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El suelo se resquebraja bajo los pies de Yolanda Díaz y su liderazgo está más débil que nunca. Las elecciones europeas eran unas «primarias» en la izquierda alternativa al PSOE entre Sumar y Podemos y el resultado arroja un equilibrio de fuerzas entre los dos que deja un amargo sabor de derrota en el proyecto político de la vicepresidenta segunda del Gobierno y muchísimas dudas sobre su construcción. En cambio, es una bocanada de oxígeno para el partido morado que se agarra al hilo de vida que le da su segunda aventura fundacional en el Parlamento Europeo.
Sumar consigue un 4,65% de los votos y tres eurodiputados. Por su parte, un Podemos que luchaba por su supervivencia con Irene Montero como última bala alcanza el 3,27% y dos escaños. Esto significa que, por primera vez, los dos partidos han sometido a las urnas cuánto pesa en votos cada uno y el balance es todo un varapalo para Sumar, porque tan sólo gana de manera pírrica. Saca a los morados apenas 1,38 puntos, que son unas 240.000 papeletas. Casi nada.
La comparación con las generales de hace casi un año es demoledora. Sumar tuvo un 12,31% con Podemos dentro. Ahora juntos no alcanzan ni el 8%. Además, el socio minoritario del Ejecutivo ve como está prácticamente empatado en número de votos y de escaños con la candidatura antisistema de Alvise. «Toca reflexionar», reconoció el portavoz de Sumar, Ernest Urtasun. «Nos vamos a dar un tiempo tranquilo y sosegado para hacerlo con rigor y ver cómo podemos reforzar el proyecto político de Sumar y seguir gobernando en favor de derechos para la gente», afirmó.
Son muchas las preguntas en el aire pero también hay certezas. Sumar está deshaciéndose y su mayor pilar, que era el liderazgo de Díaz, está en una situación bastante debilitada y sin el aura con la que levantó el proyecto. Muy elocuente fue su ausencia en el cuartel general de Sumar en la noche electoral y que dejara sola a Estrella Galán en su comparecencia, donde sólo estuvo arropada por Urtasun.
Sumar encadena derrota tras derrota desde las elecciones generales de julio. Además, en este ocasión la vicepresidenta se había echado el peso a la espalda como si fuera una candidata bis. Asumiendo en primera persona el mano a mano contra Irene Montero. Y no ha ganado.
La líder de Sumar ve como su proyecto se desinfla, su figura se desgasta y su influencia en el Gobierno mengua drásticamente. A la vez, Pedro Sánchez ha olido esa debilidad y se ha olvidado de los tiempos del ticket para iniciar una ofensiva por atraer a sus votantes. Y le está funcionando al PSOE.
La vicepresidenta ha estado reclamado el voto en esta campaña para conseguir «más fuerza» para determinar la orientación de las políticas del Gobierno. Sin embargo, siguiendo esa lógica argumental, lo escaso del resultado de Sumar debilita su posición negociadora ante el PSOE en el Consejo de Ministros. La influencia se evapora y posiblemente se vea ya cuando haya que pactar internamente los primeros Presupuestos.
Se ha demostrado que la fuerza motor, Sumar, adolece de importantes problemas para carburar y que Podemos, que se escindió en diciembre, le planta cara y le habla de tú a tú. Esto abre debates sobre el futuro del proyecto de Díaz y sobre la debilidad en la que se encuentra el espacio en su conjunto. Está roto casi a partes iguales y tiene muy difícil recomponerse por la animadversión que existe entre las dos direcciones. Está claro que volverá a hablarse de la «unidad» cuando lleguen unas nuevas generales. O antes por la presión social. Lo que sucede es que el equilibrio que dejan los resultados pone verdaderamente difícil negociar eso. Además, Podemos ya ha dicho que «ha pasado página» y seguirá su propio camino hasta conseguir derrocar a Díaz y recuperar la hegemonía plena del espacio.
Díaz tiene otro problemón interno. No sacar el cuarto escaño deja a IU sin eurodiputado por primera vez en su historia y abre una crisis interna difícil de calibrar y que sólo podrá medirse en los próximos días cuando las reflexiones y las autocríticas se hagan en todos los partidos. Lo que está claro es que parece que se abre un tiempo nuevo en la construcción de Sumar donde los partidos reclaman a una Díaz debilitada tener un mayor peso y control en el proyecto.
De entre los partidos que forman parte de Sumar, el más contundente en ese sentido ha sido Más Madrid. Eduardo Fernández Rubiño, una de las cabezas visibles más destacadas de la formación regional que tiene a la ministra Mónica García como líder, señaló que este resultado "es un antes y un después" para el espacio político "que no admite más paños calientes".
"El núcleo dirigente de Sumar debe asumir su responsabilidad en las decisiones que nos han llevado hasta aquí y replantearse su incapacidad para incorporar y respetar a las organizaciones con arraigo territorial y resultados sólidos en sus territorios", dijo Rubiño, números dos en el Ayuntamiento de Madrid. "Muchos tratamos de advertir en privado mientras callamos en público por responsabilidad y respeto a la campaña electoral".
Otro destacado dirigente de Más Madrid, que además es secretario de Estado, Javier Padilla, reclamó que "algo tiene que cambiar" porque "el gobierno de España se refuerza, pero Sumar se debilita". Así, enfatizó una idea que está en boca de todos los portavoces de Más Madrid: "El arraigo territorial es lo que debe guiar este espacio". Esto significa tener autonomía total en sus comunidades autónomas. La portavoz en la Asamblea de Madrid, Manuela Bergerot, exigió "una reflexión profunda sobre cómo se ha llegado hasta aquí".
Desde Verdes Equo, Florent Marcellesi se ha unido al clamor que pide a Sumar "reflexionar y cambiar el rumbo".