ACTUALIDAD ECONÓMICA
Guerra comercial

China desmiente estar negociando sobre aranceles y deja en evidencia a Trump

El presidente asegura que Xi le llamó y Pekín le exige que "deje de crear confusión" con "rumores sin base"

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.Luis M. AlvarezAP
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A Donald Trump le gusta presumir y exagerar. Cada día asegura haber batido todo tipo de récords históricos, superado marcas sin precedentes, conseguido proezas más que éxitos. Eso implica no sólo inflar cifras macroeconómicas, o decir cosas evidentemente falsas, como que ya ha logrado 200 acuerdos comerciales en los últimos días, sino poner en una posición más que incómoda a los gobernantes de otros países, que se debaten entre corregir las inexactitudes o flagrantes mentiras, desatando la ira de la Casa Blanca, o evitar problemas ignorando o esquivando preguntas. La amplia mayoría escoge la segunda vía; unos pocos optan por algo híbrido, como hicieron en el Despacho Oval Emmanuel Macron y Keir Starmer, precisando algún hecho o dato, pero siempre sonriendo y alabando el ego de Trump. Y otros, como le pasó a Volodimir Zelenski, y ahora a China en la distancia, no evitan el choque.

Trump ha declarado una guerra comercial total y unilateral al mundo entero, pero sobre todo a China. Ha impuesto aranceles del 10% a todos sus socios, con la amenaza de cifras hasta diez veces superiores en breve, tras una marcha atrás temporal. Pero ha llevado los del gigante asiático al 145%, más o menos. Porque por cada anuncio, aviso, advertencia y consumación, llega siempre una matización, como por ejemplo la exención para los productos tecnológicos y teléfonos y ordenadores, el grueso de lo que viene de China, algo que se supo por una orden aduanera y por un comunicado oficial.

Pero mientras da un golpe, intenta desesperadamente encarrilar la situación. Trump acusa a Pekín de manipular su divisa (algo completamente cierto), de inundar los mercados de productos baratos (también cierto) y de subsidiar a sus empresas mientras pone trabas a las extranjeras (nuevamente, correcto). Pero al mismo tiempo dice que tiene una magnífica relación con el presidente Xi Jingping, lo que es una hipérbole en el mejor de los casos. Asegura que habrá pronto un acuerdo, lo que de momento es más una aspiración o un deseo que algo evidente. Y sobre todo, sostiene que la negociación arancelaria está en marcha y que Pekín ha llamado a su puerta para resolver la disputa. Y es aquí donde llega el mayor problema, porque el Gobierno chino dice que ambas cosas son mentiras, y exige a Washington que deje de "sembrar confusión" con cosas que no son verdad.

Este viernes, la revista Time ha publicado una entrevista con Trump en la que el presidente sostiene que consideraría una "victoria total" si Estados Unidos mantiene aranceles de hasta el 50 % sobre las importaciones extranjeras dentro de un año y asegura que el presidente chino, Xi Jinping, lo ha llamado y que su administración mantiene conversaciones activas con China para llegar a un acuerdo. El secretario de comercio Howard Lutnick y otro alto funcionario de la administración confirmaron las conversaciones a la revista, algo que Pekín niega. "No creo que sea una señal de debilidad por su parte", afirmó Trump sobre Xi, y añadió que espera tener una lista completa de acuerdos anunciados en las próximas tres o cuatro semanas.

La Casa Blanca lleva dos semanas rizando el rizo para insinuar que China está a punto de llamar para buscar un acuerdo, algo que se ha convertido en el gran emblema de la administración. Tras el caos en los mercados y la subida de la prima de riesgo del bono norteamericano, Trump tuvo que dar marcha atrás parcial, pero se agarran a la idea de que todo el mundo llama desesperado en busca de un acuerdo. "Llaman para besarme el culo", dijo incluso Trump en una charla hace unos días insultando e intentando humillar a sus socios o vecinos. Pero China dice que ni llama ni ha habido "consultas ni negociaciones", instando a Washington a "no inducir a error a la opinión pública", en palabras del portavoz del Ministerio de Exteriores Guo Jiakun.

Cuando este viernes, antes de despegar hacia Roma para el entierro del Papa, la prensa le preguntó a Trump si era cierto que había hablado con el presidente XI, éste respondió que había hablado con él "en numerosas ocasiones" y que se reuniría con líderes extranjeros durante su estancia en Europa, pero no quiso aclarar si de verdad había hablado con Xi desde la imposición de los aranceles, algo que en ningún momento parece haberse producido.

El portavoz Guo recalcó que "no ha habido consultas ni negociaciones entre China y Estados Unidos sobre la cuestión arancelaria", y remarcó que esa posición ya fue aclarada esta semana tanto por él como por portavoces del Ministerio de Comercio. Preguntado además por informaciones sobre una posible recopilación de datos por parte de las autoridades chinas para evaluar exenciones puntuales a los aranceles del 125 % impuestos a ciertos productos estadounidenses, como han publicado algunos medios norteamericanos, que lo ven como su respuesta silenciosa a la marcha atrás de Trump, Guo indicó que no dispone de detalles al respecto.

El jueves, He Yadong, portavoz del Ministerio de Comercio, afirmó que "no hay negociaciones económicas ni comerciales entre China y Estados Unidos" y que "cualquier afirmación sobre avances son rumores infundados sin pruebas objetivas". Pekín no entra al juego ni desde luego tiene intención de meterse en la boca del lobo con una visita a la Casa Blanca o una negociación pública.