TOROS
Feria de Otoño

Puerta Grande a la memoria histórica: Enrique Ponce se despide de Las Ventas con honores a su clarividencia

El maestro de Chiva dice adiós a Madrid desorejando a un toro de Juan Pedro con el empuje de público y palco; sensacional y precoz confirmación de Samuel Navalón, que se hace con un inapelable trofeo

Enrique Ponce sale a hombros de Las Ventas
Enrique Ponce sale a hombros de Las VentasSERGIO GONZÁLEZ VALERO
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Cuando la noche adelantada del otoño se cernía sobre Las Ventas, Enrique Ponce atravesaba la Puerta Grande de su adiós, la quinta y última de una carrera inalcanzable, sostenida en una preclara inteligencia, una técnica proverbial, el sentido del temple. Todo eso que asomó una vez más, sumado a un ejercicio de memoria histórica, lo elevó a hombros. Un juego de justicia poética que puso en su sitio una estocada de libro, tantas veces ladrona su espada, tantas otras un palco ladrón. Que este sábado de gloria quiso reconciliarse y enmendar no sólo el pasado lejano, sino el inmediato con una absurda decisión. A las 20.30 mecían al maestro por la calle de Alcalá, con toda su leyenda a cuestas, los duelos y retos de un torero a quien le cupieron todos los hierros en su muleta y nunca dijo a nadie ni a nada que no.

La luz de la mañana entraba 12 horas antes por la ventana de la habitación 306 del Hotel Palace y atravesaba la extraña paz que flotaba en el ambiente. La serenidad siempre fue leal compañera de Enrique Ponce, cuando se presentó de novillero 36 años atrás y ahora que se despedía. La hoja de servicios impecable desde la precocidad al magisterio, tres décadas en la cima, unas cifras imbatibles y, sobre todo, un compromiso y una responsabilidad para con el toreo que hoy volvía a darse con su comparecencia. La silla armada con el vestido malva y oro de esta última tarde de Madrid esperaba al maestro. La plaza expectante le tributó una ovación cerrada una vez deshecho el paseíllo del adiós.

Lucía una magnífica imagen aun sin alcanzar el lleno total, pues Ponce venía desnudo, desarropado de otras figuras, como prácticamente en su gira entera. No contaba EP con que un accidente de la lidia y un presidente absurdamente reglamentista reducirían sus oportunidades a un 50%. Pero luego le recompensaría con creces... Las Ventas sufre un severo problema de equipos presidenciales. Convengamos, señor Rodríguez San Román, que si un toro se parte un cuerno en el caballo, lo suyo es devolverlo. No porque lo diga el Reglamento -que no ampara las lesiones durante la lidia-, sino porque lo dicta la lógica. Y el sentido común, que es el menos común de los sentidos. El garcigrande de amplia cara y bajo y recortado cuerpo, un toro con categoría, se quedó mogón del pitón izquierdo. El palco lo sostuvo contra viento y marea, incluso contra el deseo del propio matador, que intentó la devolución por activa y por pasiva. No hubo manera y abrevió.

Inicio de poncina de Enrique Ponce a Requiebro
Inicio de poncina de Enrique Ponce a RequiebroSERGIO GONZÁLEZ VALERO

Hasta que la compensación del destino, pero no sólo, se presentó con las hechuras de Requiebro, un toro cinqueño -como los tres del envío de Juan Pedro-, de perfectas líneas, componiendo un serio equilibrio. Saltó el domecq bueno, preciso de fondo, el ideal. Enrique Ponce sintió pronto la templanza, lo sintió en su pulso y fue, como siempre, visionario para interpretarlo. Como digno heredero de Espartaco y aquel axioma que decía que hay que conocer al toro, al público y a uno mismo. Y las tres normas aplicó el maestro desde el suave y elegante principio de faena, hacia las afueras pero no mucho. Bien por la derecha el toro sin ser un gran humillador y durmiéndose a veces, mejor por la izquierda con el empuje exacto. EP lo decantó en un cambio de mano, y ya fue zurda la faena. Listo como nadie para buscar el pitón contrario cuando le cantaron la colocación, y si queréis esto, esto tenéis. Al unipase, pues eso exige la demagogia del permanente toreo cambiado. Y así el Minotauro de Chiva metió al toro y al público en el canasto, o viceversa, y se recreó en el toreo genuflexo, en un inacabable circular invertido que desembocó a cámara lenta por la otra mano, en las dulces poncinas merengosas. De tal modo volteó la plaza, que caía la gente como moscas en la miel. Le pronostiqué a Bienvenida la oreja, "si lo mata, se la dan". Pero me equivoqué: tras la colosal estocada le entregaron las dos. A la memoria, a su historia, a la memoria histórica.

Pase de pecho de Samuel Navalón al toro de su confirmación
Pase de pecho de Samuel Navalón al toro de su confirmaciónSERGIO GONZÁLEZ VALERO

Confirmaba Samuel Navalón tan solo 14 días después de su alternativa en Albacete, con una única corrida de por medio. Y estuvo sensacional el tipo con el último toro de Juan Pedro, otro con buenas notas, incluso con mejor nota. Lo toreó extraordinariamente por las dos manos. Colocación, asiento, trazo y corazón para sobreponerse a un volteretón. Casi se pasa de faena: las arlesinas últimas fueron de infarto. El espadazo, soberano. La oreja cabal. No duró -¿o sí lo suficiente?- el toro de la confirmación, un voluminoso ejemplar de Garcigrande, que sin embargo hacía cosas con una flexibilidad pasmosa. Cómo colocaba la cara desde que salió, en la misma suerte a porta gayola, librada la larga por milímetros. Era toro de llegarle mucho con la muleta al hocico, a veces parecía como atolondrado, pero cuando arrancaba lo hacía de lujo. Más categórica la embestida a derechas. La pena es que no duró todo lo que debía. Más que sus 624 kilos, puede que le pesaran los terrenos. O todo. SN se superó en el siguiente.

El peor lote fue para David Galván, que sólo dejó algunas pinceladas aflamencadas con su manejable garcigrande de escaso aliento y apenas nada con un juampedro que se afligió. Se esperaba más del torero de San Fernando, en mi opinión.

A Enrique Ponce se lo llevaron con las luces de la noche y todo su magisterio y su historia a cuestas. Cuestión de memoria.

Ficha

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Sábado, 28 de septiembre de 2024. Primera de feria. Casi lleno. Toros de Garcigrande (1º, 2º y 3º) y Juan Pedro (4º, 5º y 6º, todos cinqueños); bien presentados; buenos 1º (a falta de duración), el preciso 4º y el notable 6º.

ENRIQUE PONCE, DE MALVA Y ORO. Pinchazo y estocada caída y dos descabellos (silencio). En el cuarto, estocada. Aviso (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta Grande.

DAVID GALVÁN, DE VERDE CLOROFILA y PLATA. Estocada pasada y tres descabellos. Aviso (saludos). En el quinto, dos pinchazos y estocada caída (silencio).

SAMUEL NAVALÓN, DE MALVA Y ORO. Pinchazo, estocada atravesada y dos descabellos. Dos avisos (saludos). En el sexto, estocada. Aviso (oreja y petición).