variada con todo su abanico de colores: molinetes o arrucinas. Estocada entera. Dos orejas.
Alejandro Talavante se las vio con un Juan Pedro Domecq de poca clase y rebrincado en sus embestidas, que tuvo poco fondo. El extremeño apostó por él, comenzando su faena de rodillas. Aunque hubo algunos muletazos notables, no pudo tomar vuelo su trasteo con una embestida descompuesta que derivó en genio. No estuvo acertado con la espada. Silencio.
Una vez más la técnica de Enrique Ponce hizo magia con el cuarto en Nimes. Corto en sus viajes y protestando bastante el Juan Pedro que hizo cuarto, no le puso el asunto fácil. Pero a base de paciencia y con una técnica perfecta, Enrique resolvió la ecuación. La faena fue a más con un punto culminante con las poncinas. Una espada eficaz vino a concluir la obra. Una oreja. La plaza unánime y en pie obligó al maestro con unas lágrimas de emociones a efectuar una segunda vuelta al ruedo en agradecimiento a todo lo vivido a lo largo de estas tres últimas décadas. Merci maestro.
El toro del regreso de Enrique Ponce a uno de sus feudos no fue el más propicio al triunfo debido a su poca fuerza. El maestro de Chiva tiró de recursos en una faena de mucho pulso, dando mucho tiempo entre muletazo y muletazo, para tirar de la embestida a media altura. Cuando el valenciano intentó ligar, el astado dobló las manos, por lo que el trasteo se basó en muletazos de uno en uno. Silencio tras aviso.
No quiso quedarse atrás David Galván con el sexto, un animal manejable. Lo toreó con su sello del buen toreo por ambos pitones. Cuando bajó de tono el Juan Pedro Domecq, no dudó en invadir sus terrenos en la corta distancia. El público lo valoró con un trofeo. Oreja.
David Galván confirmó su doctorado en el Coliseo Romano de Nimes con un Juan Pedro muy noble. Tras brindar su faena al maestro Ponce, Galván le rindió un homenaje dibujando una faena exquisita a un toro que tuvo nobleza pero que embistió con la cara a media altura y sin emoción. Su toreo muy fino por ambos pitones caló en los tendidos. Una tanda de poncinas antes de rematar por bernardinas acabó de conquistar al público. Perdió el triunfo tras errar con los aceros. Ovación tras aviso