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Morata y la masculinidad tóxica

Morata bromea con Carvajal en un entrenamiento.
Morata bromea con Carvajal en un entrenamiento.RFEF
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Existen motivos para criticar a Morata. Sin duda. Su Eurocopa no es brillante, es evidente, aunque tampoco tan mala como algunos nos quieren hacer creer (su semifinal ante Francia fue notable, pero para reconocerlo hay que mirar más allá de lo que ve de reojo tu suegro en el bar mientras echa un mus). En cualquier caso, la crítica futbolística es legítima y va en el sueldo. De acuerdo. Pero el resto no y esta semana se han superado muchos límites. Un acoso que no dice nada malo de Morata y sí de la rancia sociedad futbolera.

Básicamente, el problema que persigue al capitán de la selección española es que es vulnerable, no lo oculta y, en un mundillo que aún se rige por códigos testosterónicos y obsoletos, la vulnerabilidad se persigue. Y no por parte de los profesionales, de hecho Morata es adorado en cada vestuario y fijo para cada entrenador, sino por un amplio sector casposo de la afición y, sí, del periodismo deportivo.

Digámoslo claro: hay una panda de cobardes haciendo bullying a quien se muestra frágil. Son matones de instituto, un eslabón perdido que, por algún extraño motivo, aún sobrevive y medra en el fútbol y las empresas. La mediocridad escondida tras exabruptos, sea un jefe gritando a un empleado o un columnista insultando desde su insignificante tribuna. Se nos hincha la boca hablando de salud mental y seguimos siendo la escoria abusona de siempre.

Morata había ido dejando pistas durante la Eurocopa y se abrió en canal en una fantástica entrevista de Eduardo Castelao en este periódico. Reconocía que le cuesta ser feliz, que lleva años en terapia, que se le ataca sin piedad, que siente que en España no se le respeta y lo mejor quizás sea irse. Ni una bravuconada ni una mentira. Sólo una persona pública teniendo el valor de ser sincera con cómo se siente.

Por supuesto, le masacraron.

En redes y tertulias se repitieron las mismas patochadas. "Si no le gusta España, que se vaya" [algo le gustará cuando sigue aguantando a los cafres], "perjudica al equipo con esas declaraciones antes de una semifinal" [a las pocas horas nos zumbamos a Francia con él al frente], "es millonario, que se joda y no se queje" [no comment], "es muy malo" [cuarto goleador histórico de la selección con mejor promedio que Raúl y Torres], "es un blando" ["un maricón", "un mierda", ya saben...].

Este es, en realidad, el gran reproche de la piara, de esa masculinidad tóxica y rancia que intenta purgar su frustración atacando al que es mejor que ellos. Morata no es suficientemente duro, suficientemente arrogante, suficientemente macho...

El domingo, Morata puede levantar la Eurocopa para España y ser eterno en una foto histórica. Sería justicia poética.