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Algo se mueve en las bases Vox en los territorios. El tiempo y la decisión de los que han iniciado el movimiento dilucidarán si es trascendental o no para el futuro del partido. La salida de la diputada Carla Toscano, quien renunció a su acta en el Congreso la pasada semana, es sólo el último ejemplo de una revuelta interna que se lleva larvando desde hace meses y que no sólo protagonizan cargos electos con representación en las instituciones, sobre todo en ayuntamientos, sino también los militantes de base, atónitos por la deriva del partido.
La marcha de Toscano, mano derecha de Javier Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid, como las anteriores de dirigentes significativos como Iván Espinosa de los Monteros hace cinco meses, y antes las de Macarena Olona o Víctor Sánchez del Real -la denominada ala neoliberal- tienen un denominador común: el desencuentro con el núcleo duro que rodea al presidente del partido, Santiago Abascal, quien, en medio de la revuelta, ha programado una asamblea general exprés para el 27 de enero e intentar frenar las cada vez más numerosas voces críticas dentro de la organización.
«Es una cortina de humo para intentar tapar lo que está ocurriendo», comenta una destacada fuente de Vox a EL MUNDO. Hasta el momento, recuerda, «la figura de Abascal era intocable, pero ahora por primera vez ya no ocurre lo mismo y cada vez se escuchan más voces críticas desde las bases y también en los cargos de los territorios, sobre todo concejales, sorprendidos y asustados por la deriva del partido».
Nadie por el momento pone cara y voz a la corriente crítica, pero existen movimientos de última hora que incluso plantean la posibilidad de organizar una alternativa al liderazgo de Abascal. El nombre de Ortega Smith, diputado en el Congreso, portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid y uno de los vicepresidentes del partido, ya ha salido a escena y muchos de los críticos le empujan para que encabece una candidatura alternativa, aunque él duda a día de hoy en dar el paso, según explican fuentes de la formación.
Lamentan en un manifiesto que su única misión sea obedecer y callar
El sector contestatario considera que la convocatoria del cónclave de finales de enero es «de dudosa legalidad». Opinan que «con la cantinela de fortalecerse frente a los enemigos de España» realmente lo que se persigue es «fortalecer a los que tienen el poder del partido para consolidar Vox como estructura a su servicio, en definitiva, un golpe de mano a la venezolana», según reza un manifiesto que comenzó a difundirse el pasado jueves y que ha corrido como la pólvora entre las bases.
Anulado y expulsado el sector denominado neoliberal, el círculo más próximo a Abascal, al que denominan el búnker, tomó las riendas en exclusiva de Vox justo tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023, con Jorge Buxadé como figura más influyente. En esta guardia pretoriana también se encuentran Kiko Méndez-Monasterio, Gabriel Ariza e Ignacio Hoces, diputado nacional por Badajoz.
El Manifiesto Pro Congreso Refundacional de Vox, que es el título del escrito crítico, denuncia que «la democracia interna es inexistente y la organización no prevé órganos para encauzarla» y pone el acento en que «existen dudas públicas sobre el destino de los fondos económicos del partido no aclaradas», mientras que a la vez subrayan que «la libertad de opinión no existe y es perseguida» lo que conlleva que sea «imposible realizar ningún análisis ni exista libertad de iniciativa».
En el comunicado, los concejales y cargos públicos de provincias aseguran sentirse «ninguneados» y piden cambios importantes en la formación. Critican que «cualquier opinión personal es reprimida o reprendida» y añaden que «hay un férreo control sobre las redes sociales personales con exigencias y apercibimientos». En esta misma línea, afean a la dirección que los cargos electos de provincias estén «abandonados» a su suerte y su «única misión» sea «obedecer a las órdenes de Madrid y callar».
Tachan de «golpe a la venezolana» la Asamblea del próximo día 27
Por todo ello, consideran que existe «una línea ascendente en el desapego de los españoles y descendente en las expectativas políticas de Vox» como consecuencia del «evidente abandono de los principios contemplados en el manifiesto fundacional», a lo que se une, recalcan, «la marcha voluntaria o forzada de personas de gran talla política, el enroque de la dirección nacional, el nuevo talante bronco y antipático, el apoyo a la algarada y la negativa a todo por sistema sin plantear alternativas».
El manifiesto, de 11 de enero, insiste: «Debemos estar a la altura de la esperanza que hemos generado en millones de españoles a los que no podemos defraudar como está ocurriendo cada día: hemos reducido el número de afiliados con derecho a voto y perdido un enorme capital humano que hay que recuperar».
También aboga por dotar al partido de «estatutos que garanticen el funcionamiento democrático y una estructura orgánica que permita la participación activa de los militantes, acorde con la realidad territorial y competencial».
La corriente crítica reclama la convocatoria de un congreso refundacional para «garantizar una estructura potente, que asegure un funcionamiento democrático, aglutine los distintos matices ideológicos existentes en Vox y abra la puerta a órganos que trabajen en la elaboración de proyectos y programas para desarrollar en los ámbitos municipal, autonómico y nacional».